Vitoria. El Consejo vasco de la Juventud celebra su vigésimo quinto aniversario con un sabor agridulce. Durante este tiempo ha conseguido convertirse en intermediario entre los jóvenes y la Administración pública, trasladándole las cuestiones que preocupan a este colectivo, como los problemas de acceso a la vivienda o la falta de empleo. Ahora, sin embargo, se avecinan momentos de incertidumbre de cara a su futuro.
Los recortes introducidos por parte del Gobierno Vasco han castigado con dureza al organismo que agrupa al movimiento asociativo vasco, que sobrevive gracias a las subvenciones públicas. El presupuesto del Consejo ha disminuido un tercio en los últimos tres años y esperan que el tijeretazo de cara a 2012 sea aún mayor. Lakua se escuda en cuestiones puramente económicas para justificar tal reducción, aunque desde el organismo sospechan que pueda haber otras intenciones. "Son épocas de vacas flacas y la propia dirección de Juventud ha sufrido un recorte, pero hay partidas que han aumentado; es una cuestión de voluntad y ahí se ve la importancia que nos dan", explica su presidente Batiste Ezeiza.
El Consejo vasco aprecia una "intencionalidad política" en esta decisión. Coincide con que el Parlamento Vasco acaba de registrar la nueva Ley vasca de Juventud que contempla, a su vez, la creación de un Instituto de la Juventud de Euskadi cuyas competencias todavía se desconocen, si bien existen ya sospechas de que las acciones que podría abarcar serían similares a las del Consejo. "No sabemos si el instituto va a absorber algunas de nuestras funciones, pero está claro que va a ser algo grande, por eso nos han recortado tanto dinero. Viendo esto no queda claro cuál va a ser nuestra labor y se nos plantean dudas de dónde vamos a quedar", explica Ezeiza.
La preocupación en el seno de este organismo es tal que se empiezan a replantear su funcionamiento y un posible cambio de estructura. Los actos programados a lo largo de este mes de noviembre con motivo del aniversario de la creación del Consejo de la Juventud de Euskadi servirán también para realizar una reflexión al respecto. "Lo que tenemos claro es que vamos a tirar para adelante, ya buscaremos la fórmula, pero la voz de los jóvenes se tiene que escuchar", añade el presidente del organismo.
Distintas charlas, cursos y encuentros abordarán la evolución que ha experimentado el Consejo en las dos últimas décadas y con él el movimiento asociativo juvenil. Un movimiento, aseguran, que se ha alejado de las estructuras asociativas clásicas para buscar nuevas fórmulas e incidir en su entorno. Las asambleas, el fenómeno de los gaztetxes, las comisiones de fiestas, las juntas de vecinos o movimientos más espontáneos como el de los indignados son algunas de las formas de agrupación de este siglo XXI. "En los últimos años la forma de participar en la sociedad está cambiando, pero el movimiento asociativo goza de buena salud y tiene cantera", añade Ezeiza.
El Consejo agrupa actualmente a un total de 57 asociaciones que trabajan por preservar los derechos de los jóvenes en todos los ámbitos, la educación, las diferencias de género, la interculturalidad, la política o el trabajo. Su objetivo, según explican, sigue siendo ser interlocutor entre la Administración y la juventud, y que ésta sea parte activa en la toma de decisiones.