Los euskaltegis andan atareados este mes. Es periodo de matriculaciones. Hace ya unos años, sin embargo, que las inscripciones no llueven como antes. Bajaron los demandantes el pasado curso y las previsiones pintan igual para éste. La cada vez más negra perspectiva que tiene la población de la crisis motiva la curva descendente en la amplia red de centros para la enseñanza del euskera a adultos. El coordinador de AEK en Álava, Gorka Arbulu, asiste con cierta tristeza a esta realidad. Según cuenta, todos esos ciudadanos que recibían clases -o que lo habrían hecho- principalmente por una razón tan pragmática como lograr un perfil o un título para avanzar laboralmente ahora gastan el dinero que ahorran en vacaciones u otras alternativas de ocio. "El problema es que no se ve luz al final del túnel. Y si tengo 260 euros y me gusta el baloncesto y el euskera, y la situación me hace pensar que el euskera no es una inversión segura, me gastaré los 260 en el baloncesto", explica. Es un ejemplo de tantos a los que se enfrentan quienes trabajan por enseñar, fomentar y normalizar el uso de nuestra lengua.
El panorama podría revertir si las instituciones públicas y las empresas privadas "asumieran responsabilidades, porque tienen mucha en este aspecto". Arbulu considera, además, que ha llegado el momento de que desde las administraciones haya un posicionamiento potente en favor del euskera para que dé frutos de verdad. Haya o no crisis. O precisamente porque con ella se han congelado y recortado las partidas económicas. El coordinador de AEK en Álava toma aire para exponer una opinión compartida por muchísimos euskaldunes, a sabiendas de que algunos podrían utilizarla como arma arrojadiza. "Con el euskera debe haber un momento de explosión o de implosión. O arre o so. Cuando estoy con responsables políticos siempre les digo que si invierten cinco estarán tirando dinero, que hay que invertir quince. La apuesta tiene que ser más ambiciosa para que sea provechosa. Lo que no se puede hacer aquí es poner el freno de mano", sostiene.
"Hay que dar el salto siguiente, no tapar el expediente, pero mientras no se saque el euskera de la lucha política...". Habla Txema Capetillo, el que fuera jugador de baloncesto y entrenador del Baskonia, ahora pensionista. Comenzó a estudiar en el euskaltegi que AEK tiene en Lakua hace dos años, cuando se jubiló. "Y el problema es que cuando se está a otras batallas, la fuerza que debería haber en torno a nuestra lengua se dispersa", continúa, ante el asentimiento de Arbulu. "Pero si la ciudadanía lo está pidiendo, si las instituciones saben que la inversión no va a caer en saco roto, ¿por qué no van a escucharla y atenderla?". Mónica Bejarano se introduce con lógica en el debate. Esta gasteiztarra, hija de cordobeses, fue una de tantas personas que acudió al centro para sacarse un título que su trabajo exigía, pero una vez logrado ha seguido adelante. Y ya son cuatro los años que lleva cruzando la puerta. "Quiero hablar perfectamente, no cometer ni un solo fallo", confiesa la joven, exigente a la par que orgullosa.
Txema y Mónica relatan sus experiencia con la pasión del erdaldun que con sacrificio, esfuerzo y pasión va descubriendo los entresijos de la lengua vasca. "Hace 37 años estudié un poco, incluso fui a un barnetegi, pero todo era muy voluntarioso, no había la estructura pedagógica de ahora... Y lo dejé. Era mi asignatura pendiente y cuando me jubilé la retomé. Con un revulsivo, además: mi nieta. Quiero hablar con ella en euskera", cuenta el exbaloncestista. En realidad, hay otra motivación. Cuando la confiesa, sus oyentes rompen en carcajadas. "Quiero ir a Lekeitio y hablar y entenderme con ellos". Allí tiene a su gente, muchos amigos. Allí todo el mundo vive en euskera. "¡Pues si un día lo logras, serás euskaldun!", replica Xabier Aramburu. Él, como irakasle de AEK, sabe del empeño que ponen sus alumnos en aprender y no duda en elogiarlos. "Además, si en algo coinciden es en que, aunque no entren por una cuestión sentimental, al final todos sienten esa motivación y quieren seguir adelante", apostilla.
Mónica, estudiante además de Filología Inglesa, es el perfecto ejemplo de ikasle entregada al cien por cien. "Conseguí el perfil que necesitaba en el trabajo, pero continué. Parece difícil, que no lo vas a conseguir, pero ves que cada vez puedes hablarlo mejor. Es mucho lo que me aporta. He ampliado mi círculo de relaciones sociales... Y me siento orgullosa", subraya. Aunque el uso del euskera en las calles de Gasteiz está muy por debajo de otras zonas del País Vasco, "su presencia está creciendo y puedes comunicarte así mucho más de lo que podrías pensar". Precisamente desde los euskaltegis animan a los estudiantes a perder la vergüenza y hablar, sea cual sea el nivel de cada uno. "De ahí nuestro lema", puntualiza Gorka, "euskara praktikoa". El idioma es como los músculos. Si no se entrena, se atrofia. "Por eso en AEK apostamos por el método comunicativo, sin olvidar la gramática, porque, ¿cómo puede ser que haya gente que aprueba el examen escrito y suspende el oral? No tiene sentido", subraya. "Ya, pero es que hay gente que viene a por el perfil y luego no lo utiliza, y eso es lo que no puede ser", comenta Xabier.
No es el caso de Txema. "Yo me sentía frustrado, impedido, como coartado, y eso también me ha animado mucho a seguir adelante". Ya hace sus pinitos, ahora que está en quinto del euskaltegi. "¿Quinto? O cuarto... No, quinto". Duda inicialmente porque en el círculo de enseñanza del euskera no existe un acuerdo sobre los niveles. "Que si bosgarren urratsa, que si 1B, que si B1...", ejemplifica Gorka, quien espera que los gobiernos vasco y navarro alcancen un acuerdo y se adapten al marco europeo, "como ya sucede con el inglés". "Es que marean mucho y la simplificación ayudaría", apostilla el alumno. La propuesta encamina la conversación, de nuevo, hacia las necesidades que las instituciones todavía no han cubierto por falta de una apuesta realmente potente en favor del euskera. El coordinador de AEK en Álava advierte de que hay gente que quiere aprender el idioma pero no se le garantiza ese derecho, ya sea por un número limitadísimo de alumnos por clase o por los horarios establecidos. Y eso que son personas que trabajan o tienen hijos a su cargo. "Que tienen un mérito tan grande, que te dan ganas de darles un abrazo y dos besos", reconoce.
Son tiempos difíciles, ¿pero hasta qué punto? Gorka considera que es hora de invertir en el euskera, pero si las instituciones insisten en que no hay dinero para una gran apuesta al menos sería de agradecer que respondieran de otras formas. Que las hay. "Como cuando organizamos una fiesta. Si queremos hacerla en una plaza y el Ayuntamiento no nos puede dar ni un euro, que tampoco nos ponga tantas trabas administrativas", opina. El ejemplo no es gratuito, hace poco que sucedió. De ahí su crítica. Papeleos a la Policía Municipal, Vía Pública, Medio Ambiente y Cultura, una fianza de 600 euros, otra de 800 por el uso del espacio público... "Al menos se nos podrían facilitar las cosas", insiste el gasteiztarra, "pero parece que la administración no está por la labor".
Si existieran gestos conciliadores, dice, quizá ya habría un euskaltegi en Zabalgana. El Ayuntamiento dispone de varias lonjas, todas vacías y sin perspectivas de que reciban contenidos, pero se ha negado a ceder alguna de ellas a AEK. "Y eso que incluso le ofrecimos una de las que tenemos en la zona de Aranbizkarra a cambio, pero nos respondió que no, que está esperando a venderlas", recuerda Gorka. Resulta triste que gane la opción de acumular telarañas, sobre todo porque la sensación de los profesores es que un centro de enseñanza para adultos en esta zona de la ciudad sería un éxito. Según cuenta Xabier, "hay muchos matrimonios jóvenes de entre 30 y 40 años, con hijos, que tienen ganas de aprender para comunicarse con los niños en euskera, pero que no lo hacen porque no se favorece esa necesidad creciente con una mejor accesibilidad".
Dar facilidades a los padres es, sin embargo, vital para que los chavales vivan en euskera. La inmensa mayoría de los niños cursa en Vitoria el modelo D y, sin embargo, cuando sale a la calle se relaciona en castellano. "La clave está en casa", subraya el irakasle. Mónica da fe. Aunque en el instituto aprendió algo de este idioma, no profundizó porque sus padres sólo hablaban español. Y sus conocimientos se diluyeron en el tiempo, hasta que lo retomó por necesidad y pasión. "Hay chavales que incluso le cogen manía al euskera porque lo asocian a una cosa del colegio", alerta Gorka. Una gran forma de potenciar su uso desde la infancia sería a través del juego, del deporte. "Porque el juego no es imposición", subraya Txema. "Pero no sé por qué no se vehiculiza de esa forma". Los demás asienten. Y Gorka recuerda un caso curioso. En un equipo infantil de baloncesto de Izarra donde todos los integrantes son euskaldunes pero se comunican entre ellos en castellano porque el entrenador no habla otro idioma. "¿No habría que haber elegido a uno que lo supiera para favorecer su uso?", se pregunta, al tiempo que lamenta la desaparición de dibujos animados en la ETB-1. "Y eso que si tradujeran a Bob Esponja...".
Queda mucho que hacer. Tal vez otros tirarían la toalla, pero no colectivos euskaltzales como el que representa AEK. Arranca un nuevo curso en los euskaltegis. Miles de matriculaciones. Miles de oportunidades en el largo camino hacia el uso y la normalización del euskera.