Vitoria. Hace ya seis años que Goretty Ramón tomó las riendas de su empresa, dedicada a la fontanería. Se define como una mujer "luchadora", que ha sabido hacerse un hueco en un sector muy masculinizado como es ése, aunque admite que actualmente la mujer "está bastante reconocida". "Mi relación con mis compañeros es muy buena", confiesa.

Pese a la gran responsabilidad que supone dirigir una empresa, asegura que consigue conciliar su vida personal con la profesional "gracias a su marido y a una persona ajena a la familia". Sus esfuerzos por dirigir la compañía a la que llegó en 1991 como administrativa le han hecho valerse con el Premio a la Mujer Empresaria del año 2010, que concede la asociación de empresarias alavesas, Ampea. "Creo que me lo merezco, realmente me implico mucho en llevar lo mejor posible la empresa", explica.

Precisamente la necesidad de impulsar la presencia de las mujeres en los ámbitos de decisión es el eje de la campaña de sensibilización que ha lanzado Emakunde para este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. En opinión del colectivo, si bien la sociedad ha dado "grandes pasos" a favor de la igualdad, los datos siguen poniendo de manifiesto que se mantienen importantes diferencias "en términos de acceso, ejercicio y control efectivo de derechos, poder, recursos y beneficios por parte de hombres y mujeres". Por eso, y con el lema Mujeres al frente, Emakunde pone de manifiesto que la sociedad necesita a más mujeres al frente de ayuntamientos, diputaciones, gobiernos, universidades, empresas, patronales o sindicatos.

Precisamente de esto sabe mucho Mari Cruz Vicente, que es responsable de CCOO en Álava. "Algo impensable hace 30 años", lo de que alguien del sexo femenino fuera la cabeza visible de una central sindical. Según explica la dirigente alavesa, el progresivo acceso de las mujeres al mercado de trabajo tuvo también su reflejo en la organización sindical, hasta ese momento compuesta solamente por hombres. "Recuerdo que al principio había ciertos recelos. Las mujeres teníamos que demostrar con creces que éramos capaces de llevar una negociación colectiva", recuerda Vicente, una trabajadora liberada que provenía además del sector del metal, también muy masculinizado.

No obstante, cada vez son más los sindicatos que confían los puestos de responsabilidad a las mujeres, una tendencia que ha permitido introducir en las negociaciones conceptos hasta el momento inexistentes, como planes de igualdad o medidas de conciliación de la vida laboral y familiar. "Todo este tipo de cosas, sin nosotras, no hubieran sido posible", añade.

Pese a que lucha para que el resto de las trabajadores puedan disponer de tiempo libre para dedicarlo a su familia, todavía su reto pendiente sigue siendo la cuestión de la conciliación. "Hay profesiones como ésta que no siempre resulta fácil, tenemos jornadas muy irregulares, y sé que no hubiera sido posible sin la corresponsabilidad de mi pareja y con el colchón familiar, que en mi caso ha sido siempre muy importante", explica.

mujer rural Otro de los sectores más masculinizados es, sin duda, el agroganadero. La pasada semana, la Comisión de Mujeres Rurales de Euskadi, formada por las tres diputaciones forales, Gobierno Vasco y distintas asociaciones de féminas, presentaba una declaración en la que recogían una serie de medidas que tienen como objetivo "lograr estar en igualdad de condiciones" ante los hombres, en aquellos espacios donde se decide su futuro. Entre las desigualdades descritas, denunciaban que ellas no participan de la misma forma que ellos "en los ámbitos de decisión del medio rural", como son los sindicatos y las distintas asociaciones agrarias.

La agricultora Nieves Quintana es muy consciente de ello, y por eso decidió hace unos años pasar a formar parte de la ejecutiva de la UAGA, el sindicato de agricultores y ganaderos de Álava. "Sé que es echarte todavía más responsabilidad sobre la chepa, pero si no, es difícil que nos representen", explica Quintana, que es propietaria de una explotación en Otazu.

Se confiesa enamorada de su profesión, aunque reconoce que las duras condiciones en las que tienen que desempeñar su trabajo, sin fines de semana libres ni vacaciones, y con una dedicación casi exclusiva, ha alejado a muchas mujeres del campo. "Cada vez somos menos. Aunque se casen con hombres que trabajan en esto, la mayoría vive ya en la ciudad y ellas prefieren buscar otro empleo algo más estable", asegura. Tras años dedicada a la agricultura y después de unos comienzos difíciles en los que admite que llegó a escuchar algunos "cuchicheos y comentarios machistas", Quintana asegura que en la actualidad "se siente totalmente respetada por sus compañeros de profesión". Sin embargo, insiste en que queda mucho por hacer en materia de igualdad en este sector, por lo que hoy también celebrará el Día Internacional de la Mujer.