Bilbao. Con un mensaje dispuesto a despertar conciencias y la mirada atenta a todo cuanto ocurre en tierras vascas, Unai Pascual (Gasteiz, 1973) no descuida lo que sucede fuera de Euskal Herria porque comprende, y así lo transmite este economista experto en asuntos ambientales, que la estrategia para avanzar hacia un modelo de sociedad sostenible debe ser local y global, y compartido por la ciudadanía de a pie, la comunidad científica y la Administración.

¿Cuál es el espíritu de Klimagune?

Analizar y debatir cómo podemos transitar hacia la sostenibilidad a través de la innovación social y tecnológica, y la gobernanza. Pasar del discurso a la práctica constructiva. Y ser un altavoz para que los tomadores de decisiones y la sociedad atiendan estas reflexiones científicas y empiecen a ponerlas en práctica de forma coordinada.

Aplicado al caso vasco, entiendo.

Tenemos que encontrar qué ventaja comparativa tenemos para desarrollar innovaciones sociales, económicas y políticas. Hay muchas ideas interesantes con las que se está experimentando, sobre todo por parte de la sociedad civil organizada, pero debemos de darnos cuenta que tenemos muchas capacidades que nos pueden ayudar a realizar nuestra propia transición.

Guk geurea...

Somos un país pequeño pero con mucho potencial a muchos niveles.

¿Por ejemplo?

El capital social, que son las redes de confianza, las visiones conjuntas que puede tener una sociedad para realizarse a sí misma y ante otras.

Pero en esa transición hacia la sostenibilidad hace falta más.

Es un puzzle con muchas piezas: capital social, humano e intelectual, productivo, ambiental, legal, político...

¿Y sabemos hacia dónde mirar?

Hay movimientos sociales que desde sus ámbitos locales experimentan con ideas de transición, ONG,... o las experiencias de los transition towns, al sur de Inglaterra a partir de 2006.

¿En qué consisten?

Son núcleos urbanos que a nivel oficial incluso han ido más allá de las Agendas 21 y tratan de dar cauce de forma práctica y constructiva a esas ideas de transición. Pero estos modelos también los hay en Bizkaia o en Iparralde. Sin caer en ejemplos anecdóticos, ya que hay muchas experiencias, ya se están dando nuevas iniciativas como los mercados locales de productos de nuestros baserritarras o utilizar monedas fuera del circuito financiero para que la cercanía en las transacciones sea más fluida, no haya especulación.

Se refiere al 'eusko'.

El eusko es una iniciativa que va en esa dirección, pero hay multitud de experiencias y no sabemos hasta qué punto son acertadas. Eso sí, vemos que la sociedad civil organizada está tratando de avanzar, innovando y experimentando. ¿Otro ejemplo? Las cooperativas energéticas. Hay muchos, solo hay que estar atento.

Vamos, que la sociedad se mueve.

Cada mundo en su ámbito está tratando de encontrar soluciones innovadoras que les guíen por esa senda de la transición. Y nosotros, como agentes científicos, tenemos que analizarlo, hacer un diagnóstico y ofrecer tanto la teoría como iniciativas prácticas a las administraciones.

Ciencia, sociedad y política.

Tres patas que cada una en su ámbito genera nuevas ideas, aunque la Administración tiene los recursos y el poder para llevar a cabo actuaciones concretas estratégicas y planificadas de cara al futuro. Esa interacción nos puede, y debería, llevar a una transición viable y compartida.

Modelo cooperativo, vamos.

Se trata de definir modelos de innovación y tener una visión estratégica de país en el contexto de la sostenibilidad y el cambio climático. Y eso falta. Estamos a años luz porque esa conciencia no está todavía en las venas de la población y lamentablemente de líderes en diferentes sectores como el político, empresarial, etc.. Y también porque no nos llegamos a creer la capacidad que tenemos como sociedad de transformar las cosas.

¿Pero hay oportunidad de cambio?

Hay multitud de oportunidades que tenemos que descubrir y redescubrir. Comparados con otros países somos privilegiadísimos en esa idea del capital social, de una comunidad con identidad propia que es capaz de unirse y remar a la vez en la misma dirección cuando hay una necesidad. También tenemos recursos humanos impresionantes, tecnológicos y capital económico-financiero... Unos ingredientes que sabiéndolos mezclar a fuego lento debería salir algo muy interesante para poner las bases hacia una transición. Pero también habría muchísimos retos y seguramente obstáculos porque cuando se trata de transformar un sistema habrá muchos intereses creados para mantener el statu quo? Esto es parte de la historia.

¿Y hay tiempo para hacerlo?

Aunque la transición debe ser gradual, el tiempo es oro. Las pausas en los análisis y la zozobra en la toma de decisiones juegan en nuestra contra.

¿Y se están dando pasos ya?

Sí, pero creo que hay que poner mucha más carne en el asador. Hay que ver el cambio climático de forma transversal, sin sesgos ideológicos y de juegos políticos. Todos los agentes del país tienen que reflexionar seriamente.

Vamos, que esos 'tomadores de decisiones' son claves.

La Administración tiene que ser muy consciente. Hay que ser honestos y decir: estos son los problemas y tenemos que tomar decisiones difíciles, sobre todo cuando hablamos de transformar la sociedad, modos productivos, sistemas energéticos, la movilidad y el transporte,? Eso requiere valor. Y ese el papel del tomador de decisiones. Para eso están donde están. La comunidad científica vasca también está deseosa de contribuir.

En todas las capas con poder...

Es una hipótesis personal, pero el papel de las meso-instituciones (no son ni micro, ni macro), como las diputaciones es clave en este proceso de transición. Las estrategias del Gobierno Vasco están muy bien, pero tienen que estar enlazadas con esas otras escalas administrativas. Y todas esas cadenas tienen que estar muy bien engrasadas.