valle de ayala. Han cruzado ríos, desiertos bajo la lluvia, soportado tormentas de arena y pasado por lugares tan dispares como serpenteantes y seductoras pistas entre montañas nevadas, valles y pasos entre cañones o mares de palmeras, bajo la atenta mirada de camellos, así como circulado por el centro de poblaciones en las que los compañeros de asfalto podían ser desde bicicletas hasta carros tirados por burros. Pero ya están en casa. Hablamos de Natxo Yuste y Paúl Basabe. Dos jóvenes de Llodio y Respaldiza que, aunque cansados de su pechada al volante, están felices porque han logrado culminar con éxito las seis etapas que conformaban la V Panda Raid entre los pasados 1 y 9 de marzo. Jornadas que realizaron a bordo de un Seat Marbella que adquirieron por 500 euros y que luego tunearon para soportar la que sin duda se ha convertido en una de las aventuras más inolvidables de sus vidas. "Nos ha aguantado, que no es poco, tras más de 4.000 kilómetros por este país de grandes contrastes, y hemos quedado en el puesto 47 de 95 vehículos participantes, aunque se inscribieron 114. Algo a destacar teniendo en cuenta que nosotros hemos cumplido con todas las normas que exigía la prueba", subrayan este par de aventureros. El Panda Raid más que un viaje es un desafío cuyo objetivo es cubrir un itinerario dividido en etapas diarias, teniendo como base un recorrido marcado por la organización que no se conoce hasta la hora de partir, y que está atado a un kilometraje y diferentes controles de paso, avanzando, etapa tras etapa, sobre diferentes paisajes y terrenos que ponen a prueba la resistencia de participantes y vehículos.
una ruta secreta Un reto que no se caracteriza por ser una prueba de velocidad sujeta a un cronómetro, ya que su ritmo es elegido bajo criterio de los participantes, que se pueden parar a disfrutar del paisaje y hacer fotos, pero gana quien llegue a meta ajustándose lo máximo posible a los kilómetros establecidos para cada jornada. "Lo único que sabíamos al partir es que teníamos que estar en Madrid el 1 de marzo, para dirigirnos a Algeciras por carretera con el resto de participantes para embarcar hacia África, y que tras seis etapas por suelo marroquí, se terminaba en las playas de Essaouira. Pero el trayecto exacto del resto de jornadas, los emplazamientos de los campamentos, así como las ciudades que íbamos a visitar eran un secreto", explica Yuste.
Al inconveniente de no poder estudiar el itinerario de antemano se le suma el de la orientación. Y es que el Panda Raid prohibe el uso de cualquier tipo de GPS u otros aparatos modernos, y únicamente están permitidos la brújula, el libro de ruta por jornada proporcionado por la organización y la intuición, emulando los inicios de las primeras expediciones tal y como ocurre en otras pruebas como el mítico Dakar, donde el uso GPS es penalizado. La única exclusividad que se exige a este viaje es que debe realizarse a bordo de un Seat Marbella (o Fiat panda), uno de los pocos vehículos polivalentes y económicos, de mecánica sencilla, que aúna la originalidad de una época y su capacidad para circular fuera del asfalto, y con motor original. "Nosotros elegimos hacerlo en un viejo Seat Marbella, que también ha tenido que afrontar el viaje de ida y vuelta a Euskadi, con los apaños permitidos que le hicimos", insisten.
Prueba solidaria Con todo, Natxo y Paúl prefieren quedarse con lo bueno: "Ha sido una experiencia preciosa, en la que hemos hecho grandes amistades y conocido a mucha gente a la que hemos ayudado a reparar sus coches, sin olvidar los paisajes, los impresionantes anocheceres y amaneceres", apuntan. Lo peor, "las 40 horas que hemos tardado en regresar a casa, y lo mejor, "las sonrisas de los niños a los que les llevamos material escolar", aseguran sin asomo de duda.
Y es que Panda Raid es una travesía digna de los raids más grandes del mundo, pero ante todo es una experiencia humana extraordinaria y una prueba solidaria ya que, una parte del equipaje debe ser 25 kilos de material escolar, deportivo e informático para los niños más necesitados del país, un material que estos dos alaveses entregaron al tercer día en la escuela Moulay Youssef, en la región de Errachidia.