el crisol de procedencias que aglutina la Coordinadora contra Garoña, donde conviven colectivos sociales, ecologistas y sindicales de Castilla y León, La Rioja y Euskadi, tuvo ayer un notable reflejo en la marcha contraria a la central nuclear. Manifestantes del propio Valle de Tobalina, el privilegiado paraje natural donde se ubica la planta atómica, gasteiztarras, vizcaínos, navarros e incluso extremeños aportaron el habitual colorido a una manifestación que ya se ha convertido en clásica de estos últimos días del verano.

Por desgracia para los antinucleares, ésta no será la única marcha que se celebre en septiembre, porque el próximo sábado 17 tendrá lugar otra contra la central nuclear de Almaraz, ubicada en Cáceres, y que suma ya 28 años de funcionamiento. Desde muy cerca se presentaron ayer en Barcina del Barco Pepa Torrado, Ramón y Capi, miembros de Ecologistas en Acción de Plasencia y que no dudaron en recorrer cientos de kilómetros para mostrar su solidaridad con los vecinos del entorno de Garoña.

Ataviados con tres vistosos bidones amarillos que emulan a los que contienen residuos nucleares, portaron su propia pancarta y se dejaron notar desde los compases iniciales de la manifestación. "Yo aquí vengo a cerrar Garoña", reivindicaba en alto otra integrante de esta expedición. La posibilidad de que el próximo Gobierno central conceda una nueva prórroga a Garoña supone un "temor" que Pepa no quiso esconder. "Esto es algo con lo que nunca podemos estar tranquilos. Si dijese lo contrario estaría mintiendo. Pero venimos con el ánimo de que pronto se cerrará Garoña y de que Almaraz será la siguiente", añadía Pepa.

Desde mucho más cerca, de las localidades de Tobera y Quintana, Martín Galíndez, Yolanda Arnáiz y Maribel García encabezaron la manifestación con rotundos mensajes en contra de la actividad de Garoña. "Estamos ya hartos de arriesgar. Llevamos así 40 años y no queremos más. Dicen que cuando cierre la central el valle se quedará sin vida, pero ahora mismo está sin vida por culpa de la central", censuraba la pareja, todas unas veteranas de esta marcha. "Hace 30 años que venía con mi hija pequeña y seguiré viviendo mientras siga abierta", advertía Maribel.

Y desde Miranda de Ebro, la ciudad más cercana a la central nuclear de Garoña, un pequeño grupo de manifestantes encabezado por José Ignacio Ortiz y las hermanas Carmen y Benilde Hernández insistía también en el mensaje predominante durante la mañana. "Tenemos la ilusión de que no haya más aplazamientos", deseaba José Ignacio. "Más que ilusión, convencimiento", replicaba Carmen. "Las elecciones nos dan cierta inquietud, porque el PP ya ha dejado claras sus intenciones", respondía de nuevo el primero.