SHANGHAI. Seis sacerdotes cristianos de una iglesia no oficial, cuyas actividades se consideran ilegales en el país asiático, fueron detenidos durante horas por la policía de Shanghái, en el este de China, informó hoy la prensa del país.
El líder pastoral de la comunidad, Cui Quan, explicó que dos de los sacerdotes fueron detenidos para ser interrogados el pasado sábado, y que otros cuatro, incluido él mismo, fueron arrestados también ayer por la mañana, aunque todos salieron en libertad durante la tarde, recoge hoy el diario "South China Morning Post".
Cui, que encabeza la comunidad cristiana de Wanbang, de un millar de miembros y situada en el distrito suburbano de Minhang, dijo que la policía les acusó de ser una congregación ilegal, dado que no está registrada ni sometida al control estatal, y que los seis sacerdotes fueron interrogados por separado.
"No tenemos nada que temer, pero sentimos que el ambiente religioso de China ha empeorado mucho recientemente", aseguró Cui.
"Para quienes nos mantenemos firmes en nuestras creencias, nuestra fe no hace más que volverse más fuerte, pero para quienes no son tan fuertes, esto es un golpe enorme".
La Oficina de Asuntos Civiles de Minhang cerró hace dos semanas el local de un edificio comercial donde se habían estado reuniendo durante los últimos cuatro años y, después de desalojarlo, bloqueó su entrada con tablones de madera.
La comunidad trasladó entonces sus oficios a un parque, al aire libre, pero a pesar de las detenciones, ayer mismo cerca de 500 personas celebraron allí su misa dominical, aunque el diario asegura que las autoridades han estado presionando a los feligreses locales para que abandonen esa comunidad.
La iglesia de Wanbang, por su parte, ha presentado una queja formal por su cierre, argumentando que la libertad religiosa y la de reunión están protegidas por la Constitución china.
El país asiático permite la práctica de cualquier religión, pero sólo dentro de comunidades registradas ante las autoridades, lo que suele implicar la supervisión, si no la designación directa por parte de Pekín, de sus principales líderes religiosos.
Esto permite al Gobierno chino garantizar cierto nivel de estabilidad y combatir a la vez la posibilidad de que la religión sea utilizada de como una potencial forma de movilización de las masas en su contra.
En febrero pasado, la misma comunidad shanghainesa desafió las órdenes de la policía y de la Administración Estatal de Asuntos Religiosos, que le exigió que suspendieran un seminario cristiano.
Al incumplir las órdenes, el casero del local en el que se reunían recibió presiones para que cancelara el acuerdo de alquiler.
El diario asegura que varios activistas de derechos humanos han manifetado que la persecución oficial contra las iglesias cristianas ilegales se ha acentuado en China en las últimas semanas.
Este mismo mes la comunidad pequinesa de Shouwang, con unos 700 fieles, acabó celebrando una misa bajo la nieve después de ser expulsada de su lugar habitual, que también había alquilado hasta la fecha.