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En tiempos de incertidumbre económica se precipita esa imprudente idea de solventar los aprietos de dinero desafiando al azar. Inestabilidad o precariedad laboral, desempleo, dificultad para afrontar los pagos mensuales... En vez de solucionar los problemas, el juego los aumenta. La crisis se ha aliado con la ludopatía. Empuja a la pérdida de la confianza en los medios habituales y razonables para afrontar las vacas flacas e incita al lado oscuro de la búsqueda de la fortuna, cada vez más a través de las apuestas y los juegos on line por las pantagruélicas cantidades de euros que mueven. La crisis es potencialmente peligrosa para el que no era adicto y afecta al que ya lo es, pero a la vez empuja al enfermo a darse de bruces mucho antes con la realidad. La Asociación Alavesa de Jugadores en Rehabilitación, Asajer, ha constatado en los últimos años cómo el ludópata tarda menos en ser consciente de su situación. Ya no hay colchones que amortigüen las consecuencias materiales y emocionales de su gran dependencia.
"La deuda ha sido siempre el factor detonante que lleva a la persona a tomar conciencia. Antes se tapaba con ese dinero que se iba ahorrando, pero se ha ido agotando por culpa de la situación económica y ahora se hace más difícil sobrellevarla", explica la portavoz de Asajer, Ana Herrezuelo. Por eso, desde que la crisis ajusta cinturones ha aumentado el número de casos atendidos en el número 25 de la calle General Álava, sede de la asociación. En la actualidad, se encuentran en rehabilitación 70 personas. Procesos que se prolongan entre dos y tres años, con el constante temor a la recaída. De por sí, la ludopatía es "más difícil de superar para muchas personas que la dependencia a las drogas o el alcohol porque es algo que puede aparecer cuando menos te lo esperas, cuando más contento te sientes". Además, la crisis comporta un riesgo potencial para aquellos enfermos que están en fase de rehabilitación y para quienes se inician en el juego durante esta época de recesión pero prosiguen con su adicción una vez que los momentos de estrecheces han sido superados.
Uno de los más tristes fenómenos de la crisis ha sido la ola de suicidios por los desahucios. Detrás de algunos de ellos, asegura Ana, "hay historias de juego". La ludopatía puede llegar de la mano de distintos factores, ya sea el afán de conseguir dinero fácil, el ambiente familiar, la educación, trastornos emocionales por problemas económicos, familiares o de pareja que invitan a la evasión... Muchos elementos que se acentúan inevitablemente con las estrecheces que atraviesa la población. Además, por desgracia, en casi todos los casos esta enfermedad acaba acompañada -antes o durante- de otras adicciones. "Hay quien dice, menos mal que por lo menos es el juego y no las drogas y se equivoca totalmente, porque ésta es la adicción más pura que hay, ya que no se necesita de ninguna sustancia para que surja ese deseo", explica la portavoz de Asajer.
Es tremendo el desconocimiento que existe sobre esta patología. Aún impera la idea de que "se trata de un vicio". Nada más lejos de la realidad. "La mayoría de la gente piensa que quien juega es porque le da la gana, se critica el daño que pueda hacer a la familia, más aún si es mujer. Y como es una enfermedad silenciosa, difícil de detectar, no somos conscientes de hasta dónde puede llegar una persona con este problema". Por desgracia, aunque la crisis permita al adicto tomar antes conciencia de su situación, al mismo tiempo la proliferación de los juegos en Internet está favoreciendo una burbuja de discreción que dificulta descubrir si esa persona padece ludopatía. "Nadie lo está viendo", dice Ana, "y no se imagina a qué extremo puede llegar".
Antes de que la Red fuera tan poderosa, el 90% de los casos que atendía Asajer tenía que ver con máquinas tragaperras. Ahora, el 30% de las personas que solicitan ayuda está enganchada a las apuestas y juegos on line. "No estás en contacto con dinero metálico, así que las cantidades que se juegan son mayores. Se gana más y más rápido, pero también las pérdidas llegan en un espacio de tiempo más reducido", señala la portavoz de Asajer. Esta nueva tendencia ha modificado el perfil del ludópata. Según explica Herrezuelo, "nos encontramos con personas de un rango sociocultural más elevado, que se mueven con facilidad en el mundo de la informática, más jóvenes, que acumulan deudas importantes rápidamente". Por eso mismo, "se ha acelerado" el ritmo de las fases por las que pasa todo adicto: la de ganancia, cuando el jugador disfruta de sus primeras experiencias con premio; la de pérdidas, que resulta más violenta en estos casos; la de desesperación, por la incapacidad de abandonar esa atracción; y la de recuperación, al asumir que existe un problema y hay que resolverlo. Un horizonte de años el de las tres primeras etapas que ha llegado a reducirse hasta en un solo mes.
Las trabajadoras de la asociación están muy preocupadas por el bombardeo publicitario de los juegos on line. "Parece que la Administración ampara más a quien hace del juego su negocio que a quien sufre ludopatía", critica la portavoz de Asajer. Si de por sí la oferta lúdica es tremenda, los anuncios azuzan aún más las ganas de probar suerte. Para rematar, mucha propaganda aparece en páginas destinadas a niños y jóvenes. Por eso, no resulta chocante, aunque sí de una gran inquietud, que haya cada vez más chavales adictos. "Los menores se han convertido en una de nuestras grandes preocupaciones", desvela Ana. Aunque haya mecanismos para evitar que jueguen, éstos no son inviolables. Y los críos se lanzan sin complejos. "Están apostando, por ejemplo, y lo verbalizan con normalidad", alerta la experta, "ya que no ven el problema". Entre ellos impera la creencia de que "se pueden hacer millonarios". De hecho, Ana conoce veinteañeros que han decidido convertir las quinielas o el póker on line en su profesión tras haber acumulado unas cuantas buenas rachas.
Los menores que han llegado a la asociación lo han hecho después de que sus padres detectaran el problema. No obstante, "es difícil seguir con ellos un proceso, porque no toman conciencia del problema y se piensan que se pueden comer el mundo". En estas situaciones, ayuda a la rehabilitación que sean los amigos quienes arranquen la venda al adicto. Por suerte, aún "son pocos" los casos por debajo de los 18 años.