Bilbao - Usted trabaja como enfermera en Urgencias. Ahí ven de todo.

-Es que somos la primera línea. Aunque antes estaba todo abierto y estábamos más expuestos, ahora la configuración es distinta y entran de uno en uno. Antes, si uno empezaba a insultarte o a gritar, y los otros pacientes le miraban, se volvía más gallito y se encrespaba todavía más.

Les da por lanzar objetos, creo.

-Sí, he visto tirar sillas, el ordenador, lo que pillaban en la mesa, cualquier cosa. La mayoría de las veces es porque quieren ser atendidos ya, y creen que ellos son los más importantes.

¿Usted ha sufrido alguna agresión?

-Sí, verbales muchísimas y también me han pegado.

¿Cómo fue aquel día? ¿Qué pasó?

-Estábamos en un box, atendiendo a un paciente psiquiátrico y al ir a cogerle la vía se levantó, me dio patadas, me pegó, me dio una torta y hubiera seguido si no hubiera estado un compañero médico que me echó para atrás y le apartó.

¿Cómo reaccionó?

-Pues aunque hace ya casi 31 años que acabé la carrera, te quedas en shock, no sabe una ni lo que le ha pasado ni cómo reaccionar. Pasas un rato conmocionada, con una llorera impresionante, pero sigues currando.

Siempre acuden los compañeros a socorrer, imagino.

-Pues en otra ocasión muy dura, que estaban por medio unos gitanos, me encontré sola. Los médicos estaban en su sala, los celadores ni se acercaron. Y los guardas jurados, como hay uno o dos en todo el hospital, pues tampoco, y te encuentras sola. Y tuve que seguir atendiendo a ese paciente.

¿No se le puede pasar el impresentable a otro compañero/a?

-Es que estamos los que estamos. Así que mejor tirar para delante y enfrentarte a lo que tienes y no coger miedo.

¿En qué han consistido las agresiones verbales?

-En insultos del tipo hija de no sé qué, te espero fuera ya verás cuando salgas, y si eres mujer más todavía.

¿Se ceban con las mujeres?

-Sí, claro porque cuando hay algún hombre, se cortan más. Con los celadores, que son más bien chicos, se producen menos agresiones.