Vitoria. Más de 3.000 vascos viven con un órgano nuevo aunque pocos sospechan que su víscera pueda ser todo un clásico. Actualmente, el 46,6% de los donantes tiene más de 60 años; se ha incrementado en dos años la media de edad, llegando a los 57 años; y cada año sube la longevidad uno o dos puntos, según reconoce José Martínez Olmos, secretario de Sanidad. Ibai Uriarte, el niño de Bizkaia sometido a un trasplante multiorgánico recientemente, es uno de esos trasplantados, aunque él sí tiene la certeza de que su fuente de vida procede de un menor. Sin embargo, la barrera de edad en la que se realizan trasplantes y donaciones ha aumentado desde 2008 en más diez años.

"Tenemos el récord de riñón e hígado en donantes de 89 años y de corazón en donantes de 79", subraya Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Atrás quedaron las épocas en las que la gran bolsa de víctimas de tráfico implicaba que el donante fuera joven. De hecho, mientras en 1992 el 43% de los donantes murieron en el asfalto, el año pasado esta cifra fue del 5,7%. El máximo responsable de Trasplantes del Estado cree que la donación es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad y el donante de órganos es diametralmente opuesto al que teníamos cuando empezó la ONT hace 21 años. "En los años 80, la mitad de los donantes procedía de accidentes de tráfico y eran mayoritariamente jóvenes. La imagen clásica era la de un motorista joven que iba sin casco", explica. "El primer año que tenemos constancia exacta de cómo eran los donantes es 1992 y ahí el porcentaje de donantes de siniestralidad vial se situaba en un 42%. Desde entonces, los accidentes han caído en picado. La mayoría de las dolencias que dan origen a la donación son hemorragias cerebrales y accidentes cardiovasculares que, mayoritariamente, se producen en personas mayores", añade.

Este cambio ha provocado que estas patologías sean el origen de las dos terceras partes de las intervenciones. Así, si en 1992 la edad media de un donante era de 39 años, cada año la curva es ascendente por la reducción tan marcada de la siniestralidad vial. "En realidad, si no hubiera sido por estos donantes mayores, que hace 20 años ni considerábamos, el descenso habría sido tremendo y sería casi imposible realizar trasplantes. Hemos ido aumentando el número de donantes, pero a expensas de un cambio profundísimo en la tipología, y es posible que hayamos tocado ya techo", admite Matesanz.

urgencia 0 Con un corazón nuevo desde hace 13 años, José Antonio Arteaga, presidente de la Asociación de Enfermos Trasplantados de Corazón y Pulmón, asegura que "de vez en cuando escuchamos a personas mayores decir que sus órganos ya no valen". "Eso, en todo caso, lo tienen que decidir los médicos, porque no siempre es así. Hay muchos donantes de 70 años, aunque es verdad que en corazón y pulmón se intenta que el donante sea más joven". Arteaga, que ha estado en contacto con la familia de Ibai Uriarte, es consciente de que el caso del pequeño ha focalizado todas las miradas sobre los trasplantes. "En el caso de Ibai, que se encontraba en código de urgencia 0, es decir, que solo podía aguantar unos pocos días más con vida, se ha recurrido al primer donante al que se podía llegar. Y cuando llega, los médicos valoran la gravedad del paciente. Lo que ocurre es que es un niño pequeño y necesitaba órganos para su tamaño", explica.

"En la franja entre los 25 y los 45 años, donde antes se registraba el mayor número de muertos de tráfico, ya no hay casi donantes. Ahora la procedencia de los órganos es de derrames cerebrales, ictus o infartos, de gente de más de 50 años", corrobora Arteaga.

Los responsables de Trasplantes consideran que el descenso en el número de víctimas mortales en accidentes no es preocupante para las donaciones, ya que éstas están aumentando por otras vías. Y eso que han bajado una tercera parte desde 2005, al pasar de 249 en ese año a un total de 85 en 2010. A Joseba Aranzabal, coordinador de trasplantes en el País Vasco, no le gusta que se relacionen ambas cosas. "Es poco científico. El perfil del donante hace 15 o 20 años era el de un varón de 30 años con traumatismo craneoencefálico por accidente, y hoy el 70% es el de un varón de 50 que fallece por un ictus».

Según explica Rafael Matesanz, salvo los procedentes de parada cardiaca, alrededor del 5% del total, los donantes de órganos fallecen en las UVI, en muerte encefálica, es decir por la destrucción del sistema nervioso central. Eso significa científica, ética y legalmente la muerte del individuo, que todavía conectado al respirador mantiene latiendo el corazón y oxigenados sus órganos durante unas horas, único momento en que la donación es posible.

otra vuelta de tuerca A juicio de Matesanz, "desde hace tiempo, la ONT viene trabajando para adelantarnos a los cambios". "Hay en marcha un plan estratégico con medidas que han permitido compensar descensos de determinados tipos de donantes con aumentos de otros. Hay un crecimiento de donantes en parada cardiaca, de la donación en vivo, de la procedente de inmigrantes, o bien del grado de utilización de órganos trasplantados de mayor edad y complejidad. Sigue habiendo comunidades que aumentan las cifras de donación pese a los otros factores".

Así, la donación de personas vivas aumenta a buen ritmo y Rafael Matesanz avanza que en un par de meses se podrán hacer los primeros trasplantes cruzados. Consisten en agrupar a un número de personas compatibles entre sí, de modo que se optimizan todas las opciones. De tal forma que si una persona quiere dar un riñón a su hermano, pero son incompatibles, se busca otra pareja, también incompatible entre sí, con la que sí pueden intercambiar sus órganos. Con esta fórmula, Sanidad pretende ampliar el grupo al máximo para que el mayor número de personas se beneficie de un trasplante.