Ahora se llama bullying; antes, acoso escolar; y hace alguna década más, abuso. Los grupos de jóvenes en los recreos de los colegios y su puntual querencia a meterse con el más débil han existido siempre. No obstante, sólo en los últimos años se ha dado importancia a este fenómeno debido a las trágicas consecuencias que ha generado y que han salido a la luz. Por ello, los esfuerzos de los colectivos que trabajan con menores se centran, con más ahínco si cabe, en poner fin a este tipo de prácticas. Y, según la experiencia de los docentes, parece que se ha conseguido. Éstos señalan que en los últimos cuatro cursos el porcentaje de evidencia de maltrato entre compañeros en los centros educativos ha disminuido progresivamente.

El informe elaborado por el Ararteko sobre la realidad de la juventud resalta tal circunstancia, que se aferra a los registros elaborados a pie de campo por los responsables del Departamento de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco. Estos reflejan que desde el 68% registrado en Euskadi en 2006/2007 se ha pasado al 27% del pasado curso escolar. En el territorio histórico de Álava, sin ir más lejos, entonces se registraron 13 casos de presuntos casos de acoso escolar. De ellos, diez fueron considerados demostrados. En el último ejercicio, se denunciaron 23, de los que sólo tres fueron constatados como ciertos por las autoridades.

Lo que no se ha revertido, sin embargo, es la tendencia masculina de este tipo de agresiones. De hecho, en seis de cada diez casos de maltrato escolar denunciados el protagonista es un chico. Además, parece que la mayor concentración de agresividad se centra en el último ciclo de Primaria y en los primeros cursos de Secundaria, que concentran algo más de la mitad de las denuncias.

Entre éstas destacan fundamentalmente las agresiones físicas directas, que representan cuatro de cada diez casos; seguidas por las verbales, que suponen un 29%. El resto de las quejas llegan por exclusión social, agresiones físicas indirectas, intimidaciones, amenazas o chantajes y acoso o abuso sexual.

exclusión por físico Precisamente, otro de los aspectos que señala el informe del Ararteko se refiere a los motivos de exclusión. Según los propios adolescentes, la discriminación a estas edades se produce fundamentalmente por cuestiones físicas, por vestir diferente o por cuestiones relacionadas con la raza, mientras que las cuestiones sexuales quedan relegadas a un segundo plano.

Además, se señala que desde los organismos competentes en este tipo de materias se ha adoptado una preferencia por las iniciativas de vigilancia como medida cautelar a la hora de controlar los maltratos escolares.