¿No consigues adelgazar porque la ansiedad no te deja? ¿Picas aunque no tengas hambre? ¿Encuentras consuelo en la comida cuando tienes algún problema? ¿Crees que lo tuyo no es hambre, sino ansiedad? La doctora Vidales, ofrece en Lo mío no es hambre, es ansiedad, las claves para controlar y tratar esa ansiedad que te hace comer de forma compulsiva.
QUIÉN ES
Trayectoria: Conchita Vidales es médica especialista en Nutrigenética y Medicina Estética, miembro de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicología Médica de Madrid. Es directora del área de Nutrigenómica de la Clínica Demya Martín del Yerro (Amselem) en Madrid y colaboradora habitual en publicaciones relacionadas con la medicina y la nutrición, así como en programas de televisión y radio. Es activista voluntaria en la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes y colabora con la asociación MAT4 ÁFRICA como médica general en Ghana y Sierra Leona.
Libros: Junto con Paloma Gómez Borrero y María Blasa Gómez-Arroyo es coautora de dos libros: Cocina sin sal y Nutrición infantil. También ha publicado Superalimentos para los niños, Cocina que cura, Zumoterapia, La digestión perfecta, Activa tu metabolismo para cambiar tu vida, Verde que te quiero verde y el último, Lo mío no es hambre, es ansiedad.
Vivimos un antropoceno desmandado. ¿Ha habido alguna otra época en la que se haya comido tanto y tantas veces sin necesidad fisiológica real?
Es verdad que ahora hay una tendencia a comer peor, pero también estamos desbordados por el estrés, prisas, ritmos de trabajo, multitareas. Aparte están desde hace años las influencias de otros países que nos han traído la comida rápida, la comida basura y todo esto nos ha afectado. Creo que en los últimos años ha habido un desborde absoluto de tendencias hacia una alimentación insana; nos hemos dejado influenciar por mucha comida rápida, ya preparada, que si es algo puntual nos puede facilitar la vida, pero que si lo hacemos de manera sistemática se convierte en un problema. A mis pacientes siempre les pongo el ejemplo de cuánta basura orgánica hay en casa; si tengo deshechos de pollo y de frutas mi alimentación estará bien, pero si mi basura contiene muchos envases te está diciendo que algo estoy haciendo mal. En ese sentido, en los últimos años esto se ha disparatado, contrastando en nuestro país con una cultura gastronómica maravillosa y posibilidades de comer muy bien.
"La obesidad es una pandemia y lo peor es que justificamos determinadas actitudes"
Obesos (18%) y con sobrepeso (38%) pueblan nuestras calles. Comer mal, demasiado, inadecuado y a deshora es la norma. ¿Hay suficiente conciencia ciudadana de que padecemos una pandemia social de obesidad?
No la hay y además se defiende, que es un poco nuestro caballo de batalla. Vemos a gente conocida que defiende que estar obeso está bien. No dudo que puedas ser feliz y lo respeto al cien por cien. Pero la obesidad es una pandemia y lo peor de todo es que no somos conscientes y justificamos determinadas actitudes ante la comida como si fueran normales. Añadamos que nuestra vida nos empuja más al sedentarismo, a estar más tiempo delante de una pantalla, a movernos mucho menos; esto sumado a unos malos hábitos y a la influencia de la mala alimentación, de prisas sin tiempo para ir a la compra, porque se compra por internet sin ver el producto… todo eso influye para que no haya conciencia clara de que la obesidad sea una enfermedad.

Al mismo tiempo, un 34% sufren problemas de salud mental, mayoritariamente depresión. ¿Hay conciencia de vivir bajo el sino de esta otra pandemia?
En esto sí que parece que hay más conciencia; también los medios de comunicación estáis haciendo más hincapié en los estados de ánimo. En este caso sí te diría que hay un poco más de sensibilidad. Nos queda mucho camino por recorrer, sobre todo en pacientes que son capaces de ir al especialista e identificar que lo que tienen es una depresión. Estamos viendo que acuden tarde. Pero sí hay más conciencia por el hecho consecuente de que los suicidios son la primera causa de muerte en el mundo.
Y en el colmo de la inconsciencia, ¿hay preocupación social suficiente de que ambas puedan estar relacionadas?
No sé si hay preocupación suficiente, pero te digo que están relacionadas. Es como la pescadilla que se muerde la cola; estoy con bajo ánimo y ello me incita a pasar más tiempo en casa, a buscar herramientas que nos satisfagan, que nos hagan sentir mejor. Y una de ellas es la comida, pero ojo, si comiéramos un plato de fruta o verdura estaría bien; pero cuando estamos mal, lo que nos pide el cuerpo es comida basura, más hidratos de carbono, una satisfacción más rápida. Entonces, estos azúcares al final proporcionan una compensación inmediata porque nos genera un pico muy alto de dopamina, pero luego se pasa y el organismo enseguida se viene abajo. No tenemos una satisfacción a largo plazo, es una situación puntual. Como consecuencia engordamos, nos vemos mal y además no sabemos ponerle fin al proceso. ¡Por supuesto que están relacionadas!
Los datos son tercos y coincidentes. ¿Cuántas personas con trastorno de alimentación presentan depresión? ¿Y al revés?
No tengo el dato exacto, pero desde luego son dos aspectos que vemos muy relacionados, y lo más dramático es que cada vez en gente más joven. Empiezan con bajo ánimo y terminan con trastorno de alimentación, primero es la depresión y luego el trastorno de la alimentación, y en un alto porcentaje está relacionado.
¿La depresión genera trastornos alimentarios o son estos los que generan aquella? ¿O es un círculo vicioso que se retroalimenta?
Es un círculo vicioso. Quizás te diría que primero es el bajo ánimo, pero en algunos casos por tendencias que ven, por modas, porque quieren estar como la modelo de la revista, empiezan con hábitos insanos y, por supuesto, eso le puede llevar a una depresión.
Prisas, el estrés lo llevamos puesto, las redes nos presentan modelos tan inalcanzables como irreales… ¿Es posible aprender a no comer con hambre compulsivo-depresiva ante esta vorágine?
Sí, claro que sí, para eso estamos los profesionales, médicos, psiquiatras y psicólogos, para ayudarles a revertir ese círculo vicioso y a ver la alimentación como algo necesario, pero no como herramienta para hacernos daño. Es posible, hay que animar al paciente y hacer una reeducación alimentaria y un tratamiento psicológico, psiquiátrico en el caso de que haga falta. Es posible revertirlo con trabajo y voluntad por ambas partes.
La ciencia nos tienta con semaglutida, porque reduce el apetito. ¿Esta reducción aliviará la depresión? Y viceversa, ¿reducir la depresión evitará el comer sin apetito? Porque el bienestar, mens sana corpore sano, debe entenderse como salud global.
Totalmente. Es verdad que ahora hay más medicamentos que nos están ayudando a controlar esa sensación de saciedad, tanto a nivel digestivo como hipotalámico. Es una ayuda si se pauta bien en las personas que lo necesitan bajo criterios médicos adecuados. Porque es cierto que cuanto mejor nos sintamos mejor estará nuestra mente, cuando mejor comamos, más ingredientes de vitaminas y minerales le vamos a dar a nuestro organismo para que esté mejor desde todos los puntos de vista. Ahora estamos viendo que un buen cuidado de la microbiota afecta al bienestar a nivel del sistema nervioso central. Por supuesto, mens sana corpore sano es un lema en este caso.
Las dietas más o menos severas ayudan a bajar de peso, ¿pero son sostenibles en el tiempo?
No. Las dietas muy severas, muy estrictas, deberían ser dietas muy puntuales y deberíamos elegir para qué pacientes están indicadas. Por eso digo que siempre que haya que perder peso hay que acudir a un profesional, porque estas dietas nos van a dejar exentos de ingredientes que vamos a necesitar a largo plazo, con lo cual deben ser muy puntuales, muy controladas y elegir bien al paciente que es candidato a hacerlas.
"Hay que empezar a tomar conciencia de salud y de no tanto cuerpo perfecto"
Ejercicio moderado y dormir lo suficiente, ¿qué papel juegan contra el comer compulsivo, sin hambre? ¿También rebajarán la depresión y la ansiedad?
Por supuesto, el ejercicio es uno de los pilares básicos en la salud física y mental. El ejercicio genera endorfinas, nos ayuda a tener la mente ocupada en otras cosas y en general fomenta la función mitocondrial al activar todas las células musculares y nos ayuda en el mantenimiento musculo-esquelético y en otras muchísimas funciones del organismo, con lo cual en el caso de mantenimiento tanto físico como mental, el ejercicio con regularidad y adaptado a las necesidades de cada uno de nosotros es un pilar fundamental en el bienestar general.
Si siguen presentando en anuncios los modelos estéticos predominantes como modelos de salud, ¿hay alguna posibilidad de remediar la ansiedad y la obesidad?
Sí. Claro que sí, no haciéndoles caso. Cuando nos ponen por la tarde los anuncios del chocolate, de donuts y pizzas es un bombardeo y no vamos a poder evitarlo. Lo que tenemos que hacer es, literalmente, obviarlos. Seguramente un porcentaje elevado de la población se verá afectado por esto, porque querrá estar como el de la modelo, tener su cuerpo, pero sabemos que eso no es real. Por eso hay que empezar a tomar conciencia de salud y de no tanto cuerpo perfecto que, en realidad, existe muy poco.
"Vivimos con prisas y simplemente nos hace falta parar y respirar"
Dieta, ejercicio, dormir, menos estrés… nos sabemos la teoría, pero obesidad y ansiedad cohabitan en nosotros. ¿A quién recomendaría su libro con especial énfasis?
El libro se lo recomendaría a todas aquellas personas que en su vida han sentido esas palpitaciones, esa necesidad de comer sin saber por qué. En el libro doy muchas pautas de cómo reconocer estos patrones y de cómo ponerle solución desde una manera controlada y desde el punto de vista de la alimentación. Es decir, no tendrán que hacer nada extraño ni comprar nada raro. Simplemente eligiendo alimentos adecuados y teniendo comportamientos adecuados –ejercicio, la relajación– van a poder encontrar herramientas para controlarlo; es un libro ideal para todo aquel que en un momento de su vida se ha sentido con una sensación de depresión, de agobio y de comer sin hambre. Aprender a diferenciar si su hambre es emocional o físico también es una de las cosas de las que hablo en el libro. ¿Quién no se ha sentido alguna vez agobio, tristeza, bajo ánimo, falta de energía al levantarse por las mañanas? Diría que casi todos, así que es un libro para todas esas personas y con soluciones, que es lo más importante. Porque vivimos con prisas y simplemente nos hace falta parar y respirar.