vitoria. La enfermera de la consulta de ITS en Donostia alerta de la "relajación" de los vascos en materia de prevención para explicar el incremento de estas patologías a priori erradicadas. La utilización del preservativo, incluso a la hora de practicar sexo oral, sigue siendo la mejor receta para reducir su impacto sobre la población.

¿En qué situación no encontramos ahora, tras el "quinquenio negro" 2003-2007 anunciado por la anterior consejería de Sanidad?

En los últimos años, se está detectando un aumento espectacular de todas las ITS, infecciones que creíamos desaparecidas drásticamente. Las cifras son realmente alarmantes en estos dos casos.

¿Hasta qué punto es necesario preocuparse?

Son enfermedades que tienen la ventaja de que detectadas a tiempo pueden contrarrestarse con tratamientos relativamente sencillos. En el caso de la sífilis, con penicilina y controles durante un año para ver que la cosa está bien. Con la gonorrea, una inyección y poco más. Son infecciones que tienen una cura muy sencilla, pero que dejadas en el tiempo pueden causar problemas serios. La sífilis, problemas cardiovasculares, neurológicos, de piel... La gonorrea, una enfermedad inflamatoria pélvica que puede dañar las trompas y causar esterilidad. En el hombre, también se puede llegar a este punto, pero no es frecuente. Son enfermedades que generalmente dan síntomas y la gente debe acudir a la consulta.

¿Qué factores cree que han influido en este incremento?

Cuando apareció el VIH, se insistió mucho en el uso del preservativo. La década de los 90 fue la del sexo seguro, pero con el cambio de siglo le hemos dado la vuelta. Esta última se ha convertido en la década del abandono del sexo seguro.

¿Y cuál es la razón?

Lo más impactante en su día fue la aparición del VIH, pero con el descubrimiento de los tratamientos antirretrovirales se ha convertido en una enfermedad crónica, cuando antes era mortal. Afortunadamente, la esperanza de vida de un paciente con VIH es similar a la de cualquier persona sana, y su calidad de vida también cada vez mejor. Pero esto se ha traducido en que la alarma social ante el VIH-Sida haya desaparecido y las medidas de prevención se hayan dejado. La gente se ha relajado.

¿Cuál es el perfil tipo de paciente que encuentran en las consultas?

Esta consulta es de acceso directo, no hace falta pasar por el médico de cabecera ni pedir la tarjeta sanitaria a no ser que haya que recetar alguna cosa. Son anónimas y no hace falta absolutamente nada. Acuden personas muy variadas, en cuanto a edad, sexo y prácticas sexuales. Son consultas que van en aumento, porque en 2009 respecto al año anterior se incrementaron en un 20%, lo que ha motivado que aumente el horario de consulta. El 56% de las personas que acudieron fueron mujeres, y las edades estuvieron comprendidas en su mayoría entre los 25 y los 34 años. La mayoría de la gente viene por iniciativa propia, aunque también un 25% lo hizo a través de ONGs que colaboran con nosotros. Si a una persona le preocupa algo, no tiene más que venir aquí.

¿La gente tiene vergüenza de acercarse, algún tipo de recelo?

Hay que insistir en que no pedimos ningún dato que no sea necesario, que no hay ningún registro donde aparezca el nombre de las personas y que es un proceso absolutamente confidencial. Creo que damos un buen servicio.

Al margen de la utilización del preservativo, ¿qué más consejos pueden darse en materia preventiva?

Aunque parece fácil de cumplir el consejo de usar preservativo, la realidad no es así. Las cifras lo ponen de manifiesto. El mejor consejo pasa por insistir en su utilización, incluso también en el sexo oral, porque aunque es una práctica de bajo riesgo para el VIH, no lo es tanto para el resto de ITS. La gente debe concienciarse de que hay que hacer algo, por el resto y por uno mismo.