Santiago de Compostela - Más de 5.500 hectáreas han ardido en los últimos cuatro días en Galicia, en una oleada de fuegos presuntamente intencionados, y algunos de ellos muy cerca de núcleos de población, contra los que luchan los equipos de extinción y los propios vecinos en una encarnizada batalla contra las llamas. La Xunta anunció ayer que indemnizará por los daños desde este mismo mes, mientras continúan los avisos a la población para que denuncie las prácticas delictivas que conozcan y atajar así los comportamientos ilícitos, como ocurrió ayer con una mujer detenida por ser presuntamente autora de 15 incendios justo cuando trataba de prender otros 7 focos en Cerceda (A Coruña).
El coronel jefe de la Comandancia de A Coruña, Francisco Javier Jambrina Rodríguez, explicó que los agentes de Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) y del puesto de Ordes detuvieron a las 7.30 horas a una mujer de 56 años. Le imputan quince incendios forestales en Cerceda que provocaron, desde el pasado 18 de julio, la quema de 22 hectáreas del término municipal. Fue sorprendida ayer a la mañana cuando intentaba prender otros siete focos, todos cercanos a viviendas, que fueron desactivados por los agentes en seis casos y por un vecino en otro, que avisó a Emergencias.
Estas llamas junto a los domicilios no han llegado a prender, pero las últimas informaciones remitidas por la Consellería de Medio Rural, la “situación dos”, que se decreta por proximidad a las viviendas, se mantiene todavía en el ayuntamiento coruñés de Porto do Son y en las localidades pontevedresas de Arbo y de Crecente, unos lugares en los que la colaboración entre residentes y brigadistas es indispensable para sofocar las llamas.
En Arbo -como también sucede en otras localidades de las provincias de A Coruña, de Ourense y de la propia Pontevedra, a la que este núcleo pertenece- los gallegos viven con cubos de agua apostados en las puertas de sus casas, con tractores con cisternas recorriendo continuamente los caminos de tierra para humedecerlos a modo de cortafuegos y con mangueras que utilizan para ayudar a bomberos, profesionales y helicópteros.
Lucha contra las llamas Las que ven ante sí son imágenes que sin duda alguna queman la retina, pero todos tienen, en la medida de sus posibilidades, el suficiente resuello como para plantar cara a la lumbre. La dolorosa, a la par que angustiosa estampa, se repite por todos los rincones del municipio de Arbo, fronterizo con Portugal, y en las zonas ya calcinadas los propietarios de las casas son los que enfrían los suelos para evitar que se reaviven los distintos focos.
Es el caso de Manuel Carrera, de la parroquia de San Xoán (Arbo), que explicó que se han quedado “sin agua y se ha ido la luz” y también que, por lo que conoce de la zona, estima que “un 80 por cien del municipio de Arbo está quemado”, algo que respaldan las cifras otorgadas por Medio Rural. “El suelo es dinamita ahora mismo, dinamita pura debido a cómo está el terreno, que está totalmente seco”, añadió, y lamentó que vayan a pasar “décadas” hasta que el monte se repueble y vuelva a ser lo que era.
En la zona de Sande, también en la frontera con el país luso, José Luis Cerdeira subió ayer a la mañana una ladera de más de 45 grados de inclinación cargado con calderos para apagar unos matojos que siempre, dijo, empiezan a arder cuando el viento vuelve a soplar. “Me gustaría saber quién es el mal nacido que hizo una cosa así” -reclamó entre sollozos- “porque estuvo arruinando a las familias, arruinándonos a todos, quemando nuestras casas y quemándonos todo”.
Jose Luis y su familia contaban que a ellos no hizo falta desalojarlos porque no llegaron a entrar en casa siquiera, dado que “había que estar fuera intentando que las llamas no llegasen hasta la vivienda” y las cabras que tienen en un pequeño establo.
Desde el pasado martes, se declararon 193 fuegos en Galicia, de los cuales únicamente 5 no han sido controlados todavía, situados en los términos municipales de Porto do Son, Arbo, Crecente, Cerdedo y Laza. El resto de focos incendiarios ha sido, o bien controlados (18) o bien extinguidos (170), por parte de los efectivos de lucha contra el fuego. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ligó la alta cifra de incendios de los últimos días a la elevada actividad incendiaria y a las complicadas situaciones climatológicas.