Desde septiembre trece institutos vascos están inmersos en Hauspoa, una experiencia piloto que podría revolucionar la vida escolar. Bajo el seguimiento del Departamento de Educación, todos han implantado en Secundaria la jornada continua. Pero por las tardes abren sus aulas a toda suerte de actividades de refuerzo y educación no formal (talleres) para mejorar el rendimiento. Además de las 1.050 horas lectivas obligatorias, los institutos Hauspoa (seis de Araba, siete de Bizkaia y uno de Gipuzkoa) han ofrecido entre 150 y 250 horas extra a su alumnado, lo cual ya está dando resultados tanto a nivel de calificaciones como en el clima escolar.

No obstante, el Gabinete que lidera Cristina Uriarte ha decidido no generalizar el sistema y abrir una nueva convocatoria el curso que viene ya que "un solo curso es muy poco para llegar a unas conclusiones sólidas", afirma Jesús Fernández, director de Centros Escolares del Gobierno Vasco. En cierto modo, Educación teme que Hauspoa sea la excusa a la que se acojan algunos centros para materializar la vieja aspiración de implantar la jornada continua en ESO, sin que esta reestructuración del horario se acompañe de un proyecto de innovación pedagógica que contribuya a dar un salto de calidad tangible.

El curso que viene estos 13 centros continuarán en este programa, de tal manera que el Departamento tendrá un año más para "examinar en mayor profundidad una serie de aspectos concretos para que podamos extraer las conclusiones que nos permitan abrir una convocatoria general el curso 2015-2016", argumenta Fernández. A la luz de los resultados parciales, "las condiciones que deben reunir los centros serán mucho más precisas y exhaustivas que este año", asegura el impulsor de Hauspoa. Y es que a día de hoy tanto la participación del profesorado como del alumnado es voluntaria. Y la oferta de actividades es de lo más heterogénea, lo cual impide saber a ciencia cierta qué parte de la oferta no formal sirve verdaderamente para elevar el rendimiento.

En cualquier caso, Fernández se siente "satisfecho" con los primeros informes elaborados por el servicio de Inspección Educativa, el personal de los Behargintza y un grupo de investigación de Mondragon Unibertsitatea, labor a la que próximamente se unirá la Universidad de Barcelona.

Aun así, admite que dentro de este grupo reducido de institutos cabe margen de mejora. "Puedo decir que más de la mitad de los centros llevan unos proyectos muy potentes y algunos, por distintos motivos, no tanto". El Instituto Miguel de Unamuno (Bilbao) es uno de esos centros que han cogido con fuerza la ola de Hauspoa.

Según su director, Iñaki Orbe, el cambio más destacable en el centro es que "hemos dado otro aire al instituto". Orbe explica que "el mero hecho de tener toda la enseñanza reglada de mañana ha hecho que el ambiente sea muy, muy tranquilo".

Además, apunta que las dos sesiones voluntarias de las tardes "se desenvuelven en un ambiente muy familiar" ya que son grupos reducidos (8-10 alumnos). "Un mayor sosiego en el ambiente de trabajo tiene que traer a la fuerza una mejora de resultados, lo veremos", dice Orbe. En este sentido, afirma que "los resultados de la evaluación intermedia del proyecto van en esa dirección". Por ejemplo, el 48% del alumnado que ha pasado por las clases de refuerzo de Lengua de 1º de ESO ha mejorado o un 59% en 2º. El proyecto Hauspoa de este instituto ofrece clases de refuerzo de Lengua, Matemáticas, Euskera e Inglés a los estudiantes que determinan sus profesores de la mañana y se informa a las familias, que deben dar su consentimiento.

"Estas clases son únicamente de un mes y si vemos que necesitan más ayuda se les invita a que se queden. Pero, en principio, son de un mes porque no queremos que esto se vea como un castigo sino como una oportunidad, como el privilegio de tener a un profesor para resolver tus dudas", asegura Elixabete Pino, profesora de Inglés en ESO que da refuerzo de inglés y euskera. "Me parece que es un proyecto muy positivo porque los grupos son más reducidos, la clase es más específica, porque casi todos los que asisten comparten parecidas dificultades. Además, no ven que haya diferencias con otros compañeros lo cual les sube la autoestima".

Otra profesora de Matemáticas, que completa su horario con las estas clases extra, considera que "en general el balance que hacen los alumnos es positivo, algunos logran aprobar y otros aún no, pero están en el camino". Y las familias, señala, "están respondiendo bien pero tienen que implicarse cada vez más porque vemos que a algunos alumnos les falta el hábito de estudio, no tienen interiorizado el sentido de la responsabilidad y les tenemos que ayudar a que sean responsables y autónomos, sobre todo". Para esta profesora, "el trabajo no termina en el aula".

De alumna a profesora en un día Además de las clases de refuerzo, el Instituto Miguel Unamuno ofrece una escuela de deberes. Se trata de una escuela muy especial en la que los profesores son exalumnos o estudiantes brillantes del propio centro. Es lo que se llama en el argot educativo trabajo colaborativo.

Ixone Urruela cursa 2º de Bachillerato y ha dirigido la escuela de deberes junto a otros cinco compañeros. "A diferencia de los talleres, en la escuela de deberes lo que he hecho ha sido enseñar a los chavales a aprender a estudiar y ayudarles con sus dudas". A esta ingeniera en ciernes no le costó mucho asumir el cambio de rol: estudiante de mañana, profesora de tarde. "En realidad te sientes identificada con ellos porque tú también has estado en su lugar, por tanto conoces los trucos, las trampas, como copiar los deberes a los amigos. Yo lo que he querido hacer es decirles, desde la experiencia, lo que les va a servir para aprobar". Ixone considera que la actividad "ha sido muy positiva a nivel de resultados porque muchos han mejorado. Y también lo ha sido a nivel personal porque me he sentido útil ayudando a mis compañeros más pequeños. Además, aprendes a hablar, a comportarte delante de mucha gente, a explicar cosas..." Esta joven se ha empeñado en hacer bien las cosas porque "no quería que me pusieran un mote, como al resto de profesores". Y lo ha conseguido. O eso cree. Además se ha establecido un bonito vínculo con sus pupilos. "Estando en las fiestas de mi barrio mis alumnos se me han acercado, me saludan y bailan conmigo. Mis amigas me dicen que tengo un club de fans". Lo que pasa, describe, "es que estableces una relación distinta a la de alumno-profe. Me tenían respeto porque soy más mayor, pero es que no soy su profe normal".

Raquel Pardo, 2º de Bachiller, comparte esta opinión. "Contamos con la ventaja de que nos sabemos los trucos. Te hacen sentir como una amiga ya que la diferencia de edad no se nota. Creo que al ser de su misma edad todo es mucho más cercano". Raquel ha impartido taller de Física y Química en 4º de la ESO y quiere ingresar en Matemáticas. Entró en Hauspoa porque "tengo una hermana que está en cuarto de la ESO y estaba en el taller para preparar la beca Viuda de Epalza".

Ella y una compañera se presentaron como voluntarias para enseñar en el taller de refuerzo de Física y Química. "Aún no tenemos los resultados, porque no han salido las notas de las recuperaciones, aunque espero que aprueben mis chicos", afirma. De lo que se siente más "orgullosa" es de " ser capaz de dar una clase y que no se te fueran de las manos los alumnos". Ambas estarán el curso que viene en la universidad, pero no dudan en recomendar a sus compañeros de instituto que tomen el relevo porque "merece la pena".