Vitoria. Santiago Alvaré, vecino del barrio gasteiztarra de Salburua, tuvo un despertar de lo más ajetreado este pasado viernes. Cuando este joven se levantó de la cama a eso de las 7.30 horas y miró por la ventana de su habitación observó cómo un perro suelto ponía en serio riesgo a los conductores que circulaban por la rotonda que da acceso a la avenida Juan Carlos I, una de las arterias más importantes de este distrito, justo debajo de su casa. Se trataba de un pastor alemán de un tamaño importante que, asustado y desorientado, caminó durante unos cuantos minutos por la calzada y a punto estuvo de provocar "varios accidentes" entre los vehículos que pasaban por ahí.

Ni corto ni perezoso, Alvaré decidió bajar a la calle para atrapar al animal y evitar que ocurriese "una desgracia", muy probable además debido a la escasa visibilidad que había a esas horas de la mañana. Entretanto, dio aviso de esta incidencia en el teléfono 112, convencido de que "iba a haber un accidente en cualquier momento". Llegó a la calle e intentó capturar al can, pero le resultó imposible. "No hubo ningún accidente, pero a mí casi me atropellan", relata Alvaré. Según su testimonio, en un momento dado apareció en la zona una patrulla de la Policía Local, que le animó a llamar a la perrera municipal porque, según le indicaron los agentes, ésta cuenta con un teléfono de 24 horas para atender urgencias de este tipo. No obstante, cuando lo hizo, no obtuvo ninguna respuesta.

La "inacción" -según Alvaré- de los agentes municipales ha empujado al joven a tomar cartas en el asunto y en los próximos días elevará una queja ante la Policía Municipal, mediante correo certificado, para garantizarse que llegará a su destino. "No hicieron nada, cuando es algo de su competencia. Y no es la primera vez que pasa algo así", censura Alvaré.

La historia no se resolvió hasta cerca de tres horas después de que este vecino decidiese bajar a la calle para atrapar al perro. Otro residente de la zona que observó la escena por la ventana de su casa decidió bajar a la calle a echarle una mano, armado con un cubo y una cuerda. Finalmente, tras varias intentonas y carreras, entre ambos fueron capaces de atrapar al perro y acabar por fin con las situaciones de peligro. De ahí, el animal fue trasladado a la perrera y, tras contactar con su dueño, pudo regresar a su hogar.