bilbao - San Antonio-Abad lucha por el reconocimiento de las terapias naturales, y eso conlleva una regulación que proteja a los usuarios y reconozca a los profesionales. Deje claro, por favor, que las terapias naturales son para lograr mejorar algunas dolencias, que no tratan patologías ni enfermedades graves.
-Por supuesto. Y ése es uno de los problemas que genera la falta de regulación. Que muchas veces aquellas personas que no tienen los suficientes estudios para desarrollar terapias naturales se exceden en el desarrollo de sus competencias. Y algunos lleguen a decir que curan incluso hasta el cáncer. Eso, obviamente, es una barbaridad. Es una salvajada. Nuestras técnicas no curan pero suelen ayudar a aliviar los síntomas. Con la medicina puedes hacer que los efectos secundarios de la famosa quimioterapia sean más leves, que los vómitos, que la caída del pelo, sean más llevaderos. Por eso abogamos por una terapia multidisciplinar. Y porque la medicina alternativa conviva con la medicina tradicional. Sería lo mejor para el usuario.
Y ¿por qué hay ese batiburrillo entre terapias naturales, alternativas, medicina natural o complementaria...? Parece que solo tienden a confundir al usuario.
-En realidad no hay ninguna distinción. Todo depende del ámbito en el que se usa. A nosotros nos gusta denominarlo terapias naturales. Pero en la Unión Europea la denominación es la de Medicina Complementaria y Alternativa (CAM) y según la OMS es Medicina Tradicional y Complementaria (MTC). La naturopatía, la osteopatía, la homeopatía, la acupuntura, todas son, de hecho, terapias naturales.
Se discuten mucho su eficacia terapéutica y hay algunos críticos que opinan que son una estafa. ¿Cómo contrarresta estas opiniones?
-Lo cierto es que nosotros estamos dados de alta como profesionales parasanitarios, pagamos IVA, impuestos y contribuimos a nivel fiscal. El hecho de que haya tantas críticas se debe a la mala formación de algunos profesionales que hacen unos cursos de fin de semana, por ejemplo, de homeopatía u osteopatía y se dan de alta cuando hacen falta cuatro años de formación. Por unos pocos, pagamos el resto.
Cuando en 2013, el Ministerio de Sanidad anunció que iba a regularizar algunos productos homeopáticos que estaban en un limbo legal, el mundo médico y científico reaccionó de forma airada. ¿A qué se debe?
-Sí, nuestros críticos dicen que hay escasa base científica cuando hay numerosos estudios que avalan las diferentes disciplinas. De hecho suceden algunas cosas curiosas.
¿Cómo cuáles?
-Con la famosa homeopatía, el año pasado ocurrió algo llamativo. En 2015 la gripe fue bastante más suave que otros años. ¿Que sucedió? La gente dijo; como lo que tengo no es mucho, me voy a tomar un remedio homeopático a ver si se me pasa, y ¿qué sucedía? que se le pasaba. Aquí entran en juego muchos factores también la reducción de facturación de las farmacéuticas... y por ello pueden tacharnos de ineficaces. También dicen que cuando analizan la homeopatía solo encuentran agua y azúcar. Pero claro, hasta que no inventaron algunos microscropios tampoco vieron las bacterias.
Explíquese.
-Lo que pasa es que la homeopatía no se basa en la metodologia científica actual y no se le pueden aplicar los mismos estudios. Ahí radica el problema. De hecho, en un congreso en el Parlamento Europeo con ponencias sobre la medicina alternativa se llegó a afirmar que solo el 10% de los tratamientos para el corazón estaban basados en evidencias científicas.
¿Cómo saber si el profesional al que acudimos cuenta con una buena preparación?
-En nuestra asociación, Cofenat, trabajamos con un colectivo profesional cualificado con seguro de responsabilidad civil. Si es un socio cumple con los requisitos necesarios a nivel de estudios y de condicionantes legales. De ahí la importancia de regular estas terapias. El primer beneficiado va a ser el usuario. Además en los países en los que se ha regulado han visto reducido un 30% el gasto sanitario.
Ahora me va a decir que son más baratas estas terapias que la medicina convencional.
-Un dato curioso es que en la Estrategia de la OMS 2013-2024 hay un estudio muy revelador que dice que el dolor de cervicales tratado por un médico de cabecera viene a costar unos 1.400 euros, por un fisio 1.200 y por un quiromasajista o un osteópata solo costaría 423 euros.