París - Los líderes de las dos mayores potencias mundiales, el estadounidense Barack Obama y el chino Xi Jinping, dejaron ayer patente su intención de trabajar juntos durante la cumbre climática de París para lograr un acuerdo que logre reducir las emisiones, pero que también respete sus preocupaciones. Obama y Xi procuraron dejar clara la sintonía que comparten en cuestiones clave de cara a las negociaciones que tratarán de culminar en un acuerdo global que logre contener el cambio climático. Es más, en su discurso en la apertura de la cumbre de París, Barack Obama aseveró que si todos los países participantes en la cumbre del clima -195 más la Unión Europea- deciden “actuar ahora, no será demasiado tarde para la próxima generación”.

El presidente de Estados Unidos aseguró que el mundo se encuentra ante “un punto de inflexión”, que supone “el momento en el que decidimos firmemente salvar nuestro planeta”, en su discurso ante la cumbre del clima (COP21). Para Obama, Estados Unidos, como primera economía mundial y segundo emisor de gases de efecto invernadero, reconoce su papel en el calentamiento global y asume “su responsabilidad de hacer algo” contra ello.

Obama mostró su apoyo a Francia tras los “bárbaros atentados” del pasado 13 de noviembre, “no solo para hacer justicia con la red terrorista responsable de esos ataques, sino también para proteger a nuestra gente y mantener los valores que nos hacen fuertes y libres”. En esa línea, consideró que mantener la celebración de la conferencia del clima “es un acto de desafío” hacia quienes “quieren destruir nuestro mundo”. Convencido de que “el cambio climático puede definir los contornos de este siglo”, Obama dijo que el planeta se encuentra “en un punto de inflexión”, como lo demuestra que 14 de los 15 años más cálidos se han registrado entre 2000 y 2015. “Ninguna nación, rica o pobre, grande o pequeña, es inmune a lo que eso significa”, aseveró.

El mandatario estadounidense recalcó que “somos la primera generación en ver el impacto del cambio climático y la última que puede hacer algo al respecto”. “He venido aquí personalmente para decir que Estados Unidos no solo reconoce su papel en la creación de este problema, sino que asume su responsabilidad de hacer algo”, señaló. Tras alertar de que “uno de los enemigos de la COP21 es el cinismo”, enfatizó que ha habido progresos en la lucha contra el calentamiento global en los últimos años, por lo que ahora el objetivo es “una estrategia a largo plazo que dé confianza al mundo”.

“Garanticemos un acuerdo ambicioso” que tenga en cuenta las diferencias que separan a cada Estado, dijo, al tiempo que pidió la “transparencia” en el cumplimiento de sus compromisos de todos los países. Por todo ello, consideró que si todos los países deciden “actuar ahora, no será demasiado tarde para la próxima generación”, y finalizó su intervención con un llamamiento: “Pongámonos a trabajar”.

China también pide un acuerdo Por su parte, el otro país en el que se centran todas las miradas en esta Cumbre del Clima, China, pidió un acuerdo. El presidente chino, Xi Xi Jinping abogó ante Obama por que ambos países “se asocien el uno con el otro para ayudar a que la conferencia climática logre los objetivos esperados” y que cooperen en beneficio mutuo. Y ambos mostraron su “determinación de trabajar juntos y con otros para lograr un ambicioso y exitoso resultado” en un comunicado conjunto.

Este gesto sigue la estela del anuncio conjunto que ambos mandatarios hicieron en noviembre de 2014, cuando mostraron un inédito frente común en favor de la lucha contra el cambio climático, aunque con medidas lejos de ser uniformes.

Esta alianza crea recelos entre otros socios, como la Unión Europea, que tradicionalmente ejerce el liderazgo mundial en la promoción de políticas climáticas y medioambientales y quiere que ambos países sean realmente ambiciosos, asuman compromisos reales y sean transparentes en sus acciones.

La implicación de China y Estados Unidos es fundamental para alcanzar un verdadero acuerdo mundial y evitar un fiasco como el vivido en la cumbre de Copenhague. La cuestión que queda por responder es a qué precio ambas potencias están dispuestas a comprometerse. Y en qué términos. De hecho, el presidente estadounidense eludió entrar en la cuestión de si este pacto debe o no ser vinculante -algo que demanda buena parte de la comunidad internacional, pero que Washington quiere eludir- y pidió que se tengan en cuenta las diferencias que separan a cada Estado.

China, el mayor emisor mundial de dióxido de carbono (CO2), también quiere asegurarse de que se le concede el margen suficiente para aplicar las soluciones que considere más apropiadas a su situación. “Hace falta que en París rechacemos las visiones estrechas (...) y llamemos a todos los países, en particular a los que están en desarrollo, a asumir su responsabilidad para lograr una solución que nos beneficie a todos”, dijo Xi.

El mandatario chino advirtió de que el acuerdo “tendrá que tener en cuenta la situación nacional” y poner el acento en “disponer de soluciones prácticas”. “Es absolutamente esencial respetar las diferencias que existen entre los países”, insistió, a la vez que pidió que no se prive a los países en desarrollo “de la necesidad legítima que tienen de hacer retroceder la pobreza y mejorar las condiciones de vida de su población”.