Donostia. La lluvia y el sirimiri que aguaron las esperanzas de más de uno por la tarde optó a medianoche por dejar paso a la fiesta. Pocos minutos antes de las 24.00 horas, la vacía plaza de la Constitución se llenó rápidamente de público. Numerosas cuadrillas de jóvenes llegadas de todos los puntos de la ciudad, y de muchos otros lugares, rodearon el tablado instalado para que la sociedad Gaztelubide, como todos los años, diese el arranque oficial a la fiesta de San Sebastián.

A la alegría y la emoción de tambores y barriles se sumaba anoche la de las aguadoras que, por primera vez, contaban con su propia Aguadora Mayor, Ainhoa Olasagasti, que resplandecía en el nuevo papel de la fiesta. Ella y el Tambor Mayor de la sociedad, José Ramón Mendizabal, Mendi, estaban listos para encender musical que caracteriza la jornada de hoy.

Cuando el reloj marcó las doce, la plaza enmudeció para escuchar la interpretación de las obras del maestro Raimundo Sarriegui. Solo los hombres y mujeres ataviados con trajes de militar, cocinero o aguadora, rompieron el silencio con la percusión del tambor, mientras los barriles efectuaban su réplica.

Este año, por primera vez, el balcón del primer piso de la Biblioteca de la plaza de la Constitución fue abierto para que los invitados del Ayuntamiento -entre ellos seis concejales de la ciudad polaca Wroklaw y el exalcalde Labaien, entre muchos otros- pudiesen contemplar la plaza abarrotada. También se izó una ikurriña.

En el segundo piso, el alcalde, Juan Karlos Izagirre, se estrenó en las labores de izar la bandera, con un estilo peculiar a dos manos. Su homólogo de la ciudad polaca, hermana en la capitalidad cultural de 2016, acompañaba al regidor donostiarra con curiosidad y ataviado también con un gorro de cocinero. Tras contemplar el inicio, manifestó que no podía calificar la fiesta con otra palabra que no fuera "¡estupenda!".

Tras la emocionante interpretación de la Marcha de San Sebastián y de la Diana, el gobierno de Bildu en pleno salió al balcón y tamborreó y bailó a los sones de Caballería de Gallos. Con la música de Tatiago, el alcalde y los representantes de los demás grupos políticos municipales también salieron al balcón para disfrutar del momento. Una vez dentro del edificio, unos y otros brindaron con cava, para celebrar el inicio del día más largo de la capital guipuzcoana. La mayor parte de los nuevos ediles sonreían ya que nunca habían podido disfrutar del momento desde el mejor escenario.

Como es habitual, la plaza de la Constitución contó con numerosas pancartas de carácter político y una de ellas, con el lema Etxera, acabó colgada del viejo edificio consistorial. El resto de la Parte Vieja también quedó anoche llena de carteles e incluso el Tamborrero de la plaza de Sarriegi resultó ataviado con una banderola a modo de Superman.

La alegría fue constante durante todo el arranque de la fiesta, aunque algún chaparrón fastidió algún que otro momento. Las canciones, sin embargo, hicieron olvidar el agua.