Vitoria. Al entrar ayer por la mañana en los juzgados de Vitoria, Aurelia, la vecina de la calle Correría cuyo piso estaba a punto de subastarse, manifestaba confiar en que se hiciera "algo de justicia". Al abandonar el edificio, veinte minutos después y mucho más tranquila tras conocer que el procedimiento se había aplazado, respiraba "muy aliviada y agradecida a todos por el apoyo recibido". La presión acumulada a lo largo de toda la mañana afloró en forma de lágrimas mientras aseguraba haberse sentido "muy arropada" por los amigos y miembros de la Acampada Gasteiz que la acompañaron durante toda la mañana y que habían acudido a los juzgados para tratar de impedir que nadie pujara por su casa. Finalmente no hizo falta recurrir a estrategias y los concentrados en torno al edificio interpretaron que el aplazamiento obedecía "a la presión ciudadana y mediática" desplegada a lo largo de la jornada. Los funcionarios de los juzgados de Primera Instancia únicamente constataron que la subasta quedaba pospuesta "porque faltaba algo", sin llegar a precisar qué documento concreto había sido el causante del retraso.

La comitiva de indignados pertenecientes a Acampada Gasteiz, DRY (Democracia Real Ya), PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), Stop Desahucios y la nube de periodistas que cubrían la noticia llegó al Palacio de Justicia con tiempo suficiente para organizarse antes de la celebración de la subasta. En el orden del día figuraban el piso de Aurelia y el de su vecino, Manuel, aunque éste prefirió no estar presente en ninguno de los actos celebrados ayer. En su día, la mujer solicitó un préstamo a la Caja Vital para financiar las obras de un local alquilado en el que unos familiares suyos querían montar un negocio y Manuel, amigo y vecino, ofreció su vivienda como aval. El proyecto se torció, los titulares del establecimiento vendieron la propiedad y hubo que echar la persiana. Sólo quedaron unas deudas que Aurelia afrontó mediante embargos parciales -400 euros mensuales- de su escasa pensión de 600 euros, aunque el resto de la cuota continuó sin liquidarse. La tensa situación se rompió el pasado junio cuando el juzgado comunicó a Aurelia y a Manuel que sus pisos iban a salir a subasta pública. A partir de ahí, la marea iniciada por los indignados, que ya ha frenado desahucios en otros puntos del Estado, decidió ponerse en marcha para evitar que estas dos personas se quedaran, literalmente, en la calle. Así, los representantes de la Acampada Gasteiz se propusieron personarse en la subasta para evitar que se realizaran pujas. No hizo falta. Al acudir al mostrador de los juzgados de Primera Instancia, una funcionaria explicó a la veintena de personas allí congregadas -el resto del grupo permaneció concentrado frente al Palacio de Justicia sosteniendo una pancarta con el lema Stop Desahucios- que el procedimiento se posponía sine die. Poco después, llegaba en forma de SMS la noticia de que la Caja Vital daba de plazo hasta octubre a Aurelia y a Manuel para ponerse al día de los pagos.

Negociaciones dignas El nerviosismo contenido hasta ese instante dio paso a la alegría y a los aplausos a las puertas del inmueble. "Se ha aplazado la subasta. Creo que el motivo ha sido la presión mediática y de las personas que han estado conmigo aquí. Es un rayo de esperanza para mí y para el avalista", informaba Aurelia. "Me siento muy arropada por todo el mundo. Me han dado un respirito, aunque no sé qué pasará después. Gracias a todos", añadió emocionada.

Por su parte, Edurne, la portavoz de Acampada Gasteiz, incidió en que "la movilización ha sido la que ha hecho que la Vital tenga un poquito de miedo y haya aplazado la subasta". "La excusa de que faltaba un papel sólo quiere decir que no querían enfrentarse al movimiento que está apoyando a Aurelia. De aquí a dos meses, vamos a seguir presionando para que se sienten y negocien con ella de una forma digna y conciliadora", garantizó.