La conexión entre la ansiedad y la alimentación no es casual. Según la psicóloga clínica Nina V.R.M. Pitt, “cuando estamos nerviosos, nuestro cuerpo responde liberando cortisol, la hormona del estrés, lo que puede generar la necesidad de buscar alimentos reconfortantes”. Esto se debe a que la comida provoca una sensación momentánea de bienestar, al activar los centros de recompensa en el cerebro. Este impulso emocional hacia la comida es más común de lo que parece y una de sus consecuencias más comunes es el sobrepeso.

Reconocer cuándo el hambre es emocional y no física es el primer paso para no comer por ansiedad, pero no el único, ya que los expertos también recomiendan:

Otras recomendaciones

Alimentación equilibrada

Es clave para prevenir picos de hambre impulsivos. Un desayuno rico en proteínas, fibra y una comida variada y bien distribuida durante el día ayudan a regular los niveles de azúcar en sangre, lo que evita el hambre emocional.

Gestionar el estrés

Con prácticas de relajación como la meditación, el yoga o el ejercicio físico regular, también se contribuye a controlar mucho mejor el hambre emocional.

Sustituir los caprichos por otros placeres

Los especialistas abogan por hallar nuevas formas de aliviar la ansiedad, como hacer ejercicio, leer o hablar con un amigo/a, puede disminuir la necesidad de recurrir a la comida para manejar nuestras emociones.

Reduce la cantidad de azúcar

Ya que éste puede producir adicción. Y fracciona la dieta, come cada 3-4 horas para evitar pasar hambre. La saciedad ayuda a evitar comer de forma emocional.

Entrena la fuerza de voluntad

Comer por ansiedad en un determinado momento del día se puede establecerse como hábito, así que es importante identificarlo para poder corregirlo.

Hidratación

La sensación de sed se puede confundir con hambre, así que es muy importante mantenernos bien hidratados para que la sed no nos cree esta necesidad.

Dormir

Descansar menos de lo que te toca puede conducir a un desequilibrio hormonal, afectando a la grelina y la leptina, hormonas que intervienen en la sensación de hambre y saciedad.

Evitar las dietas restrictivas

Es importante no privarse de los alimentos que más nos gustan, pues su prohibición puede generar ansiedad y, en un momento de debilidad, acabar en atracón. Lo ideal es controlar cantidades y aprender cuándo toca y no toca comer estos alimentos en cuestión, antes que restringir su consumo.