La ducha está considerada como uno de los hábitos básicos de una correcta higiene personal. Sin embargo, y pese a que no ducharse a diario está bastante mal visto, los expertos coinciden en que desde el punto de vista de la salud ducharse todos los días puede resultar contraproducente para la piel.

Un exceso de agua y de jabón pueden dañar el tejido epitelial y el cuero cabelludo, resecando la piel e impidiendo que se segreguen las sustancias que nos protegen de ciertas infecciones.

Vamos por la vida con el automático puesto y el momento de la ducha no iba a ser menos. Nos metemos bajo el chorro del agua, nos aplicamos el champú en el pelo, el gel en el cuerpo, nos aclaramos y ya estamos listos. Sin embargo, según los dermatólogos, para que todo este proceso esté bien hecho se deben cumplir una serie de requisitos.

Las claves

Los expertos señalan distintos aspectos para que una ducha sea perfecta y diez de ellos son:

1- Frecuencia. Dependiendo de la temperatura ambiente, de la época del año, del tipo de trabajo que tengamos o de si hacemos deporte o no, tendremos que ducharnos a diario o, si no sudamos, los dermatólogos son partidarios de hacerlo cada dos días, precisamente para proteger la piel.

2- Duración. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ducha diaria no debería superar los 5 minutos, lo que beneficia a la piel y al medio ambiente. Un grifo abierto durante 10 minutos puede llegar a consumir hasta 200 litros de agua.

3- Temperatura. Lo ideal es ducharse con agua templada, entre 35 y 37 grados. El agua demasiado caliente elimina la grasa natural de la piel, la reseca y la deja más vulnerable.

4- Cabello. Partiendo de la base de que el pelo debe lavarse cuando esté sucio, los expertos señalan que lo ideal es hacerlo cada tres días porque así el cuero cabelludo conservará su grasa natural. No hay que excederse con la cantidad de champú ni frotar con fuerza; aplícalo con las yemas de los dedos, masajea el cuero cabelludo y favorecerás el flujo sanguíneo. Si utilizas acondicionador, aplícalo solo en las puntas para evitar un exceso de grasa.

5- Cara. Antes de meterte a la ducha y con las manos secas, aplícate en el rostro tu limpiador. El agua templada abrirá los poros y facilitará la limpieza. Deja actuar el producto un par de minutos antes de aclararte.

Una mujer bajo el chorro de la ducha.

6- Gel. Se recomienda utilizar jabones que respeten el pH de la piel para no alterar su manto lipídico, pero hay que recordar que ese pH no es neutro (pH 7) sino algo ácido (pH 5,5). Por ello, los jabones deben ser ligeramente ácidos y sin sustancias químicas alergénicas o irritantes.

7- La mano mejor que la esponja. Los expertos consideran que es mejor frotarse el cuerpo con la mano que con una esponja. Esta última, si es muy fuerte, puede erosionar la piel por la fricción que ejerce sobre ella y desprotegerla. Además, si no se seca bien, al estar siempre húmeda, puede convertirse en un nido de gérmenes, bacterias y hongos.

8- De arriba hacia abajo. Lávate primero la cabeza, después enjabónate el cuerpo, bajando del cuello a los tobillos, pasando por todas las zonas, excepto los genitales, y por último, aclárate.

9- Zonas íntimas. Salvo que hayas sudado, es mejor evitar el jabón. Urólogos y ginecólogos advierten del peligro de que este pueda penetrar en el interior de la uretra o de la vagina. No utilices nunca geles con perfume puesto que estas zona son más sensibles a ciertos compuestos.

10- Los pies. Merecen capítulo aparte. A veces creemos que el agua con jabón que escurre por el cuerpo es suficiente para limpiarlos; sin embargo, también hay que frotarlos con jabón para eliminar toda la suciedad que acumulan, las bacterias y las pieles muertas. También es importante secarlos bien para evitar los malos olores que produce la humedad.

Es evidente que a la hora de la ducha cada uno tiene sus gustos y son difíciles de cambiar. Tener en cuenta estos consejos te puede ayudar a corregir algunos errores o a probar cosas nuevas que pueden hacer que la ducha te resulte más beneficiosa y saludable