tra de las consecuencias que está provocando la pandemia a nivel mundial es un significativo incremento de las infecciones de transmisión sexual (ITS), que ya no se denominan enfermedades, porque con frecuencia se trata de patologías asintomáticas. Durante el tiempo que el covid-19 lleva asolando el planeta, la sífilis, la gonorrea y la clamidia han crecido un 76%, 67% y 22%, respectivamente. Un menor acceso a los servicios de salud saturados por el coronavirus y las prácticas de riesgo con drogas han contribuido a este alarmante aumento de estas infecciones.
"Son enfermedades muy desconocidas entre la población general, pero sobre todo entre las generaciones jóvenes; dolencias, por otro lado, que estaban controladas pero que repuntan con fuerza", explica con preocupación a DNA, Marco Imbert, agente de salud de la Asociación vasca T-4.
Los datos, no solo en Estados Unidos sino también en Europa y el Estado, revelan tasas más elevadas de algunas de estas infecciones "en hombres que tienen sexo con otros hombres y en mujeres trans", mientras que la tasa de infección asintomática por clamidia es "significativamente mayor" en mujeres jóvenes. Esto no hace más que dejar en evidencia la necesidad de facilitar la información y el cribado a toda persona que desee descartar una ITS. Algo a lo que, según reconoce Imbert, "la pandemia no ha ayudado".
Prácticas de riesgo
Como consecuencia de las limitaciones en el acceso a los sistemas de salud, se ha dificultado la capacidad de diagnóstico y cribado de las ITS, tanto en Atención Primaria como en centros específicos. A pesar de ello, "se está viendo el mantenimiento de algunas prácticas de mayor riesgo, como el chemsex. Detrás de este aumento se encuentran las restricciones sociales y la percepción de estas prácticas sexuales de riesgo acompañadas del consumo de drogas como una alternativa de ocio", alerta el agente de salud.
Estas patologías bacterianas, que siguen sin ser percibidas como dolencias severas a pesar de las graves secuelas que pueden dejar en quienes las padecen, se sostuvieron en los 80 con la aparición del virus de la inmunodeficiencia adquirida (VIH). "El sida consiguió frenarlas; era impensable entonces mantener relaciones sexuales sin control. Pero cuando se consiguió cronificar el VIH y se bajó la guardia en la utilización del preservativo, que solo se usaba en las relaciones sexuales con penetración, volvieron a subir las infecciones de transmisión sexual", explica el agente de salud de T-4.
Los juegos previos a las relaciones sexuales son un campo abonado para estas infecciones bacterianas. "En general, la gente cree que estas infecciones se adquieren igual que el VIH. Desconocen que no es preciso una penetración para adquirirlas. Esa es la gran confusión que tienen. Otro de los problemas de quienes conocen estas infecciones es que piensan que no son graves. Lo ven como algo momentáneo, porque van al médico a que les dé una medicación y se les pasa. Esto es lo que nos cuentan en los talleres que solemos impartir entre los jóvenes; no tienen la visión de miedo del VIH", añade Marco Imbert.
Sin síntomas
Como muchas personas infectadas son asintomáticas desconocen que sufren alguna de estas dolencias bacterianas y continúan sosteniendo relaciones sexuales y expandiendo la infección. "En los talleres de prevención que realizamos, en colegios, centros juveniles o entidades de jóvenes donde abordamos las ETS, los embarazos no deseados y la sexualidad, en general, el 40% de los jóvenes a los que preguntamos sobre ellas nos reconocen que no saben nada de las infecciones bacterianas y el 60% de los que conocen en qué consisten no están preocupados porque dicen que tienen cura y que no son graves", explica.
"Se piensa erróneamente que estas infecciones son cosa del pasado y no se les atribuye la importancia que tienen en cuanto a sus efectos secundarios, infertilidad, enfermedad inflamatoria pélvica, o embarazo ectópico en el caso de las mujeres, y epididimitis o prostatitis crónica en el de los hombres. Se topan con la realidad, por ejemplo, cuando una mujer quiere embarazarse y no puede por haber pasado una ITS", recalca Imbert.
Reconoce que la pandemia dificultó que se cumpliera el protocolo de control de las ITS "porque no solo los diagnósticos tienen que ser rápidos, por ejemplo en la sífilis para no seguir contagiando, sino que luego para su contención hay que hacer seguimientos y al limitarse la asistencia presencial a los centros, en muchos casos cuando los pacientes llegaban a los centros, su cuadro clínico estaba ya muy avanzado. Además, en ese intervalo habían tenido diversas prácticas sexuales", alerta con preocupación.
Se refiere a factores que dificultan el control de las ITS como el desconocimiento de los síntomas. "En la gente joven influye también el lugar donde tienen las relaciones sexuales, bien en contextos de fiesta, en campas, en lugares donde hay sexo rápido y no tienen capacidad de ver el cuerpo de la otra persona".
El agente de salud aboga por la prevención, por la información sobre la salud sexual como en países más avanzados de nuestro entorno como Alemania y los países nórdicos, donde la sexualidad forma parte de los contenidos de formación desde primaria. "Formando sobre sexualidad en su conjunto -ética del cuerpo, moral, del placer- se evitará no solo el aumento de las ITS, sida, sino también comportamientos violentos a los que estamos asistiendo", recalca.
Imbert se muestra muy crítico con los discursos de partidos de extrema derecha, como Vox, que desde la ignorancia plena, promueve en sus discursos medidas contra la prevención de enfermedades como las ITS. "Porque la educación sexual en los centros escolares es la educación del individuo; formar también en la ética del cuerpo", concluye.
Las ITS en pandemia
Europa
La sífilis ha aumentado en Europa en tiempos de pandemia en un 76%; la infección gonocócica, un 67%, y la infección por clamidia, un 22%.
En el Estado
Se diagnostican 3.300 casos de sífilis, 11.000 de infección gonocócica y más de 7.000 de infección por clamidia.
Por edades
Lo más común es que el grueso de los contagios se produzcan entre estas edades. En la gonorrea, el tramo de edad mayoritario es de los 25 a los 34 años; el de la sífilis, el de 25-44 años. Sin embargo, para la clamidia común es el de menores de 25 años.
Varones
Las sufren, a excepción de la 'chlamydia trachomatis', casi puramente femenina, los varones. Y su tendencia en estos momentos al alza es multifactorial.