Los más pequeños tienen desde ayer una ciudad hecha a su medida: la Txiki City, en la que la diversión reinará hasta el cinco de enero dentro del centro cívico Hegoalde de Vitoria. Tan sólo cerrará sus puertas dos días: el 25 de diciembre y el uno de enero.

Pero para adentrarse en este insólito mundo navideño habrá que pagar en la entrada un peaje de 2 euros -si se acude de 11.00 a 14.00 horas- o bien, de 2,5 euros -si se va de 16.00 a 21.00 horas-. Será allí donde los nuevos ciudadanos adquieran su pasaporte, en el que se sellarán las actividades -como tiro con arco, tirolina o remo- en las que participen y que les valdrán para obtener los preciados eurakis, la moneda única con la que accederán al descubrimiento de varios oficios -bomberos, policías o periodistas-. "La novedad de este año es que en vez de haber actividades sueltas aprenderán otras profesiones", explica Inmaculada Hernández, coordinadora del centro.

Esperando que llegue su turno en la cola de los Bomberos están Aitor, de cuatro años, y su hermana Adriana, de seis, ya que ésta "quiere escalar". "Venimos antes de que haya muchas colas porque es lo que más les gusta", relata su madre, Susana García, quien viene acompañada también de Marta, su hermana.

Las hijas de Raúl Lahidalga tienen gustos diferentes a pesar de ser gemelas. Mientras Irene, de nueve años, se entretiene con los videojuegos en Game Zone, María sale del recinto de reciclaje, donde ha fabricado "una cartera que ha hecho con un tetrabrick doblado". Su padre confiesa que todos los años vienen. "Ahora hay menos aglomeraciones porque hasta esta tarde aún hay colegios que no han dado las vacaciones", comenta. Toda una ventaja con la que ayer contaban los niños que tuvieron la oportunidad de inaugurar el parque y ahorrarse las colas.

Aprender a cocinar Otros menores prefieren el restaurante para aprender a hacer pintxos de jamón, como la pequeña Marina, de cuatro años. "Venimos todos los días del PIN porque aquí se entretiene saltando o jugando. En casa se aburre y en la calle hace frío", explica su abuelo Alejandro, acompañado de su mujer Mónica.

Izaskun Fernández, en cambio, afirma que sólo vendrán un día en todas las navidades, mientras aguarda detrás de la barrera de los hinchables a que su sobrino Unai, de tres años, salga del castillo.

De dos añitos era Unai, el nieto de Conchi Gutiérrez, quien "no sabía muy bien" dónde dejar la silla del niño porque era el primer año que viene. Por esta razón, Dori Martín no había traído la de Egoi, que tiene tres años. Esta vitoriana además de la ludoteca no sabe en qué otras actividades puede ir con su niño de dos años. "Para esta edad no hay muchas actividades. En el reciclaje no se puede entrar porque no puede usar las tijeras", se queja.

En el exterior de la ludoteca aguardaba Josu a que su hija Nora, de dos años, saliese. Duñike Ugarte, una de los dos monitoras de este espacio, detalla en qué consiste: "Pueden jugar en los hinchables, zona para triciclos y granja de peluches. Además, los mayores de seis pueden ser ludotecarios".

El parque también ofrece espectáculos. Ayer fue el turno de Hala Bazan, los cuentos en euskera a cargo de Rosa María Martínez, que sorprenderán a más de uno. "Empiezo con la historia del conejo Lucas, que quiere ser cocinero, luego con el lobo que se lo quiere comer. También habrá una rana que quiere ser príncipe y un ratón llamado Ulises que quiere ir a la luna porque se piensa que es un queso", detalla la cuentacuentos. Sin embargo, para las representaciones de la tarde es necesario pedir invitación en el momento de comprar la entrada. Así, en este centro cívico se podrá contemplar el domingo a las seis de la tarde el de los payasos Tatatxan Jauna o el de títeres Elmer y Wilbur, también a la misma hora, pero en el centro cívico de Lakua.