Vitoria. Aurelia acaba de vivir un sueño, pese a que el próximo lunes su calendario particular le decía que iba a rememorar la pesadilla de ver cómo se intentaba subastar su piso embargado de la calle Correría. No en vano, una llamada telefónica de su abogado hizo ayer que buena parte de los miedos de esta anciana gasteiztarra se disipen de golpe y porrazo con tan sólo escuchar diez palabras: la Caja Vital aplaza la puja de su piso embargado. Se trata de la misma vivienda que sirvió de aval junto a la de su vecino Manuel, un hombre que actuó como un buen samaritano al ceder las escrituras de su morada para cofinanciar las obras de reforma de un local en el que la hija de Aurelia quería montar una panadería, puesto que con las de esta señora mayor no era suficiente. Y, aunque en 2006, la entidad financiera concedió el préstamo, el negocio nunca abrió la persiana. Jamás se alquiló porque la hija y su pareja decidieron no ponerse manos a la masa después de que el dueño de las instalaciones les comunicara que al cabo de año y medio vendería la lonja.

Desde entonces, tanto Aurelia como Manuel vivieron con el agua al cuello al saber que sus domicilios del portal 55 de la calle Correría pasarían al banco si no afrontaban la deuda. Aunque quien más se vio en apuros fue la primera, puesto que en el caso de su vecino, al final se consideraban saldadas sus cuentas pendientes si se vendía la casa de Aurelia. Sobre ella recaía así buena parte del peso de este crédito que se traducía en los embargos parciales de los 400 euros mensuales de los 600 euros de su pensión. Pero dado que el resto de los 115.000 euros a pagar antes de 2016 continuó sin liquidarse, la Caja Vital le notificó que subastaría su piso el pasado 27 de julio. Si bien, tanto la presión social -encabezada por los movimientos Acampada Gasteiz junto con Democracia Real Ya y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca- como el error procesal que los funcionarios observaron ese día hicieron aplazar el procedimiento hasta este mes. El lunes, a las 12.00 horas, era el día en el que se iba a llevar de nuevo al Palacio de Justicia el inmueble de Aurelia. Pero, una vez más, el proceso se ha interrumpido por las negociaciones que esta señora está haciendo a título individual, como ella misma las califica. "Lo que pretendo es salvar la casa, pero también les planteo tener un alojamiento en el que pueda irme de alquiler, si es que al final deciden vendérmela", detalla esta mujer, quien vería cómo se solucionan sus "sufrimientos" con otra llamada. La de un ciudadano que quiera comprarle su propiedad del Casco Viejo, "así acabaría con todos estos problemas porque esto no es vida".

Sólo el tiempo dirá si Aurelia despertó ayer de este mal trago o si sólo fue una fantasía con fecha de caducidad. Como ella misma reconoce, no sabe si este segundo retroceso es temporal o definitivo. "Hay intención de llegar a una resolución".