Gasteiz - El lehendakari Iñigo Urkullu recordó ayer que “una sociedad no puede avanzar sin prestar atención a los últimos, a los más débiles”, a aquellas personas “obligadas a vivir en las condiciones más difíciles y adversas”. Urkullu presidió en Gasteiz la entrega del premio René Cassin de Derechos Humanos 2018 ex aequo al activista defensor de los inmigrantes y refugiados José Palazón y al misionero colombiano Juan José Aguirre.
El jurado les otorgó este premio por ser “dos personas imprescindibles que han tomado en sus manos la suerte de los más débiles frente a la exclusión, la incomprensión, la enfermedad, la marginación, la ruina económica, la soledad y la persecución”. En esta misma idea incidió el lehendakari, quien emplazó a la sociedad a “estar atenta a los últimos, entre comillas” porque de lo contrario “no puede asentarse en el progreso” y elogió a Palazón y Aguirre por precisamente “trabajar con los últimos”.
El primero, activista y fundador de la Asociación Pro Derechos Humanos de la Infancia (Prodein) en Melilla, lleva toda una vida dedicada a visibilizar y denunciar las graves violaciones de los derechos humanos hacia las personas inmigrantes y refugiadas en la frontera sur de la Unión Europea. El lehendakari valoró su labor de “visibilización de las personas invisibles en la frontera sur” y su “constancia y trabajo constructivo, a contracorriente y frente a toda adversidad”. “En el desierto de la inhumanidad, José Palazón representa un oasis de humanidad y esperanza”, señaló.
El propio Palazón confesó que el premio “ha valido de mucho, ha sido un balón de oxígeno” y llega “en un momento crítico”, con su asociación “haciendo frente a querellas por decir por ejemplo que en un centro de acogida murió un menor”. Palazón animó a comprometerse con los derechos humanos todos los días del año y no solo ayer, cuando se celebra su día internacional, porque “vallas hay en todos sitios” aunque no sean físicas como la de Melilla: “la valla de la violencia de género, de la desigualdad, de la pobreza, de los desahucios...”.
El otro galardonado, el misionero Juan José Aguirre es obispo en la diócesis de Bangassou (República Centroafricana) desde hace 38 años y en este tiempo es el altavoz de las personas olvidadas en uno de los países más pobres de la tierra. Aunque no pudo recoger el premio en persona por la “extrema violencia” en este país africano envió un mensaje de vídeo en el que agradece el galardón y entiende que no es solo para él, sino para “todos los misioneros”.
El lehendakari explicó además que Aguirre justificó su ausencia por la matanza de 72 personas hace apenas quince días en una ciudad cercana, Alindao, y que en estos “momentos de estrechez y tribulación” siente que debe permanecer con su pueblo”, aunque estuviera en Gasteiz “de corazón”.
Una lucha solitaria y valiente “Monseñor Aguirre representa una lucha solitaria y valiente contra la suma de las peores injusticias: la guerra, la violencia y la brutalidad, por un lado; y la injusticia de la miseria y la desigualdad, por otro. Lucha con sus medios limitados y con la ayuda de su Fundación para sembrar una semilla de humanidad, solidaridad y justicia”, señaló Urkullu. El galardón lo recogió su hermano Miguel y el delegado de su fundación en Euskadi, Mikel Mendizabal. El primero puso en valor la aportación de la “retaguardia”, el apoyo de las instituciones y personas que con su apoyo hacen posible desarrollar proyectos en África.
El Premio René Cassin se otorga anualmente por la Secretaría General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco y su objetivo es reconocer a las personas o colectivos que, a través de su trayectoria personal o profesional, dan testimonios de su compromiso en la promoción, defensa y divulgación de los derechos humanos. - Efe