Bilbao - Los responsables del operativo del rescate del cuerpo sin vida del joven espeleólogo saturtziarra José Antonio Gambino, fallecido en la Torca de Ariñaga, en Galdames, el pasado jueves, decidieron ayer finalizar sus trabajos ante el “alto riesgo de colapso de la cueva”. Proseguir con el rescate hubiera supuesto poner en peligro la vida de las personas que están colaborando en el rescate, por lo que han decidido abandonar las tareas de recuperación del cuerpo. Esta decisión fue tomada de conformidad con la familia y el Ayuntamiento de Galdames con el objetivo de que “no se produjeran daños mayores para el personal que tomaba parte en el operativo”, según señaló a pie de cueva el viceconsejero de Seguridad del Gobierno Vasco y máximo responsable de Emergencias, Josu Zubiaga. Según informó, ayer por la mañana mantuvieron una reunión los equipos técnicos que estaban tomando parte en el rescate (técnicos de Atención de Emergencias del Gobierno Vasco, especialistas de la Ertzaintza, miembros del Grupo de espeleo socorro vasco e ingenieros de minas de la Brigada de Salvamento Minero del Principado de Asturias) y “a la vista del riesgo de colapso” decidieron dar por concluido el operativo. “La condición que había era no poner en riesgos innecesarios a los equipos de rescate y en estos momentos el riesgo es alto”, señaló el viceconsejero, para añadir que en las últimas horas se han producido “movimientos” que no aconsejan “seguir con el procedimiento”.

De hecho, en torno a las 4.30 horas de la pasada madrugada se produjo una parada temporal en las tareas de rescate debido a un problema acaecido en el punto más crítico de la cavidad.

Por último, Josu Zubiaga dijo que “de este modo, en principio la decisión es definitiva”, toda vez que la familia del fallecido está también “de acuerdo”. “Sabiendo que está allí el cuerpo no se puede poner en riesgo a otras personas”, afirmó el viceconsejero. Las dificultades para rescatar el cuerpo del espeleógo se vieron desde el primer momento de la operación del rescate ya que, precisamente, la muerte de José Antonio Gambino se produjo por un desprendimiento de rocas.

Alarma La voz de alarma se produjo el mismo jueves a la tarde cuando José Antonio no ha vuelto a su domicilio. Los amigos, a los que había indicado que se iba a meter en la Torca de Arañaga, se desplazaron hasta la boca de la cueva y tras un duro trabajo pudieron certificar que el espeleólogo santurtziarra yacía sin vida en su interior atrapado por unas grandes rocas. A partir de ese momento se puso en marcha el dispositivo de rescate, conscientes de la dificultad que iba a suponer sacar su cuerpo a tierra.

Durante el viernes y sábado, los equipos de rescate estuvieron trabajando ininterrumpidamente durante las 24 horas del día, aunque no se produjeron grandes avances. El sábado por la tarde, el responsable técnico de Emergencias del Gobierno Vasco, Gaizka Etxabe, ya advertía que “la situación era muy compleja y que el rescate iba a ser muy lento”. Los ingenieros de minas venidos desde Asturias para asesorar en las labores de rescate aconsejaron apuntar cada paso que iban dando los rescatadores. El apuntalamiento no se podía hacer con estacas de madera, por lo que comenzar a fabricar unos especiales de hierro en un taller de Galdames. Los técnicos del Gobierno vasco también resaltaron que ellos el único factor que tenían en cuenta era “el riesgo” para no poner en peligro la seguridad de las personas. Eso es lo que lo que ha primado a la hora de valorar la continuidad o no del rescate. El riesgo de “taponamiento e inestabilidad de la cavidad” ha inclinado la balanza. José Antonio Gambino era un experto espeleólogo de 37 años que actualmente trabajaba en una empresa de trabajos verticales.