BILBAO. El juego, disponible de manera gratuita en Google Play y Apple Store, permite a los usuarios pilotar un dron y tomar decisiones sobre posibles ataques, a través de dos misiones de entrenamiento y tres con “fuego real”. Durante las misiones, el operador del dron tendrá que enfrentarse a las consecuencias de sus acciones y a los hackers, así como activar la visión del dron, esquivar los obstáculos y fotografiar el terreno para decidir dónde lanzar los misiles.
“En este videojuego no hay vidas extra. Queremos que, aunque sólo sea durante unos minutos, los jugadores vivan en primera persona las consecuencias que puede tener un ataque con un dron armado”, explica Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España.
Una guerra lejana
El videojuego toma como referencia los casos del último informe de Amnistía Internacional, Will I be Next?, que analiza cómo los ataques con drones han producido homicidios ilegítimos por parte de Estados Unidos en Pakistán, que podrían constituir crímenes de guerra. Entre ellos, el de la familia de Mamana Bibi, una mujer de 68 años, que murió como consecuencia de un doble ataque ?al parecer, la alcanzó un misil Hellfire? mientras recolectaba verduras en los campos de la familia y varios de sus nietos andaban por los alrededores.
Las consecuencias de ataques con drones sobre la población en Pakistán que ha documentado Amnistía Internacional son estremecedoras. Lejos de ser un arma limpia y precisa, los drones suscitan muchas preguntas sobre la legitimidad de su uso. “Son preguntas que los gobiernos que los operan no están dispuestos a responder con transparencia. El secretismo que rodea al programa de aviones no tripulados da al gobierno estadounidense, entre otros gobiernos, licencia para matar despreciando las normas internacionales de derechos humanos y las leyes de la guerra”, ha manifestado Esteban Beltrán.
Los defensores del uso de drones armados hablan de supuestas ventajas tácticas: permiten llevar a cabo ataques sobre zonas peligrosas sin riesgo para los pilotos, ya que no están presentes sobre el terreno. También alegan que se trata de una arma precisa y que pueden realizar operaciones largas y en lugares remotos, a diferencia de los aviones pilotados, y con un coste mucho menor.
“La ausencia de bajas en combate puede poner a favor de su uso a la opinión pública, pero nuestras investigaciones demuestran que ataques de drones armados han producido gran número de víctimas inocentes”, asegura Miguel Ángel Calderón, portavoz de Amnistía Internacional y uno de los responsables del proyecto. “Puede que los operadores de drones se sientan con la misma libertad e impunidad al disparar que las personas que jueguen con este videojuego. La diferencia es que el videojuego sí te muestra las consecuencias en el mundo real”, afirma.
Impunidad
Estados Unidos parece haber disminuido en los últimos meses la frecuencia de los ataques con drones en Pakistán. Sin embargo, y a pesar de que la Administración Obama haya asegurado públicamente que llevaría a cabo una investigación de los casos documentados por Amnistía Internacional, no ha asumido ninguna responsabilidad por lo ocurrido.
Los ataques de drones sobre civiles pueden constituir crímenes de guerra o ejecuciones extrajudiciales, es decir, delitos de derecho internacional. Estados Unidos estaría así incumpliendo con sus obligaciones internacionales de investigar violaciones del derecho a la vida, así como de otorgar una rápida, adecuada y efectiva reparación a las víctimas.
Desgraciadamente, Estados Unidos no es el único país en emplear este tipo de armas. Reino Unido, en Siria y Afganistán, o Israel, en Palestina, así como la coalición liderada por Arabia Saudí en el conflicto de Yemen, también usan los aviones no tripulados para sus ataques.