laguardia. La inspección de viñedos realizada por el Consejo Regulador durante la campaña tiene como fin detectar y prevenir al viticultor para que corrija dichos excesos de producción, actuando en consecuencia a la hora de aplicar las técnicas de cultivo más idóneas para alcanzar el objetivo perseguido de optimización de la calidad. Para poder elaborar o vender uva con derecho al uso de la Denominación de Origen Calificada Rioja, los más de 18.000 titulares de viñedos actualmente existentes en el ámbito del Rioja deben poseer el correspondiente documento acreditativo, denominado Tarjeta de Viticultor, una identificación magnética dotada con un chip de memoria en la que figuran la superficie de viñedo inscrito y el rendimiento máximo en kilos de uva amparable que autoriza el Consejo.

Esta tarjeta permite mediante un terminal conectado al Consejo gestionar el proceso de entrega de uva en las bodegas y disponer de una información continua e inmediata de la producción y rendimientos de cada viticultor y de la elaboración de cada bodega. Entre las medidas de control, cabe destacar la obligatoriedad de pesar previamente a su entrada en bodega todas las uvas producidas, pesaje que permite garantizar el volumen real de cosecha obtenido en la denominación, ya que debe realizarse en presencia de los auxiliares de vendimia que el consejo contrata para controlar cada una de las básculas ubicadas en los centros de elaboración y verificar la calidad de las uvas. Además, los Servicios de Inspección del Consejo controlan los traslados de uvas y vigilan las zonas limítrofes de la denominación, ya que no está permitido introducir en las bodegas de Rioja uvas de viñedos no inscritos.