CUANDO se cumplen los cien días de cortesía para el recién estrenado diputado general, Javier de Andrés, el máximo dirigente del territorio se enfrenta a la primera gran batalla de su mandato en minoría. La Diputación debe presentar su proyecto de Presupuestos el 15 de noviembre y se auguran semanas complicadas para unas Cuentas que llegan en días complejos. Las últimas noticias apuntan a un descenso de la recaudación en este ejercicio que deja un agujero de 96 millones de euros respecto a lo previsto para 2011 -teniendo en cuenta la devolución de Rover y las vacaciones fiscales-. Todo ello llega enmarcado en una tónica general de descensos de los ingresos forales en los últimos años. De ahí que la máxima electoral de hacer más con menos se tenga que cumplirse a rajatabla. En ese contexto, las prioridades de cada partido quedarán más patentes que nunca.
Estas pautas ya han quedado marcadas estos días en las Juntas Generales. Sin demasiados detalles, los diputados del gabinete de Javier de Andrés han perfilado una economía de guerra en la que no tendrán cabida grandes proyectos. Sólo actuaciones de subsistencia.
Además, el debate presupuestario llegará marcado por la alargada sombra de las elecciones generales. De hecho, la presentación de las Cuentas forales se hará realidad apenas cinco días antes del 20-N y las ententes que se produzcan en Madrid marcarán, a buen seguro, la marcha de las negociaciones. En función de las amistades que se establezcan en la capital, las directrices de cada partido pueden obligar a estrechar lazos igual no pensados en un principio para la Cámara alavesa.
En este contexto, la fuerza de la palabra será la que más pese durante esta legislatura. Será por una mera cuestión práctica. Si no, las cuentas no saldrán. No hay que olvidar que la composición de las actuales Juntas Generales de Álava, encargadas, entre otras cosas, de gestionar el dinero del territorio histórico, obliga a acuerdos a varias bandas debido a la decisión del PP de gobernar en minoría. Los 16 escaños de los populares, los 13 de PNV, los 11 de Bildu, los 9 de PSOE y los dos de EB obligan a cuadrar un juego de múltiples posibilidades en función de las necesidades.
múltiples combinaciones Las líneas quedarán muy marcadas en este primer debate presupuestario. En primer lugar, la aprobación será cuestión de dos únicos partidos sólo en el caso de una unión de derechas entre el PNV y el PP. Por otro lado, también se sacarían adelante con el beneplácito de tres fuerzas o, en un extremo, de dos agrupaciones y la abstención de alguna de las fuerzas más representativas. La incertidumbre se hace, pues, patente y más aún si se tiene en cuenta que, a lo largo de la anterior legislatura, gobernada por el jeltzale Xabier Agirre, el socio presupuestario prioritario siempre fue el Partido Socialista de Euskadi (PSE). El PP conformó la oposición más beligerante.
La duda que se plantea ahora es de quién preferirá ir de la mano en primer lugar la formación conservadora. Las posibilidades se multiplican. En principio, las declaraciones realizadas por el diputado general a este rotativo acerca de la desconfianza con respecto a ciertos miembros de Bildu dejan claro que los acuerdos con esta formación se tornan, en un principio, complicados. Por no decir imposibles. Al menos, en el inicio de la legislatura.
La única vía pausible para sacar adelante los Presupuestos con un único compañero de viaje será contar con el beneplácito del anterior ocupante del sillón foral. Tal circunstancia le otorgaría al gabinete De Andrés 29 escaños de 51. Tal unión requerirá, no obstante, concesiones de los populares. Porque si bien la política fiscal de ambos parece no distar en aspectos importantes, como la negación a la subida de impuestos o la recuperación del Impuesto de Patrimonio, el PNV ya ha mostrado su abierto desacuerdo en temas como la privatización de los servicios sociales o los recortes en las ayudas a los libros de texto.
A pesar de que esta unión parece en un principio la más probable por su orientación política, no se descarta la posibilidad de que el Gobierno foral dé un giro puntual a la izquierda y cuente con otros compañeros de viaje como el PSOE y EB. Eso sí, la lógica indica que dos socios puntuales obligan al doble de concesiones, por lo que la propuesta original de las Cuentas resultaría probablemente modificada en mayor grado. Según ha podido constatar este diario, los socialistas no dejarán atrás propuestas clásicas suyas, como las subvenciones a los libros de texto, o incluso el abordaje de ciertas reformas fiscales, mientras que EB seguirá fiel a temas como el cierre de Garoña, el control de las eólicas o la necesidad de cambios fiscales.
En cuanto a las líneas preferentes del Gobierno de De Andrés, tampoco resultarán una sorpresa. En primer lugar, porque los diputados de cada ramo ya han marcando las líneas de actuación estos días en las Juntas Generales y, en segundo, porque las tradicionales reuniones de cortesía con los grupos junteros les permitirá conocer de primera mano las intenciones de gestión de las arcas para el próximo ejercicio.
La lógica de los acontecimientos dicta paciencia prácticamente hasta poco después del 20-N y nervios de acero para las negociaciones que se cerrarán a primeros de diciembre. Eso sí, la cita oficial de la aprobación de las Cuentas no será hasta el último Pleno antes del cierre navideño de la Cámara alavesa, probablemente el 23 de diciembre.