vitoria. La profesional lanza un mensaje de tranquilidad, porque estos síntomas típicos del síndrome postvacacional, que afecta al 35% de la población, tienden a desaparecer en un plazo aproximado de cuatro días tras la incorporación al trabajo. De perpetuarse durante mucho tiempo más, Madrazo sí llama a ponerse en manos de un especialista.
Llega septiembre, el mes que para muchos implica volver a su rutina laboral, y como todos los años por estas fechas emerge ese síndrome postvacacional que supuestamente afecta a tantas personas. ¿Hasta qué punto esta afección tiene incidencia entre la población?
Es cierto que tiene una cuantía importante. En la actualidad afecta al 35% de la población y además está en auge debido a la situación laboral y social en la que nos encontramos. A la gente le genera mucha angustia volver a su lugar de trabajo por lo que se va a encontrar, pero hay que entender también que es una reacción emocional completamente normal. Lo esperado es que pasen unos días de adaptación y que los síntomas desaparezcan sin necesidad de tratamiento.
No es, por tanto, una afección especialmente grave.
No, siempre que no transcurra un tiempo prudencial. Lo habitual es que los tres o primeros cuatro días de vuelta al trabajo tengamos los síntomas propios de este síndrome, que son la falta de concentración, el desánimo, la apatía... incluso la nostalgia por las vacaciones. Transcurridos esos días, los síntomas remiten de forma espontánea, se diluyen. Pero si se siguen manifestando, si se han anclado, entonces sí que hablamos ya de un problema que necesitará de un tratamiento psicológico o psicofarmacológico.
¿Quién está más expuesto a sufrir esta afección?
El rango de edad más habitual está entre los 30 y los 45 años. Y las personas a las que más afecta son aquéllas que no disfrutan con el trabajo que están realizando o las que tienen una situación laboral inestable. Por supuesto, si en el trabajo la persona está sufriendo una situación de mobbing, es más fácil que desarrolle un síndrome postvacacional. Los estudios indican también que las personas con profesiones relacionadas con los servicios humanos, las medicina y la educación son las más afectadas por esta patología.
¿A pesar de que, por lo general, son profesiones más vocacionales?
Sí, pero porque tienen una mayor implicación y desgaste emocional.
¿Qué recetas recomienda para que el regreso al trabajo sea lo más agradable posible?
Para empezar, tiene que ser un regreso, tranquilo, paulatino. Y para prevenir o evitar que surjan estos síntomas, conviene volver a casa unos días antes a la reincorporación al trabajo, a ser posible el miércoles si ese regreso es el lunes. También, intentar no pensar ni anticipar situaciones del trabajo durante esos días anteriores, tener una visión objetiva de lo que supone el trabajo -como el beneficio económico o el sentirse útil en la sociedad- o no preocuparse ni de nuestro rendimiento ni de nuestra actitud en el trabajo si no es la habitual. Por supuesto, no llevarse a casa trabajo ni problemas relacionados con él, procurar seguir disfrutando del ocio y del descanso, especialmente no hacer recados ni temas pendientes en los primeros días, como la compra en el supermercado, ir al banco o al médico, porque acumulan mucho más el estrés y la carga de tensión, y marcarse una línea y unos objetivos a conseguir en las primeras semanas. Por último, conviene reducir la ansiedad y el estrés propio mediante el deporte, los paseos, la relajación y las distracciones y aceptar la realidad del día a día y de la rutina enfocando el trabajo desde la realización.
Está claro que las cosas típicas del día a día también nos pueden dar mucha satisfacción.
Hay que llevar ese enfoque realista, de buscar otros aspectos del día a día con los que sentirnos realizados.
¿Se pueden dar casos de sobremedicalización de pacientes que no la necesiten?
Sí, porque hay gente que no entiende sus síntomas como propios de esa vuelta al trabajo y pueden tomar ciertos tratamientos que elaboren otro problema.
Esto es un peligro.
Sí, esa no aceptación de que existe un periodo de adaptación a la vuelta de las vacaciones puede tener malas consecuencias.
También es cierto que mucha gente estará deseando solamente trabajar viendo la situación de crisis.
Es interesante que la actual situación de vulnerabilidad económica y laboral está haciendo que muchas personas cambien sus prioridades y acepten mejor el fin de las vacaciones, porque el objetivo actual es mantener el trabajo en un contexto generalizado de incertidumbre laboral. Los psicólogos aseguran que la crisis ha modificado hasta la manera de referirse a la vuelta al trabajo. En un entorno de seis millones de parados puede parecer ridículo, pretencioso e incluso irrespetuoso hacer mención de sufrir este síndrome. Además, los análisis sobre estrés laboral antes y después de las crisis arrojan dos tipos de resultados que aparentemente son contradictorios. Por una parte está el aumento del estrés laboral y por otra, que también crece la satisfacción por trabajar. Estas dos variables tienen mucha relevancia y apuntan a un cambio de ciclo.