madrid - “El Gobierno ha adoptado todas las medidas de salud pública que eran necesarias y en las últimas semanas ha quedado patente la eficacia del Sistema de Salud”. Esta frase corresponde a la ministra de Sanidad, Ana Mato, a una interpelación del senador del PNV José María Cazalis, el pasado 9 de septiembre, inquieto por los protocolos que se llevan a cabo. Un mes después, Ana Mato ha optado por agachar la cabeza con la esperanza de que pase cuanto antes la tormenta del ébola que le ha estallado justo cuando empezaba a sacar pecho de su gestión en la repatriación de los dos misioneros que llegaron muy graves a Madrid y que murieron al poco de llegar. Veinticuatro horas después del primer contagio en el mundo de ébola fuera de África por parte de Teresa Romero Ramos, una auxiliar de enfermería, que formó parte del equipo que atendió a Miguel Pajares y Manuel García Viejo, la ministra y su equipo optaron ayer por eludir cualquier responsabilidad pese a que el protocolo de actuación que ellos mismos diseñaron falló estrepitosamente.

El 25 de septiembre moría García Viejo en el Hospital Carlos III de Madrid -el mismo centro otrora especializado en enfermedades infecciosas y que los responsables del PP de la Comunidad de Madrid iniciaron su desmantelamiento para reconvertirlo en un centro de mediana y larga convalecencia- y Teresa, una auxiliar de enfermería de 44 años, entró por segunda vez en la habitación que ocupaba el misionero fallecido. Al día siguiente se marchó de vacaciones aunque no salió de Madrid e incluso el día 27 acudió a una OPE del hospital donde trabaja.

Sin embargo, todo se torció el pasado 30 de septiembre. Como todos los días desde que entró en contacto con los misioneros, Teresa se tomó la temperatura y tenía fiebre, pero no los 38,6 grados que marcaba el protocolo dictado por el Ministerio de Sanidad. Alarmada se puso en contacto con el centro de salud de relaciones laborales del hospital La Paz al que pertenece el Carlos III. Así hasta en tres ocasiones la enfermera comunicó a su centro que tenía síntomas del virus. Sin embargo, el protocolo no se activó debido a que su temperatura corporal no superaba los 38,6 grados incluso en una ocasión se le recomendó que fuera a su centro de salud. Finalmente, el domingo por la noche su estado se agravó y tras una nueva llamada se ordenó que acudiera al servicio de Urgencias del hospital donde vive, en Alcorcón.

Indignación entre los sindicatos “A lo mejor hay que cuestionarse el protocolo de esta enfermedad poco conocida y luego veremos por qué fue derivada a la atención primaria y a su hospital de referencia”, replicó ayer el secretario general de la Asociación de Médicos y Técnicos Sanitarios (AMYTS), Julián Ezquerra, en la rueda de prensa que compartió con los demás representantes sindicales. Por eso añadieron que “evidentemente” se produjeron fallos en el protocolo y afearon, a renglón seguido, que se haya “aventurado” por parte de las Administración que pudo tratarse de un error humano. “Lo que queremos son profesionales informados, con protocolos adecuados, sin incertidumbres ni riesgos”, remarcaron. De hecho, las organizaciones sindicales hicieron una defensa cerrada de la auxiliar de enfermería explicando que cuenta con catorce años de experiencia a sus espaldas y que había trabajado en el Hospital Carlos III antes de su desmantelamiento, es decir, que tenía preparación para trabajar con enfermedades infecciosas. “Estaba entrenada para afrontar esa situación”, remarcaron, ante las insinuaciones por parte de los responsables sanitarios de que el contagio se produjo por un fallo humano.

Mientras, la ministra de Sanidad, después de su breve comparecencia del lunes, optó ayer por guardar silencio. De hecho no acudió al Congreso de los Diputados a una comparecencia -en su lugar acudió la directora general de Salud Pública, Mercedes Vinuesa, que no hizo ninguna autocrítica de lo ocurrido- ni tampoco participó en la videoconferencia organizada con los directores autonómicos de Sanidad. Mientras, todos los partidos de la oposición pidieron al unísono que dé explicaciones en el Congreso, algo que accedió a última hora de ayer. El portavoz del Grupo Vasco, Aitor Esteban, instó a la ministra a que explique “todas las decisiones políticas y sanitarias adoptadas en relación al caso de la enfermera contagiada”.Por su parte, Teresa Romero permanece estable y evoluciona favorablemente mientras ha comenzado ya a recibir el suero hiperinmune procedente de la hermana Paciencia, que sobrevivió al virus del ébola, además de un antiviral.