‘Menos txoko y más subir al Gorbea’ reza el lema de la XXV Semana de las Enfermedades Cardiovasculares. ¿Ha versionado aquello de ‘menos plato y más zapato’?
-Hay que seguir los refranes sabios. Aquello de Desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo. Cenar pronto y poco porque eso no lo vas a quemar. El problema de este país es que se come maravillosamente bien pero en exceso y la obesidad arrastra un montón de problemas médicos.
¿No sabemos comer?
-No. Hay gente que se levanta, toma un café y sale corriendo. Con lo cual a media mañana desenfunda el albal y toma un bocata, se va de txikitos (si puede) y eso le quita el hambre y tampoco come bien. Así que, o pica todo el día, o llega con tanta hambre acumulada que cena en exceso.
La obesidad incide directamente en la arterioesclerosis, uno de los grandes males de la sociedad actual.
-Si la que se obstruye es una arteria coronaria se produce una angina de pecho o un infarto de miocardio, mientras que, si ocurre en el cerebro, provoca un ictus. Por eso la gente debe saber autogobernar la salud de sus arterias. Tenemos la edad que tienen nuestras arterias. Nuestras expectativas de vida dependen de la permeabilidad de nuestro árbol arterial.
¿Cómo son las arterias obstruidas?
-Es algo parecido a lo que vemos en los anuncios de la tele de calcificaciones de las lavadoras o los lavavajillas cuando todos los circuitos internos acaban con una enorme costra de cal que estropea la maquinaria. Aunque en la actualidad el recambio de cañerías está a la orden del día y se puede hacer un bay-pass.
¿Hay muchos factores de riesgo?
-Hay algunos de origen genético pero muchos son reversibles como la obesidad o el tabaquismo. Todo es modificable y tenemos el ejemplo con la ley del Tabaco. Pero con temas como comer o hacer deporte no podemos hacer políticas impositivas, por eso tenemos que intentar persuadir.
Usted ha llegado a recomendar a algún paciente la cirugía bariátrica para que pueda adelgazar.
-Es que hay gente que está enferma por sus propias grasas. Yo conocía a un tipo muy muy delgado, que luego empezó a engordar y llegó a los 150 kilos. Era montañero, pero no podía hacer nada, se fatigaba constantemente y ha perdido 70 kilos. No necesita ni una pastilla y está feliz. Todo eso sin olvidar nunca que la cirugía bariátrica tiene también sus riesgos.
A alguien que necesita una pastilla para el colesterol, otra para la tensión, otra para... ¿Qué le diría?
-Que debe cambiar su estilo de vida y mejorar sus hábitos y seguramente pueda dejar esas pastillas.
Ustedes recomiendan hacer deporte pero el ejercicio está pasando estos meses facturas muy serias con varios fallecimientos.
-Hay que reflexionar por qué ocurren estas muertes súbitas. En los clubes deportivos tienen buenos equipos médicos que les hacen chequeos exhaustivos pero quizá se fijen más en el rendimiento osteomuscular que en sus órganos cardiorespiratorios. Y ocurren esas muertes súbitas debido a arritmias catastróficas.
¿Y qué sucede en las carreras populares o en los maratones?
-Ocurre que mucha gente sale a correr solo con la camiseta sin la preparación adecuada. Muchos no se han hecho ni un mínimo chequeo en el médico de cabecera. Es como si a mi se me ocurre subir al Himalaya sin un entrenamiento previo. - C. Lago