Llevamos meses pasando horas delante del ordenador. Y aunque tengamos el mejor antivirus del mundo, la contraseña que creemos que nadie adivinará o que nunca entremos en webs desconocidas, siempre existe la posibilidad de ser atacados por un cibercriminal. El robo de datos, la suplantación de identidad o el chantaje son algunos de los ciberdelitos más cometidos que afectan a los adultos. Pero, ¿qué pasa con los niños? También hay delitos tipificados que les afectan y hay que tener un cuidado especial para evitarlos, sobre todo ahora que el curso académico toma especial relevancia en el mundo virtual.

Menores de edad

Hace años, los niños decían a sus padres que no querían ir al colegio o el instituto por miedo a las burlas de sus compañeros. Ahora no hace falta que salgan de casa para soportarlas: basta tener encendido el teléfono móvil, tablet u ordenador para recibir insultos, amenazas o mensajes que les ridiculizan. Es lo que se denomina cyberbullying. Y se puede llevar a cabo a través de muchos medios: correo electrónico, redes sociales, herramientas de mensajería instantánea como WhatsApp o Snapchat...

Según un estudio de Microsoft realizado a menores de entre 8 y 17 años de veinte países (entre ellos España), el 56% de los encuestados teme sufrir acoso a través de Internet y solo el 23% de las escuelas tiene un plan de acción contra el ciberacoso.

Durante la pandemia, los acosos por parte de adultos a menores han aumentado. Se trata del delito denominado grooming, y el acosador tiene una intención explícita o implícita sexual. Este tipo de delito se lleva a cabo en tres fases. En la primera, el acosador establece una relación de amistad con la víctima, a quien hace creer que tiene su misma edad o similar.

En la fase dos, el acosador obtiene más información del menor y confiesa secretos para generar mayor confianza. Y en la última fase, le pide que envíe fotografías o grabe vídeos con contenidos de connotación sexual con el fin de abusar de él o ella.

El abuso puede concretarse virtualmente o en la vida real, acordando un encuentro personal con el menor. Cuando se limita al entorno digital, el o la menor puede sufrir traumas psicológicos como víctima de la manipulación y el temor a que los contenidos sean difundidos.

¿Cómo evitar estos ciberacosos? Una de las medidas es el control parental para saber a qué páginas y plataformas acceden los menores. También es recomendable limitar el uso de los equipos y configurar la privacidad en las redes sociales.

Entre adultos

Muchas empresas siguen apostando por el teletrabajo para ahorrar costes y dar la posibilidad de conseguir una mejor conciliación laboral y familiar. Pero eso también conlleva riesgos, ya que al permanecer más tiempo conectado a internet, aumentan las posibilidades de ser ciberatacados.

Además del chantaje con contenido de índole sexual, una práctica habitual es el phishing. El objetivo es engañar a una víctima haciéndose pasar por una persona, empresa o servicio reconocido para ganarse su confianza y manipularla para que realice alguna acción que no debería, como revelar información confidencial o hacer click en un enlace. Habitualmente, el fin es robar información, pero otras veces es instalar malware, sabotear sistemas o robar dinero a través de fraudes.

Por eso, tanto las empresas como las autoridades piden a los trabajadores que extremen las precauciones. Si se conecta a través de los dispositivos de la empresa, hay que conocer a qué tipo de contenidos puede acceder. Y, si lo hace de manera remota, utilizar una red segura con contraseñas robustas. Es recomendable, además, emplear redes privadas virtuales.

También existe el ciberacoso laboral, es decir, aquel que aparece entre trabajadores de la misma compañía. No existe una definición aceptada internacionalmente para este problema. José María Avilés Martínez, profesor de Psicología de la Facultad de Educación de la Universidad de Valladolid, indica que "existe ciberacoso cuando, de forma reiterada, un sujeto recibe de otros a través de soportes móviles o virtuales, agresiones (amenazas, insultos, ridiculizaciones, extorsiones, robos de contraseñas, suplantaciones de identidad, vacío social...) con mensajes de texto o voz, provocándole victimización psicológica, estrés emocional y rechazo social".

Como medidas de prevención del acoso digital es recomendable que las empresas lo incluyan en el protocolo de prevención de violencia, dar información e impartir formación a los empleados sobre este tema.

Recursos

Existen diversas páginas web con información para padres e hijos sobre los ciberdelitos. Una de ellas es la del Instituto Nacional de Ciberseguridad (www.incibe.es) donde aparecen noticias sobre todo tipo de fraudes en internet y consejos sobre ciberseguridad, además de las campañas para prevenir el ciberacoso.

Además, está disponible todos los días el teléfono 017. Dependiente de este portal es la plataforma Internet Segura For Kids (is4k.es) dedicada a los menores.

Por su parte, Save the Children ha puesto en marcha la iniciativa Pantallas Amigas, para conseguir un uso seguro y saludable de internet, redes sociales, móviles y videojuegos.

¿Qué dice la legislación?

  • En España, el ciberacoso se incluyó como delito en el Código penal en 2013. Sin embargo, solo hace referencia a situaciones de acoso en internet con una finalidad sexual. Así, las penas van de seis meses a cuatro años para las personas que contacten con menores de edad para cometer cualquier delito contra su integridad sexual. De todas formas, el Código penal sí recoge otros delitos relacionados con el acoso digital como acusación falsa, calumnia, ensañamiento contra la integridad moral o la intimidad, racismo o inducción al suicidio, entre otros.