VITORIA - Trabajo por delante y por tanto, margen de mejora, hay. No obstante las considerables labores realizadas durante los últimos años en la optimización de redes de abastecimiento, saneamiento y suministro en Euskadi así como la concienciación ciudadana han hecho posible reducir en la última década el consumo medio de agua por persona y día hasta situar el año pasado la cifra en los 128 litros, tal y como consta en una respuesta parlamentaria. En 2002, por ejemplo, fueron 174 litros por día y persona.

Una cifra inferior a la media estatal (142 litros por persona y día en el año 2011, según el INE) y que aún podría ser corregida -tanto en el ámbito doméstico como industrial y agrícola- con la puesta en marcha de prácticas humanas más responsables y dinámicas empresariales más sostenibles. Y, por debajo también de los 130 fijados por ley para el pago del canon ecológico que se aplica en Euskadi desde el año 2009. Con todo, las instituciones tienen su parte que cumplir en el desafío de reducir el consumo de un bien finito como es el líquido elemento. La propia Ana Oregi, consejera del Departamento de Medio Ambiente y Política Territorial, recordaba ayer el notable esfuerzo conjunto acometido en la geografía vasca en materia de gestión de recursos hídricos, abastecimiento, saneamiento y suministro de agua en cantidad y de calidad, pero reconocía que aún quedan algunos puntos por solventar; principalmente trabajos de saneamiento y en zonas concretas.

Tal y como expresó Oregi durante la presentación en Euskadi del Informe de Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo, están pendientes de finalización las obras de saneamientos en la comarca de Alto Nerbioi, algunas áreas de Urdaibai y en Pasaia. Asimismo, agregó, algunos municipios pequeños requieren todavía de atención institucional en forma de inversiones y coordinación entre administraciones.

Se refería con estas palabras a las tareas de saneamiento que siguen abiertas en el capítulo de pendientes en la agenda de su Departamento, pero también de la Diputación Foral de Araba y de algunos pequeños ayuntamientos alaveses. "Los saneamientos son competencia de los ayuntamientos; y en el caso de Álava, de los concejos, de las juntas administrativas. Pero las necesidades de inversión superan las posibilidades de esos entes locales".

Retos que cumplir Y es que, una vez más, las apreturas económicas y presupuestarias están demorando la ejecución de trabajos para los que, en determinadas ocasiones, se recurre a financiación de fondos estatales e incluso europeos. "Aunque parezca mentira -resumía la consejera Oregi- en un entorno socio económico como el nuestro tenemos retos que cumplir, cuestiones en las que avanzar: saneamiento, acceso a agua a todos los núcleos y en materia de saneamiento. A pesar del gran esfuerzo que se ha hecho en Euskadi durante los últimos treinta años todavía tenemos que mejorar en algunas cuencas", apuntillaba.

En cualquier caso, la iniciativa conjunta de instituciones y de miles de personas concienciadas con la escasez del líquido elemento ha permitido moderar y subsanar los dispendios ocasionados por errores humanos (grifos abiertos, baños en vez de duchas, uso del inodoro como papelera,...) y fugas en la red de tuberías, básicamente. De ahí las obras anunciadas en bandos municipales que puntualmente obligan a cortar el suministro para reparar el estado de los conductos y, en consecuencia, la eficiencia del servicio de suministro. Gracias a ello ha sido posible llegar y estabilizarse en un consumo doméstico por debajo de esos 130 litros por persona y día, de media. Una ducha de cinco minutos supone el gasto de unos 75 litros; poner una lavadora puede rondar los 50, según el programa y la carga; un lavavajillas cerca de 20 litros, también en función del ciclo escogido; y tirar de la cadena del inodoro, unos 10 litros. Y a esto habría que sumar los destinados a cocinar, labores de limpieza, regar las plantas de casa o simplemente, llenar el vaso o la botella para beber.