Vitoria. El Gobierno Vasco ha decidido guardar en el cofre de sus joyas arquitectónicas más preciadas el Casco Histórico de Berantevilla, "visto el interés cultural que presenta". El objetivo de esta medida es proteger sus numerosas casas blasonadas, localizadas en su mayoría en la calle Mayor, y su magnífico templo parroquial con su inclusión en el Inventario General del Patrimonio Cultural vasco con la categoría de Conjunto Monumental.

Según especifica la orden del viceconsejero de Cultura dictada el pasado 23 de septiembre, la decisión entra ahora en la fase de tramitación del expediente con la intención de otorgar a la zona arqueológica de la parte vieja de la villa el carácter de zona protegida. Con ello se pretende limitar las actuaciones que en ella puedan llevarse a cabo. Una vez que la disposición se haga pública en el Boletín Oficial del País Vasco, se abrirá un plazo de 20 días para formalizar las alegaciones oportunas.

La villa, que recibió este título en 1299 de manos del rey Fernando VI, presenta un plano urbano rectangular, y aspecto muy regular, heredero de su origen medieval, en el que se ordenan las casas en torno a cinco calles principales. Todas ellas se configuran, en la mayoría de las ocasiones, en manzanas simples, por lo que las edificaciones se abren a ambas calles paralelas, ocupando solares alargados y estrechos. Su sistema constructivo consiste en muros de carga perimetral, entramado de madera, cubiertas a dos aguas, excepto en los casos de las viviendas aisladas en las que aparece el tejado a cuatro aguas.

Pese a las señas de identidad de las casas de Berantevilla, todo un tesoro de los bienes inmuebles, son otras las que brillan con más fuerza. En especial, las que tienen el aspecto señorial, con el escudo de armas de la familia propietaria. La mayoría se localiza en el conjunto arquitectónico de la calle Mayor, una arteria que se supone que bombeó sus primeras señales de vida, tal y como parece indicar su posición, anchura o la propia denominación.

Casas solariegas Allí están estas casas blasonadas, como las de los números 25, 16, 15 y 17, que muestran el esplendor de los siglos XVI y XVII. No menos importante es el número 4, que se cree que es el que se correspondería con una de las torres que formaban parte de la muralla, hoy desaparecida. En esta calle Mayor también se ubica el templo parroquial, obra de diferentes movimientos (renacentista, barroca y neoclásica) de los que quedan vestigios en sus alzados.