la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) emitió a comienzos del mes de marzo que acaba de concluir un pronóstico nada halagüeño para los alérgicos al polen de cara a las semanas venideras. ¿El motivo? Los elevados índices de contaminación que sufrieron en febrero algunas grandes ciudades del Estado, una circunstancia propicia para alterar la fisiología de las plantas, sometidas a un gran estrés, y que su polen sea más dañino para la salud. "La primavera será más larga y dura de llevar" que las anteriores, según avanzó uno de los portavoces de este colectivo, no sólo debido a los niveles de polución sino por los efectos del cambio climático.

Por suerte, las características de Vitoria y Álava, que no sufren los rigores de las grandes ciudades al hablar de la calidad de su aire, no parecen las más propicias para que sus pólenes sean más agresivos para la salud respecto a años precedentes. "La contaminación, de alguna manera, sí hace que la mucosa esté en peores condiciones, más sensible, y favorezca reacciones más intensas al polen. También, que el polen sea más alérgenico. Precisamente por eso hay más alérgicos al polen en las ciudades que en el campo", expone la alergologa del Hospital Santiago, María Teresa Audicana.

Claro que, según recuerda, "somos una capital verde" y, por ello, "la venganza silenciosa" de las plantas a esas agresiones externas no será tan grande como la que, según los expertos, perpetrarán en Madrid o Barcelona, sólo por citar dos grandes urbes.

A falta de contaminación, la preocupación de los profesionales de la alergología en el territorio histórico de Álava, y también a nivel mundial, se ha centrado en los últimos tiempos en el notable aumento de polisensibilizados, pacientes que aparte de al polen desarrollan una o varias intolerancias adicionales a otros componentes, ya se encuentren éstos en verduras, frutas o en el propio entorno del domicilio, o incluso a tres o cuatro pólenes diferentes. "No sabemos a qué se debe y es difícil que lleguemos a una respuesta rápida. Son pacientes más complicados, porque a la hora de poner la vacuna hay que elegir el alérgeno. Si un paciente tiene alergia a cuatro pólenes, hay que ver cuál es el más relevante y, además, hacer pruebas de exposición, conjuntivales, bronquiales...", explica Audicana.

Se trata de pacientes jóvenes, fundamentalmente niños y adolescentes. "Es una patología más de este tiempo. Los de otras generaciones son más monosensibles. Antes veíamos algún paciente y parecía una rareza. Ahora, se ven muchos más", certifica la profesional gasteiztarra. Gracias al diagnóstico por componentes, los alergólogos disponen ahora de una herramienta certera para prescribir uno u otro tratamiento a cada alérgico, en función de sus necesidades reales.

"Estamos mejorando mucho el diagnóstico. Vemos que, aunque hay cosas que se ven en las pruebas, luego apenas tienen relevancia clínica o traducción en los síntomas", justifica la profesional.