Míriam Aguilar comparte su profunda y personal travesía por el doloroso camino de la no maternidad. Se había prometido que un día hablaría abiertamente sobre su lucha para convertirse en madre, y en ¿Y ahora qué? despliega su historia, no como la madre que esperaba ser, sino como la mujer que ha encontrado fuerza y paz en la aceptación de una vida sin hijos. Aborda los tabúes y los prejuicios sociales, la presión del mandato de género, las creencias y las expectativas que sufren las mujeres cuando la maternidad no se concreta.

QUIÉN ES

Míriam Aguilar (Barcelona) es referente en el ámbito de la no maternidad por circunstancias. Tras experimentar un largo y doloroso proceso que la llevó a aceptar que no sería madre, se dedica a visibilizar qué ocurre en la vida de las mujeres que luchan por ser madres sin conseguirlo. En este camino de aprendizaje y transformación se ha formado como terapeuta Gestalt. Dirige círculos de mujeres, encuentros que brindan acompañamiento emocional a quienes están transitando experiencias de este tipo. Imparte charlas y talleres sobre infertilidad, aceptación y duelo de la no maternidad.

La maternidad es un hecho hormonal/biológico, pero ¿también familiar, social, de desarrollo personal…? ¿Qué aspecto pesa más?

Es un poco todo; al final, como bien dices, ser madre es un hecho biológico que también va ligado al deseo. Pero es cierto que hay muchas circunstancias sociales y familiares que hacen que una mujer quiera ser madre. Veo dos posiciones ante este hecho, por un lado, el deseo biológico de querer serlo y, por otro, la necesidad creada por las razones sociales y familiares.

¿Sigue existiendo esta presión familiar/social, más o menos directa?

Totalmente. Durante todo mi proceso sentí muchísima presión. Me preguntaron sobre mi situación desde múltiples ámbitos sociales, donde ni siquiera me esperaba que lo hicieran. Hoy en día me han dejado de cuestionar porque es algo que he normalizado y naturalizado, y si me preguntan yo les digo cuál es mi situación sin ningún problema. Siendo divulgadora de este tema soy consciente de que hay mucha presión social que influye en las mujeres.

“No ser madre no es el final, aunque supone un duelo”

¿Se culpabiliza de la no maternidad más a la mujer que al hombre o esto es ya pasado?

No, no es verdad que haya pasado. Se sigue preguntando a las mujeres, las preguntas y comentarios no van dirigidos al varón, siempre es a ellas.

El retraso de la maternidad y la escasa repetición es una realidad entre nosotros. ¿Lo ve cómo una decisión personal o más como algo inducido por el entorno, carrera profesional…?

Es obvio que la tasa de natalidad ha bajado y en parte es por propia decisión, porque cada vez más mujeres deciden no ser madres. Otra razón es no poder serlo o no poder serlo cuando ellas pueden. Ahí entramos en cuestiones socieconómicas, factores que hacen que una mujer retrase la maternidad por cuestión económica, laboral, familiar, social o estructural. Además existe la infertilidad física, que también puede ser consecuencia de estar retrasando la maternidad.

Cuando la maternidad no se consigue por medios naturales, ¿la fecundación in vitro es la primera mejor solución? ¿La congelación de óvulos propios puede ser una buena solución?

No del todo. El hecho de congelar los óvulos siendo joven no garantiza que cuando esa mujer quiera ser madre vaya a serlo. Hay otras muchas cosas a la hora de poder quedarte embarazada. Todo esto forma parte también de los intereses económicos que se han creado alrededor del tema de la infertilidad. De hecho, no es algo que solo lo piense yo, sino que muchas ginecólogas lo están diciendo: el hecho de congelar óvulos no garantiza el que puedas quedarte embarazada.

Míriam Aguilar imparte charlas y talleres y ahora ha publicado el libro ‘¿Y ahora qué?’. Koan

¿La donación de óvulos y/o espermatozoides puede ser otra opción?

Opciones hay muchísimas; se dispone de múltiples tratamientos de fertilidad para que una mujer pueda quedarse embarazada, aunque eso no significa que solo por querer ya puedas, aunque exista este abanico de posibilidades. Además, está el que lo puedan hacer, porque todos estos tratamientos son muy caros y el que te lo quieran hacer, porque tiene un impacto emocional y mental muy significativo, algo de lo que se habla muy poco.

La adopción sería el paso siguiente para satisfacer el anhelo de maternidad no conseguida. ¿Es dificultoso, hay más trabas que ayudas?

No creo que la adopción sea el siguiente paso. De hecho, en mi libro lo explico; le dedico un capítulo entero. La adopción no puede ser nunca un plan B; de hecho, ser padre/madre de forma adoptiva no puede ser la curación por el hecho de no poder ser madre/padre de forma biológica. Se está afrontando mal el tema. La finalidad de la adopción no es que un adulto pueda sanar su deseo maternal/paternal. El foco se tiene que poner en la criatura, en que pueda tener una familia y no al revés. En cualquier caso, adoptar no es un proceso fácil, al contrario, puede ser un proceso complicado, y si encima se hace después de haber pasado por todos los intentos de forma natural y de reproducción asistida puede ser sumamente frustrante; puede incluso dejar secuelas emocionales y mentales en las personas, porque son procesos ultraduros.

Tenemos menos hijos, pero la población se mantiene e incluso aumenta por el alargamiento de la vida. ¿Esto ayuda o mediatiza el deseo de maternidad?

No lo sé, porque el deseo de maternidad está en cada mujer, por lo que no creo que influya este dato en el deseo de querer o tener hijos. Aunque pienso que algunas mujeres en ocasiones se lo plantean y se van hacia el no, considerando las circunstancias en las que hoy en día se tienen los hijos, porque llevamos unas vidas en las que quedan pocos espacios para poder conciliar con tu vida personal, familiar. Creo que van más por ahí.

Volviendo a la mujer y a la pareja. ¿Se sigue culpabilizando la no maternidad o es mayor la autoinculpación?

Las dos cosas. Socialmente a las mujeres, tanto a las que deciden no ser madres como a las que decidimos no seguir intentándolo después de hacerlo durante años o que finalmente no llegamos a la maternidad, la sociedad sí ejerce una culpa o una presión sobre nosotras, porque existe la idea de que si quieres ser madre vas a serlo y más hoy en día con todo el abanico de posibilidades que hay, sin tener en cuenta cómo es intentar ser madre y no poder serlo. Pero también nosotras durante todo este proceso nos metemos mucha presión y, a veces, nos sentimos culpables y avergonzadas de no poder llevar adelante algo que, por el hecho de ser mujer deberíamos poder hacer.

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Cuando la maternidad es muy deseada, ¿el no conseguirla es una situación anímicamente superable? En esta tesitura, ¿la pareja es una ayuda o un acusador porque no se alcanza?

El no poder ser madre es un proceso muy duro que implica un duelo del que se habla poco, algo que no está reconocido socialmente y que además está estigmatizado por todos los estereotipos que arrastramos las mujeres que no podemos ser madres. En mi experiencia, mi pareja ha sido mi apoyo, él lo ha estado viviendo conmigo; el proceso es de los dos, aunque la mujer lo lleve más en el cuerpo, porque es ella la que lo pone. Pero es un proceso frustrante y doloroso para la pareja, para los dos.

Por sus experiencias compartidas, ¿qué es más duro, el ver que la deseada maternidad no se logra o superar la certeza de la no maternidad?

Para mí fue mucho más difícil vivir todo el proceso, la decisión de dejar de intentarlo me produjo alivio. Pero existe mucho miedo a que finalmente tu proceso acabe sin ser madre. De ahí la importancia que le doy a haber escrito esto libro y estar compartiendo mi experiencia personal. Hace falta poder ver lo que pasa en la vida de una mujer cuando no ha podido ser madre. Se vislumbra como si fuera el final de esa persona y nada más lejos de la realidad, aunque realmente implique un duelo.

Seguramente ayudará a todos/as, pero ¿a quién dirige con mayor precisión su libro?

A esas mujeres que por la razón que sea no van a ser madres; para todas esas parejas que están en el camino de intentarlo y se están encontrando con dificultades reproductivas, y también para la sociedad en general y la comunidad médica profesional, porque son procesos que no se saben acompañar todavía. Es un libro para llegar a todos los públicos en general, por eso no me voy mucho por las ramas; quiero que sea un mensaje claro porque a estas alturas me parece muy importante decir que hay mujeres que aunque lo hayan deseado no van a ser madres y cómo se puede acompañar este proceso.