La llegada del calor y del verano hace que las chanclas se convierten en el calzado cotidiano de mucha gente.

Su ligereza y comodidad aparente las hacen ideales para millones de personas durante las vacaciones. Sin embargo, el Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) ha lanzado una seria advertencia: las chanclas sin sujeción al tobillo ni plantilla ergonómica deben usarse únicamente en playas y piscinas, ya que su uso para caminar puede derivar en múltiples problemas de salud para los pies.

Falta de sujeción

El principal problema de este tipo de chanclas, que son las que usa la mayoría de la gente en verano, es que no proporcionan una sujeción adecuada del pie.

A diferencia del calzado cerrado o las sandalias con tiras ajustables, las chanclas requieren que los dedos se curven de forma continua para mantenerlas en su sitio.

Este gesto aparentemente insignificante provoca que los pasos sean más cortos y que el cuerpo tenga que compensar ese esfuerzo con una activación constante de músculos y tendones.

Esto no solo genera fatiga al caminar, sino que también puede desencadenar tensiones en la pierna y el tobillo, favoreciendo el desequilibrio postural. Además, caminar con chanclas altera la biomecánica del paso, obligando a realizar movimientos poco naturales que pueden afectar a la musculatura del pie, especialmente la fascia plantar.

Unas chanclas cerca de la orilla de una playa Pixabay

Lesiones frecuentes

Según el ICOPCV, el uso habitual de chanclas puede provocar desde lesiones leves hasta dolencias crónicas.

En el corto plazo, las afecciones más comunes incluyen esguinces, sobrecarga muscular, inflamación de la fascia plantar (fascitis), dolor en el arco plantar o en el talón, e incluso tendinitis.

Estos problemas pueden agravarse especialmente si se camina durante largas distancias o se utilizan chanclas para actividades que requieren mayor soporte.

Sin embargo, a largo plazo los efectos pueden ser aún más graves. Entre las lesiones más preocupantes se encuentran las fracturas por estrés, que ocurren por microimpactos repetidos, o la aparición de juanetes, deformación dolorosa del dedo gordo del pie que requiere, en ocasiones, intervención quirúrgica.

Es imprescindible saber que la falta de amortiguación y estabilidad también contribuye al deterioro progresivo de las articulaciones del tobillo y la rodilla.

Riesgo de accidentes

El ICOPCV también destaca el peligro que suponen las chanclas en situaciones cotidianas. Por su diseño abierto y su escasa adherencia, es común que se produzcan tropiezos, resbalones o enganches al subir o bajar escaleras. Además, en superficies mojadas o irregulares, este tipo de calzado incrementa considerablemente el riesgo de caídas.

¿Hay que evitarlas?

Ante este panorama, los podólogos recomiendan limitar el uso de chanclas exclusivamente a espacios como la playa, la piscina o la ducha, donde su uso tiene sentido por razones higiénicas o de ventilación.

Teniendo esto en cuenta, el resto del día será preferible optar por calzado abierto pero con sujeción al tobillo, plantilla ergonómica y buen acolchado, ya que esto ofrecerá un soporte real al pie.