Vitoria. Para trabajar, divertirse o incluso comer. El caballo sirve lo mismo para un roto que para un descosido y así lo descubrieron ayer los cientos de personas que acudieron hasta la localidad alavesa de Ondategi para disfrutar de la XVI exhibición del caballo de estribaciones del Gorbea. Una feria que se ha convertido ya casi en una tradición cada año el último domingo de junio. Allí, esperan pacientes las campas de Sarragoa y aunque habitualmente Lorenzo suele ser el invitado de honor de la cita, ayer los termómetros sudaron mercurio.

Las temperatura de hasta 35 grados hicieron que la sombra se convirtiera en un bien casi más codiciado que probar suerte a lomos de uno de estos ejemplares. Así las cosas, el roble centenario acogió bajo su lecho a varios visitantes que observaban a media distancia la amplia oferta equina que ofreció el evento. Así, al paso, empezó la jornada con una exhibición de ganado equino, vacuno y ovino y, a medida que fue avanzando la mañana, los asistentes fueron cogiendo el ritmo. "Este año hay menos personas porque hace mucho calor y habrán ido a refrescarse a la playa o al pantano. Pero ya ha venido la gente y se va animando con el partido y luego las familias con el ramaleo de ponis", explicaba Luis Mari González bajo la solana el miembro del club Etxabarri Ibiña, organizador del evento.

Baloncesto a caballo Y efectivamente, la cosa se animó a eso de las 12.30 horas, cuando comenzó el encuentro de horseball. Los jinetes y sus monturas se removían inquietos en el campo de baloncesto habilitado al efecto donde lanzaban sus primeras carreras y miraban desafiantes los aros contrarios. Ya al trote los más jóvenes acudían a la explanada para acudir a la cita más espectacular de la jornada. Los equipos de Etxabarri Ibiña y de Iruña llevaron el choque más allá de lo amistoso y dieron un buen espectáculo. Abrazos muy cariñosos y bloqueos más propios del rugby en medio, claro está, de un ambiente inmejorable. El trofeo final fue a parar a manos del club de Etxabarri Ibiña que venció por un ajustado 8 a 7. Aunque el premio a la furia, de haber existido, habría recaído en Andrea Echevarría, una amazona pamplonica que poco tenía que envidiar a las famosas mujeres guerreras de la mitología clásica. "Hemos recibido bien. Mira que tengo golpes hasta en las manos. Pero aquí no hay que tener miedo", sonreía victoriosa en perfecta simbiosis con Sultán, que resplandecía sudoroso tras el esfuerzo. "Yo empecé a montar a los seis años y hace cuatro probé con el horseball y me gustó, aunque esto sí que es un deporte minoritario", lamentaba.

No muy lejos de allí, Nekane esperaba la primera de la cola para subir a lomos de un poni. "Ya me había montado antes. Me gusta porque se va muy cómoda. Ya le he pedido uno a mi padre pero me ha dicho que no", sonreía mientras esperaba de nuevo su turno en la cola junto a su aita. Un poco más allá se veía, como en toda buena competición, un poco de rivalidad. Primero, para continuar elevando el ritmo, en la especialidad de saltos y, finalmente, para terminar la diversión a galope con la carrera de caballos llegados desde Gipuzkoa.

Y después de un día en las carreras, hay que reponer fuerzas. Para ello, 2.500 raciones de guiso de potro a cargo de la sociedad gastronómica Boilur. "Es la carne más limpia, tierna y asimilable que hay porque los caballos son selectivos a la hora de comer. La gente ya dice que le gusta", afirmaba entre fogones el presidente del grupo, José Antonio Arberas. Y de postre, alguno de los suculentos productos de la feria de gastronomía artesana con un poco de sidra natural bien fresca.

Todo ello aderezado con otras bestias de pura raza. Y es que Iñaki Perurena volvió a demostrar que el que tuvo retuvo y realizó toda una exhibición de herri kirolak junto a su hijo Inaxio. "Me mantengo en toda la forma que se puede a los 54 años", comentaba el harrijasotsaile de Leiza. Un perfecto día en las carreras de los que muchos salieron a caballitos, aunque fueran de dos patas.