Bilbao. Cero suspensos en una escuela amable. ¿Utopía? Realidad. O al menos es el deseo del Instituto Miguel Unamuno de Bilbao, uno de los trece centros que este año se han unido a Hauspoa, el proyecto piloto puesto en marcha por el Departamento de Educación que persigue mejorar el éxito escolar a través de la reorganización de las actividades y los tiempos escolares. Según el director de Centros Escolares del Gobierno Vasco, Jesús Fernández, el denominador común a los trece institutos Hauspoa (7 de Bizkaia, 6 de Araba y 1 de Gipuzkoa) es una dirección potente, la implicación de toda la comunidad educativa (profesorado, alumnado y familias) y fe en que los cambios mejorarán realmente el nivel educativo.

"Creo que los proyectos de Hauspoa son una combinación de mucha ilusión y mucho compromiso", afirma Fernández, porque "Hauspoa no es un caramelo que te ponen en la boca, no es el típico programa ligado a una subvención. No, esto es un compromiso". Ninguno de los proyectos es igual, cada centro ha diseñado el suyo adaptándolo a las necesidades de su alumnado. Pero todos tienen como objetivo mejorar los resultados. Lograr la excelencia académica es quizá uno de los grandes hándicaps que arrastra el sistema educativo vasco. Según el último informe PISA, el porcentaje de alumnado brillante apenas llega al 3%, por debajo de la mitad de la OCDE. Y el Gobierno Vasco espera que las distintas experiencias que se desarrollarán este año en estos centros de Secundaria "sirvan de ariete" para el resto del sistema, tras su evaluación a finales de año.

A clave de Hauspoa (fuelle en euskera) descansa sobre la flexibilización de las actividades y la reorganización de los horarios. Los centros han aprovechado para implantar la jornada continua de mañana y ofrecer por las tardes unas serie de actividades de educación no formal que refuercen las clases "normales". "Los centros van a ofrecer las 1050 horas lectivas obligatorias más el valor añadido de más de 200 horas voluntarias para fortalecer su educación", explica Fernández. Cómo se organicen esas 200 horas o qué tipo de actividades complementarias se desarrollarán queda en mano de los propios centros.

El Instituto Miguel de Unamuno, 'el Central' de Bilbao, acaba la jornada lectiva en ESO a las 14.10 horas. Por las tardes ofrecen en paralelo tres actividades en dos sesiones de cincuenta minutos cada una: clases de refuerzo, la escuela de deberes y las extraescolares académicas. Y a partir de las 5 de la tarde comienzan las actividades deportivas. El centro orienta a su alumnado a una actividad u otra en base a un diagnóstico previo que ya han realizado a principio de curso.

Clases de refuerzo Aunque pudiera parecer lo contrario, las clases de refuerzo de Lengua, Euskera, Inglés y Matemáticas no se dirigen a los estudiantes con problemas de aprendizaje (ya que disponen de recursos específicos), sino al alumnado normal. A esa mayoría que, por una razón u otra, se le atraganta algún aspecto de la materia. "De lo que se trata no es de intentar recuperar al alumno que ha fallado, sino intentar que nadie tenga esos fallos", comenta Arantza Ondarra, profesora que imparte Matemática en inglés en el ciclo de ESO.

La elección del estudiante no es aleatoria ni las clases de refuerzo permanentes. Se sigue un protocolo concreto. Primero se detecta en la clase "normal" que un alumno tiene una necesidad concreta, se hace una ficha del alumno, se establece contacto con la familia y se ofrece una serie de sesiones de refuerzo en función de las necesidades. "El primer paso es implicar a la familia porque la familia es una escuela que suma", comenta Iñaki Orbe, director de este instituto de referencia en Bilbao. "El segundo paso -dice- es conseguir la intención del estudiante para mejorar; y el tercer paso, transformar esa intención en hechos". Y es que, el objetivo es que "el alumno trabaje, porque con el trabajo conseguimos inercia y esa inercia nos va a llevar a los hábitos y éstos a corregir los fallos" y en última instancia a mejorar las notas.

Una vez que el profesor de refuerzo haya trabajado y hecho el seguimiento del alumno decide si ha llegado o no a los objetivos marcados. Si los ha alcanzado acaba las clases de refuerzo, aunque puede optar por la escuela de deberes o a las extraescolares académicas que organiza el AMPA del centro: teatro, chino, inglés, danzas o preparación del EGA.

La filosofía de la escuela de deberes es bastante particular. Sus responsables son estudiantes o exalumnos destacados que se han prestado a ayudar a sus compañeros con sus dudas y servir de modelo al alumnado sobresaliente. No en vano, la escuela de deberes también está dirigida al alumnado brillante. "Ya hemos hablado con seis alumnos, cuatro exalumnos y dos alumnos de Bachiller brillantes a los cuales hemos formado durante dos días en setiembre sobre Hauspoa. Están muy ilusionados con participar en la escuela de deberes", apunta Orbe.

El 85% de las familias lo apoyan A parte de ayudar a hacer los ejercicios a quienes no tienen seguimiento en casa, el centro espera que los responsables de esta particular escuela de tareas es que "sean el ejemplo a seguir, planteen retos a los chavales, que les incite a superarse. Y es que pensamos que la comunicación que tienen chavales de edades parecidas no es la misma que la que tienen con los profesores".

Orbe recuerda que la asistencia a estas clases no es obligatoria. "Tenemos que trasmitir que las actividades de la tarde son en realidad un lujo porque vas tener un profesor para ti y otros ocho alumnos para motivarte, para resolver tus dudas". Su entusiasmo se ha contagiado tanto a las familias como a la plantilla del centro. "Hay total implicación", afirma Arantza Ondarra, una de las pioneras en enseñar Matemáticas en inglés y que ahora continúa con el proyecto plurilingüe tras acabar el piloto trilingüe del MET.

"Hauspoa es un proyecto que se va a hacer entre toda la comunidad educativa y estamos incluidos tanto los profesores, como los alumnos y los padres". Afirma que la jornada de la tarde no ha supuesto mayor carga lectiva o la necesidad de contratar a personal nuevo. "Somos el mismo personal con horarios diferentes y entre nosotros nos coordinamos". Orbe recuerda que la asistencia a estas clases no es obligatoria. "Tenemos que trasmitir que las actividades de la tarde son en realidad un lujo porque va tener un profesor para ti y otros ocho alumnos para motivarte, para resolver tus dudas". Por su parte, el 85% de las familias ha votado a favor de la puesta en marcha de Hauspoa, como Miren Azkarraga de Indautxu, quien considera que "la jornada partida no era muy práctica" y espera que el proyecto "valga la pena".