Los Sanfermines del año 2016 son un antes y un después en la violencia contra las mujeres. Aquella terrible agresión sexual tuvo una enorme repercusión y provocó la reacción de la gente navarra que, de una manera masiva, mostró su repulsión y un rechazo a las agresiones machistas no visto antes en esa fiesta.

Por otra parte, tampoco debemos olvidar la posición de las instituciones navarras y especialmente del Ayuntamiento de Iruña. Muy bien todas ellas pues se mostraron implacables contra la violencia, lo denunciaron y se movilizaron junto a las miles y miles de personas que exigieron justicia. Muy bien el juez que se negó a la excarcelación de esos presuntos delincuentes alegando riesgo de fuga y reiteración delictiva (algo que tendría que ver con otros actos delictivos como agresiones y uso de la fuerza, conducción en estado de embriaguez y bajo efectos de las drogas? E incluso otra agresión en grupo en Pozoblanco, también grabada por ellos mismos como en este caso).

Ha pasado un año y llega la hora de la verdad, la de la justicia, que -confiemos- no debería mostrar ninguna debilidad connivente con los violadores que destrozaron a una mujer que ahora, para más inri, tiene que demostrar que ese horror que sufrió no fue consentido.

Nadie con un mínimo sentido común puede pensar que quiso. Que levante la mano quien desee y esté de acuerdo en mantener sexo con cinco fieras que, además, te graban mientras te humillan de la forma más brutal y sufres una violación múltiple. Me producen una repugnancia imposible de plasmar con palabras.

Es verdad que la culpabilidad hay que demostrarla y que hasta los malhechores tienen derecho a la presunción de inocencia y defensa, aunque, al oír las declaraciones del abogado de la manada -como se llaman ellos mismos, por cierto-, me entran ganas de cuestionarlo y pensar en la Ley de Talión, por ejemplo. El ejercicio de la abogacía tiene que tener límites morales.

No se le juzga a esa joven madrileña sino a unos tipos capaces de preparar la caza anunciándola, y encima grabarlo y publicarlo en redes sociales. No hay derecho a que se aumente el daño moral a esa joven que hoy todavía sufre estrés postraumático. Simplemente aplicando el sentido común y, vistas las pruebas, del móvil robado, las declaraciones de la pareja que la encontró en estado de shock, de la Policía Municipal, de los informes médicos? Difícilmente se podrá llegar a la conclusión de que ella consintió.

Resulta indignante que en los juicios de violencia contra las mujeres se escuchen justificaciones de esas acciones reprobables, mientras se intenta culpabilizar a la víctima. Ya sabemos que una realidad innegable es que el sistema judicial no es impermeable al machismo por lo que se pueden dar casos tan dolorosos para la víctima como aquella mujer violada que tuvo que soportar que la jueza le preguntara si había cerrado bien las piernas.

Ya veremos qué pasa. Las sentencias de este juicio deberían ser ejemplarizantes para dar otro paso hacia una sociedad democrática e igualitaria en el que las agresiones a mujeres sean inadmisibles (algo imposible de garantizar mientras haya un sólo macho que piense que nosotras somos objetos o propiedad de alguien).

Yo sí la creo. ¿Tú?