nadie sabe qué ha pasado pero con las elecciones europeas hemos topado! Dentro de dos domingos votamos en todo Europa para configurar un parlamento que, aunque parece muy lejano, sus leyes nos gobiernan desde hace años. Ya estamos en campaña electoral y los partidos intentan enseñar cuál es su producto, unos nos ilustran con su trabajo ya realizado, sobre todo aquellos que han más que cumplido con su trabajo y no se han dedicado a tocar el acordeón y poco más, mientras otros hablan de lo que harán, pero todos se tienen que acercar al ciudadano y en forma de escaparate mostrar su mercancía para ver si el día 25 les damos nuestro voto.

De salida, hay unos partidos, que en el conjunto del Estado español juegan con ventaja. La circunscripción única, es decir, que todos nuestros votos entren a un saco común sin tener en cuenta las diferentes realidades sociológicas del Estado hace que un voto vasco se junte con uno de Melilla, de Murcia o Madrid, cuyos intereses en nada se parecen a los que los vascos tengamos que defender en Europa. Tenemos muchas más afinidades con el triángulo Aquitania, Asturias o La Rioja que con los lugares antes mencionados.

Pero además de esto, que ya de por sí cuestiona este sistema de elección, en las naciones como Euskadi, Cataluña o Galicia los partidos nacionalistas tienen un mercado de votos infinitamente inferior al de todo el Estado. En nuestro caso tenemos 2 millones de potenciales votantes en los cuatro territorios vascos donde los partidos nacionalistas tienen una formidable implantación pero claro, el saco del que luego saldrán los europarlamentarios entran los 36 millones de potenciales votantes de todo el Estado, diluyéndose como azucarillo en café caliente nuestra diferente realidad.

Esto no ocurre en un Estado vecino clasificado como el más centralista de toda Europa. Sí, en Francia hay varias circunscripciones divididas por zonas; por ejemplo, Iparralde entra dentro de la circunscripción suroeste, donde se reparten 10 de los 74 europarlamentarios que este país envía a Estrasburgo, lo que permite una representación más adecuada a la sociología y realidad de cada zona.

Este problema es el origen de que los partidos nacionalistas necesiten de todos sus votos e intentan que haya en sus zonas menos abstención para así paliar, en cierta manera, la desventaja de competir con los partidos de ámbito estatal.

Spain is different y el centralismo, cuando puede, siempre reaparece, por eso los partidos de ámbito nacionalista se tienen que unir para que la suma de sus votos en las diferentes zonas, puedan competir con más solvencia.

El PNV lo ha conseguido, se ha alineado con CiU, inmerso en un proceso independentista de órdago, utilizando el término que el PNV acuñó a principio del siglo XXI del derecho a decidir. También ha conseguido unir en este proyecto a Coalición Canaria y parte del roto Bloque Nacionalista Galego (BNG), es decir, las tres nacionalidades más la que aspira a serlo porque además la historia así le avala: Canarias.

Mientras, la izquierda abertzale en esta aventura parece que se ha quedado sola y sin novia que se le acerque. Aquella vendida idea de ir con Ezkerra Republicana, su ejemplo a seguir, se frustró cuando los catalanes no quisieron compartir cartel con Bildu perdiendo, de esta manera, la posibilidad de llegar a acuerdos con los grandes partidos de otras naciones hermanas. De nuevo se distinguen dos formas de hacer, de actuar y de afrontar la política que no es más que saber llegar a acuerdos con otros seres humanos con semejantes intereses.

2 millones de vascos en un saco de 36 millones de votos, cada uno de nosotros tendrá la posibilidad de acercarse a las urnas en 15 días y decidir si queremos decidir algo como vascos en esa Europa que tantos disgustos nos ha dado así como casi 75 años de paz.