BILBAO. La sección segunda de la Audiencia provincial de Bizkaia ha acogido este lunes la segunda sesión del juicio por la muerte de Mireia, en la bilbaína calle Ramón y Cajal, en Deusto, después de que el pasado viernes se designara el jurado y se diera lectura de los escritos de calificación.

El Ministerio fiscal solicita una pena de 15 años de prisión y 20 de internamiento psiquiátrico para R.T., acusado de acuchillar hasta la muerte a la mujer, el 25 de mayo de 2012, la acusación particular pide 25 años, al entender que se da el agravante de ensañamiento, y la defensa solicita la libre absolución.

En su declaración, el acusado ha explicado que el día de los hechos acudió al veterinario a llevar a su gato y después regresó a su domicilio, donde se encontraba su madre, quien, "dos o tres veces a la semana" visitaba a su hijo y le hacía las compras y tareas domésticas.

R.T. ha asegurado no tener "ni el más mínimo recuerdo" de lo que ocurrió desde que su madre le dejó en su domicilio "fumando un cigarro" y hasta que se vio en la comisaría "quitándose la ropa ensangrentada". "Me dijo la policía lo que había pasado. Me vi con la ropa manchada de sangre", ha manifestado, para reconocer después como suyo el cuchillo con el que presuntamente acabó con la vida de Mireia.

Por otro lado, el acusado, que en enero de 2011 tuvo que abandonar su domicilio por una orden de alejamiento tras "problemas" con los vecinos, ha reconocido tener diagnosticada una esquizofrenia paranoide y haber estado ingresado en el Psiquiátrico de Zamudio de junio a julio de 2011, tras un incidente con su hermanastra cuando se trasladó al domicilio de su madre.

Tras salir del Psiquiátrico de Zamudio, R.T. se puso en tratamiento médico pero, después de cambiar de psiquiatra varias veces, dejó de acudir a los profesionales médicos y tampoco tomaba la medicación porque "pensaba que iba a estar bien sin medicación". De esta forma, ha reconocido que podría llevar "ocho o nueve meses" sin tomar la medicación antes de ocurrir lo hechos por los que se le juzga.

R.T., que también tuvo problemas con dos hermanas que residían en una vivienda de su mismo descansillo que derivaron en una denuncia, ha asegurado que "nunca" había discutido con Mireia, aunque sí se quejaba a su madre de que, desde hacía tres años antes de la muerte de Mireia, "oía voces" del piso de arriba, donde residía la víctima, que "pensaba que iban dirigidas a mí y decían que me iban a echar del edificio".

Sin embargo, la víctima llevaba residiendo en el piso superior al del acusado desde un año antes de su muerte y trabajaba en el turno de noche de una residencia, lo que el acusado ha declarado desconocer, aunque sí ha insistido en que le "molestaban los ruidos del piso de arriba", pero no se quejó a Mireia.

El mismo día de la muerte de Mireia, el acusado ha dicho recordar que estaba "enfadado" porque la víctima "hacía mucho ruido" y le dijo a su madre que subiera a quejarse, pero ésta no lo hizo y "se fue a las compras". Desde ese momento, R.T. no recuerda haber salido de casa, ni tampoco haber escuchado el ruido de la puerta de Mireia al cerrarse cuando salió, ni el sonido de la maleta con ruedas que la víctima llevaba el día de los hechos. Tampoco recuerda si él salió de casa con un cuchillo, aunque sí la ropa que llevaba puesta.

Preguntado por su abogado defensor si se dio cuenta de que podía ser el autor cuando se encontraba ya en la comisaría, R.T. ha respondido que "me contaron lo que había pasado, tenía la ropa manchada de sangre y me di cuenta de que había sido yo".

TESTIGOS

La primera testigo en declarar ha sido una vecina que cuando sucedieron los hechos residía de alquiler en el cuarto piso del mismo inmueble que el acusado. Según ha explicado, el 25 de mayo de 2012, tras regresar del trabajo, oyó una discusión en la calle y al asomarse por la ventana vio a R.T y a Mireia junto al portal.

Cuando vio que forcejeaban y que el acusado agarraba a la víctima por los antebrazos fue a buscar el móvil para grabar lo que estaba ocurriendo y, al volver a asomarse, Mireia estaba ya "tirada en el suelo, entre un coche y un contenedor, y el de rodillas, agachado sobre ella, que no se podía levantar".

"El, no se de dónde, ya tenía el cuchillo, le vi clavárselo varias veces en la tripa, empezó a saltar la sangre y le dije a mi pareja que estaban matando a mi vecina y que llamara a la policía", ha indicado, para asegurar que R.T. "no paraba de clavarle por toda la tripa, por todo el cuello, removiéndolo y volviéndoselo a clavar", mientras decía "*eso era lo que querías?, *te vas a morir ya?". "El siguió clavándole hasta que vio que ya no se defendía. Después abrió el portal y se metió en su casa", ha concluido.

Por su parte, otra testigo que en el momento de los hechos se dirigía a su domicilio con la compra por la calle Ramón y Cajal, caminando por la acera de enfrente del portal del acusado, ha explicado que oyó gritos y que, en un principio, le pareció "un conflicto de pareja".

En un primer momento, desde donde se encontraba, creyó ver que el acusado le propinaba puñetazos a la mujer, que gritaba "no por favor" mientras él decía "te mato" y "muere, muere". Fue al acercarse más, cuando vio caer a Mireia al suelo, intentando zafarse de su agresor, que le clavaba un cuchillo. "Fue en ese momento, cuando él incorporó la vista, cuando fui consciente de que no le estaba dando puñetazos, sino puñaladas", ha declarado.

Esta testigo ha señalado que cuando el acusado la vio le preguntó "*que pasa?", y, en ese momento, Mireia intentó liberarse, pero "el volvió a su objetivo y siguió dándole al cuello, al pecho, constantemente dándole". La testigo entró en un bar para alertar de que estaban "matando a una mujer" y cuando volvió a salir la pobre mujer ya no se movía" y "él se jactaba".

"Cuando entré en el bar dije que eran 32 puñaladas, pero podía haber dicho que eran 180 porque era un sinparar. Ella intentó todo lo que pudo, pero el dijo la mato y, efectivamente, la mató", ha declarado tras un biombo, para reiterar la actitud "amenazadora y chulesca" del acusado, que "tenía muy claro que quería matarla".

La siguiente testigo ha sido una mujer que trabaja en una oficina cercana, que, tras oír "gritos desgarradores de dolor", salió del local y vio cómo un hombre "estaba acuchillando a una mujer". "Era ensañamiento puro y duro, una detrás de otra", ha relatado.

Por otro lado, un vecino del acusado, que se encontraba en el bar al que una de las testigos entró a pedir ayuda, ha asegurado que "cada tres o cuatro puñaladas" R.T. "levantaba la mirada" con actitud "amenazadora" y volvía a apuñalarla.

El último de los testigos que ha declarado este lunes, el propietario de un taller eléctrico junto al portal del acusado, ha relatado que salió al oír gritos de la gente y se encontró con R.T. "sentado a horcajadas" sobre Mireia, "dándole cuchilladas en el cuello y diciéndole muere, muere".

Este testigo entró en su taller a coger una barra con la que enfrentarse al acusado, y, cuando volvió a salir, R.T. se levantó, se giró hacia él con el cuchillo y, después, entró al portal. "Le vi como si estaría perdido", ha concluido.