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Cristina Iglesias recoge el Tambor de Oro de Donostia

La escultora reivindica sus raíces y desea que 2016 convierta la ciudad en referente del arte contemporáneo

Cristina Iglesias recoge el Tambor de Oro de Donostia

Donostia - “Por querer a Donostia y por su aportación a la cultura universal”, la escultora Cristina Iglesias recibió ayer en el salón de Plenos del Ayuntamiento de Donostia el Tambor de Oro que dedicó a su hermano Pepelu, fallecido, al igual que su madre, Maritxu Berridi, que le enseñó “su amor tan grande por esta ciudad”. Emocionada y reivindicando sus raíces, Iglesias también deseó “que 2016 convierta Donostia en un referente del arte contemporáneo en el mundo”.

El acto arrancó con la tradicional Diana a cargo de los tambores y barriles de la Unión Artesana y con un vídeo de presentación de Iglesias, en el que ella misma y personas cercanas hablaban de la artista, de su obra y de su relación con la ciudad: “Es totalmente koxkera, nació en la calle Narrika y eso no lo ha olvidado”. Resaltaron su conexión con la naturaleza, “su rotundidad y fragilidad” y su capacidad para “construir lugares que hacen sentir”. “Espero estar a la altura y ser una buena embajadora de esta ciudad”, afirmó Iglesias desde la pantalla.

Tras el vídeo, fue el exministro socialista Ángel Gabilondo el encargado de la glosa que precedió a la entrega del tambor. “¡Qué apuro!, Eso es lo primero que me dijo, y que le daba pena que no viviera su ama, donostiarra de pura cepa, porque le habría hecho mucha ilusión”. Gabilondo destacó que la obra de Iglesias crea “espacios de justicia y libertad para una vida digna”. Se acordó del que fue su marido, Juan Muñoz, y remarcó que Iglesias “ha nacido y nace y renace cada vez en San Sebastián”.

El alcalde, Eneko Goia, que se estrenaba en este papel este año, tomó la palabra para incidir en que Iglesias “siempre se presenta como donostiarra”. “Las habitaciones de la casa de su amona en la calle Narrika, sus espacios de la infancia y de la ciudad alimentan su deslumbrante capacidad de creación”, afirmó, al tiempo que destacó “la clara voluntad” que hay en su obra “de situarse en el mundo” y las “experiencias de humanidad que son sus obras”. “Cristina, esta ciudad tiene una deuda contigo y sabremos saldarla con una obra que dediques a esta ciudad”, prometió el alcalde antes de acabar: “Esta ciudad te reivindica orgullosa: Bazera, zu ere bai”.

Iglesias subió al estrado y recibió el tambor de manos de Goia al ritmo de los sones de Iriyarena sin poder evitar balancearse al son de los tambores y barriles de la Unión Artesana, acompañada también por unos cuantos pies y manos que no se resistían y marcaban el ritmo entre el público.

Iglesias tomó la palabra para agradecer a la ciudad el tambor y reivindicó el arte “como un lugar de encuentro, como un lenguaje vivo capaz de construir”. También se acordó de su equipo de trabajo y de su familia, presente en la sala. Emocionada, sus últimas palabras fueron, precisamente, para los ausentes, su hermano y su ama.

El acto concluyó con la Marcha de San Sebastián que cantaron muchos de los presentes (también la propia Iglesias) y con la tradicional foto de familia de la premiada con las autoridades presentes en el acto.

tamborrada infantil Y si en la entrega del tambor de oro estuvo muy presente la capitalidad cultural europea, no fue menos la tamborrada infantil. Y es que cuando los casi 5.000 niños donostiarras repartidos en 49 compañías se concentraban en Alderdi Eder, bajo un agradable sol de invierno, se unieron a ellos, a través de dos grandes pantallas, otros 4.000 niños de la localidad polaca de Breslavia, que comparte con Donostia este año el título de capital europea de la cultura.

Los niños breslavos, a 2.116 kilómetros de Donostia, también tocaron con sus tambores varias marchas de Sarriegi al mismo tiempo que lo hacían los donostiarras, en un gran acto de hermanamiento entre las dos ciudades.