GINEBRA. Cada año se colocan 16.000 millones de inyecciones, de las cuales un 5 por ciento son utilizadas para inmunizar a niños y adultos y un porcentaje similar para procedimientos tales como transfusiones sanguíneas y contraceptivos inyectables.

El restante 90 por ciento son inyecciones instramusculaes o cutáneas a través de las que se administran medicamentos, pero que en muchos casos son innecesarias o podrían ser reemplazadas por medicación oral.

"Una razón para eso es que en muchos países la gente espera recibir inyecciones porque creen que esto representa el tratamiento más efectivo", explicó el director del Departamento de Seguridad de la OMS, Edward Kelly.

Una razón adicional, esta vez de carácter económica, es que para muchos trabajadores sanitarios en países en desarrollo, poner inyecciones como un servicio privado les aporta un ingreso adicional.

Según el organismo sanitario, millones de personas podrían ser protegidas de infecciones adquiridas a través de infecciones inseguras si todos los programas sanitarios optaran por jeringas que no pueden utilizarse más de una vez.

Un estudio realizado en 2014, con el auspicio de la OMS, estimó que en 2010 -último año para el que contaba con datos suficientes para realizar este cálculo- hasta 1,7 millones de personas se infectaron con el virus de la hepatitis, y cerca de 34.000 con el del sida, a través de inyectables.

Para los que creen que usar un jeringa más de una vez es una práctica eliminada o que, en todo caso, sólo puede persistir en países pobres, Kelly recordó que en 2007 se produjo un brote de hepatitis C en Nevada (Estados Unidos) debido a un médico que utilizó una jeringa para una anestesia y luego la utilizó en otros pacientes.

Kelly explicó que la manera de eliminar el riesgo humano en el uso de inyectables es haciendo universal el uso de jeringas autodescartables, un tipo de producto cuyo uso se generalizó notablemente en los años noventa.

"Esto es lo que recomendamos... no una jeringa en particular, producida por una compañía".

De esas "jeringas inteligentes" existen al menos tres modelos que la OMS avala: una de ellas se rompe si se intenta volver a introducir líquido en ella después de puesta la inyección, otra en la que la jeringa se bloquea a si misma, mientras que hay un tercer tipo en el que la aguja entra en el barril de la jeringa al término de la inyección.

La OMS planea ahora movilizar a los donantes para acelerar la "transición" hacia ese tipo de jeringas, que cuestan el doble (6 a 8 centavos de dólar) que las inseguras, aunque se anticipa que su precio se reducirá conforme la demanda aumente.

El objetivo del organismo sanitario es que para 2020 se usen exclusivamente ese tipo de jeringas, con la excepción de las intervenciones en las que el bloqueo de la jeringa interfiera en el procedimiento médico.