vitoria. La polémica está servida, al menos en la Red. Desde que entrara en vigor la Ley Antitabaco, que impide a los fumadores encenderse un cigarrillo dentro de un bar, éstos se quejan de que están siendo tratados peor que a los perros, literalmente. Insisten en que, al menos, a las mascotas sí les dejan acercarse hasta la barra y refugiarse del frío del invierno mientras sus dueños se toman un vino.

La permisividad con la que actúa el Ayuntamiento de Vitoria con los cánidos ha enfurecido a muchos. El Buzón del Ciudadano, de hecho, ha sido un hervidero de quejas estos últimos meses. "¿Por qué yo soy un apestado fumador que molesta a todo el mundo con mi humo, y los perros, con la prohibición puesta en la puerta, pululan a sus anchas sin que el dueño del local ni el del perro reaccionen a su presencia en los locales en los que hay alimentos expuestos?", se pregunta Trinidad, vecina de Zabalgana, en este rincón de la página web del Consistorio gasteiztarra.

La Policía Municipal recuerda que en función del artículo 26 de la ordenanza reguladora de la Tenencia y Protección de Animales, la entrada y permanencia de estos cánidos en un establecimiento hostelero es una decisión del propietario del local. No obstante, éstos deben ir sujetos con una correa y tienen prohibido acercarse a las zonas destinadas a la elaboración y manipulación de alimentos. "Cuando el establecimiento no lo tolere y el dueño del perro se niegue a cumplir la indicación se debe solicitar presencia policial, con el fin de que la patrulla intervenga en consecuencia", explican desde Agirrelanda.

La ordenanza a la que hace referencia fue aprobada en el año 2008, y venía a sustituir una ley obsoleta, de 1994, que prohibía totalmente que los animales pudieran acceder a los bares. Los dueños, por lo tanto, no tenían más remedio que dejarlos atados a un banco o a una farola en la calle. Esta ordenanza se volvió tan impopular que el equipo de gobierno liderado por Patxi Lazcoz se vio obligado a plantear una reforma para que los dueños de los locales de Vitoria tuvieran la última palabra a la hora de decidir si permitir o no el ingreso de personas con mascotas.

La decisión no ha tenido más trascendencia hasta ahora, cuando miles de ciudadanos se han visto privados de acceder a los bares con un pitillo en la mano. De ahí que algunos hayan hecho suyo el dicho de o todos o ninguno y reclamen al Consistorio que endurezca la ordenanza por considerar que la entrada de perros puede afectar también a la higiene de un bar, y más aún si se sirve comida.

una de cal y otra de arena Lo cierto es que la normativa que rige en Vitoria respecto a la tenencia de animales se mueve en una contradicción continua. Mientras se permite que se monten en el tranvía con el resto de viajeros, tienen prohibida la entrada a las zonas de juego infantil, aunque estén atados y no sean razas peligrosas. Desde el pasado 1 de enero el metro ligero de Vitoria abrió las puertas de sus vagones a las mascotas. La decisión se topó con el rechazo de muchos usuarios que consideraban que la medida generaría serios problemas de convivencia. También justificaban su negativa por cuestiones de salud y de higiene. Lo cierto es que hasta la fecha no han trascendido incidencias al respecto.

Por otra parte, la ordenanza municipal establece multas de hasta 750 euros a las personas que den de comer a gatos o palomas en la vía pública, siguiendo la estela del Ayuntamiento bilbaíno. La misma cantidad deberán abonar aquellos que no recojan los excrementos de sus mascotas. Además, no llevar el perro atado o a una distancia que no supere los dos metros también se considera una infracción, aunque de carácter leve, y valorada entre los 30 y los 300 euros de multa.

En definitiva, la normativa no satisface a todos y el Ayuntamiento no parece estar dispuesto a cambiarla a corto plazo. Lo que parece claro es que, de momento, los fumadores tendrán que seguir pasando frío en la calle.