Vitoria. Todas las historias, hasta las más mundanas, ofrecen diversas caras. En el caso de la presunta agresión tránsfoba que se juzga hoy en Vitoria, los dos puntos de vista que se ofrecen son completamente contrapuestos. Ayer, tras leer en la prensa la versión de Paloma Casandra de Nascimento, el marido de la mujer denunciada quiso ofrecer su relato de lo ocurrido. "Respeto completamente la orientación sexual de esta mujer, pero lo que ha contado no es verdad", aseguró.

El hombre se remontó hasta el pasado 19 de abril para explicar que en aquella fecha se encontraba en compañía de su mujer en una tienda del barrio gasteiztarra de Zaramaga. Ella había sacado el teléfono móvil y comenzó a mostrarle una serie de fotografías que había sacado de un sobrino suyo. "El crío es un pieza y nos estábamos riendo con las fotos", recordó. "Fue entonces cuando esta persona entró en la tienda y, a juzgar por lo que ocurrió a continuación, debió de creer que nos reíamos de ella cuando no era así para nada", añadió.

Lo que ocurrió, según su exposición de lo sucedido, fue que Casandra se giró, miró a la mujer y le dirigió un sonoro y escueto "puta". "Nos quedamos blancos los dos y ni reaccionamos. Estuvimos un rato plantados allí en medio de la tienda sin saber qué hacer y al final decidimos irnos", reconoció. Una vez en la calle, el matrimonio intercambió unas palabras sobre lo ocurrido y decidieron que lo mejor sería aclarar el malentendido. "Esperamos fuera para explicarle lo que había pasado -repasó- y entonces, desde el otro lado del escaparate, le hizo un gesto a mi mujer con la mano y la boca. El gesto de una felación".

Con el ánimo un tanto tenso, cuando Casandra salió al exterior el marido le preguntó por la mueca dirigida a su esposa. "Me contestó que era muy mona pero una mala puta, a lo cual mi mujer le contestó, enfadada, que lo que sucedía era que se había empalmado. Ahí fue cuando se lió la discusión", indicó.

Tras intercambiar un buen puñado de exabruptos, Casandra salió corriendo a buscar a una patrulla de la Ertzaintza que estaba por la zona y que tomó declaración a todos los presentes. Posteriormente, ambas partes se cruzaron las correspondientes denuncias. "Me parece increible hasta dónde han podido llegar las cosas. ¡Si hasta han convocado una manifestación! Mi mujer está con depresión y ni siquiera va a poder acudir al juicio, así que iré yo con el abogado", concluyó.