Lemoa - El mes pasado, durante la celebración del día del árbol, uno de los rincones vascos más emblemáticos de la lucha contra el fascismo, la Peña Lemona, amaneció decorado con esvásticas nazis. Estas señas de identidad de los grupos de ideología antidemocrática aparecieron en uno de los paneles explicativos que el Gobierno vasco y el Ayuntamiento de Lemoa habían colocado en las inmediaciones de un campo de trabajo que el verano pasado desenterró vestigios de las cruentas batallas vividas en 1937 sobre estas laderas entre las últimas defensas de la democracia y las tropas franquistas. Esta acción vinculada a la extrema derecha no es la única vivida en Euskadi en los últimos años. Si bien es cierto que los seguidores de esta ideología se dejan ver poco, sus "esporádicos" ataques siguen repitiéndose en la CAV que no se libra de sus proclamas escondidas, en la mayoría de los casos, tras el anonimato que les proporciona la cara tapada.
Según el equipo de investigación de la Ertzaintza, casi todas las apariciones de los fascistas en Euskadi están protagonizadas por pancartas y pintadas, como la ocurrida en Lemoa, a las que se suman las que incluyen lemas de carácter xenófobo. De hecho, el incidente más grave ocurrido este año en territorio vasco a manos de los antiguamente llamados 'cabezas rapadas' se produjo en Bilbao cuando desconocidos agredieron y atracaron a dos personas de origen magrebí con insultos de corte racista.
Los hechos más significativos registrados el año pasado se produjeron durante una protesta en junio. Entonces, un grupo de diez personas se congregó en Bilbao para criticar la detención de un miembro del clan ultraderechista Juventudes Nacionalistas Revolucionarias. En agosto, en Irún, otro grupo de aficionados de esta ideología del equipo francés Olympique de Lyon exhibieron pancartas ultras y en octubre, en Donostia, la Ertzaintza identificó a catorce personas por una pancarta a favor de la formación neonazi griega Amanecer Dorado.
Además, ocasionalmente, en años anteriores las calles de las capitales vascas recibieron las visitas organizadas de grupos españoles de ultraderecha, en fechas significativas, "buscando supuestamente provocar a grupos locales de ámbito radical, que derivaron en incidentes", recuerda la Ertzaintza.
En 2013 además, grupos de la izquierda antifascista denunciaron la posibilidad de que Bilbao estuviera asistiendo a la formación de un nuevo grupo de pensamientos hitlerianos.
Según aseguraron, podrían ser sucesores de los llamados miembros de Orden Nacional, un grupo neonazi que el departamento de Interior del Gobierno vasco investigaba en los años noventa y que reivindicaban la realización de un "examen revisionista" de páginas negras de la historia como el Holocausto judío.
Tal y como aseguró el entonces titular del departamento, Javier Balza, los miembros de este tipo de grupos no pertenecen a sectores marginales de la sociedad, como cabría pensar. Suelen ser jóvenes de clase media, que muestran un carácter violento hacia colectivos diferentes y también hacia quienes no piensan como ellos.
Para encontrar más ataques fascistas, hay que remontarse hasta 2010 cuando una trabajadora del metro, de origen paraguayo, denunció a la Policía Municipal haber sido insultada y agredida en uno de los viajes del suburbano entre las paradas de Sarriko y Moyua. Patadas en el estómago, puñetazos en la cara y arañazos fue el resultado del encuentro de la mujer con los dos individuos, un chico y una chica, ambos jóvenes y fuertes. El delito del la chica: hablar en guaraní por teléfono móvil en un vagón lleno de viajeros que no se atrevieron a llamar la atención de los agresores que, esta vez sí, llevaron a cabo su gesta a cara descubierta y a plena luz de las bombillas del metro.
Perfil. A tenor de los datos registrados, el perfil de los miembros de grupos de corte neonazi no es el de personas marginadas sino el de jóvenes de clase media que se muestran violentos ante quienes no piensan como ellos y hacia colectivos diferentes.
Lemoa. El último sabotaje acontecido, el de Lemoa, ya está solventado. El Ayuntamiento limpió las esvásticas del panel informativo para que los visitantes a este enclave sigan conociendo los descubrimientos hechos en el lugar. Durante el campamento de trabajo, jóvenes de todos los lugares del mundo sacaron a la luz restos de varias trincheras con nidos de ametralladoras, varios casquillos de munición y hasta un obús que tuvo que ser desarticulado por el equipo especial de la Ertzaintza.