Se calcula que aproximadamente el 8% de los mayores de 14 años lleva un abalorio de estas características en alguna zona de su anatomía. De entre todas las partes del cuerpo en las que se pueden colocar anillos o practicar diversas técnicas de “Body Art”, la cavidad bucal, y, sobre todo la lengua son especialmente susceptibles de desarrollar algunas complicaciones.
La boca recibe al día multitud de bacterias que entran al comer, beber, succionar, fumar, etc; siendo así una zona de máximo peligro para las infecciones. Estas pueden ir desde una hinchazón hasta un cáncer oral o una hepatitis C.
Además, la lengua es una zona que está muy vascularizada,
por lo que es fácil que se produzcan hemorragias.
La Academia Dental Americana (ADA), se ha posicionado en contra de esta práctica, sobre todo en los insertados en lengua, labios, y boca por los riesgos que supone para todos los tejidos periodontales.
En algunos países se han formulado leyes para regular su colocación. Coincidiendo con la ADA, la Sociedad Española de Estomatología y Odontología se opone a la colocación de piercings en la cavidad oral.Posibles complicaciones:
Las complicaciones que pueden ocasionar esta práctica son numerosas y cada vez más frecuentes debido principalmente a que se lleva a cabo por personal no sanitario, el cual carece de conocimientos médicos y anatómicos y a que el portador del piercing no es informado adecuadamente sobre las complicaciones y los posibles riesgos que puede acarrear esta práctica en la salud oral.
En caso de ponerse un piercing acuda a un profesional cualificado ya que ponen en práctica técnicas adecuadas en establecimientos limpios siguiendo todas las medidas de higiene.
Existe en las diferentes autonomías un reglamento para estos locales. Se recomienda que se esté al menos 6 semanas limpiándose exhaustivamente con un enjuague bucal antiséptico; se debe evitar fumar, tomar bebidas con alcohol o ingerir comidas pegajosas que acumulen suciedad en la zona perforada y preferentemente que sea de plástico evitando el de metal y se debe visitar al dentista regularmente.
Según un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid el 72% de las personas que llevan piercings en la boca han sufrido alguna complicación posterior a su colocación.
Puede aparecer inflamación, dolor, dificultad para hablar y para masticar, alteraciones del gusto, sangrado, aumento de la salivación…. hasta infecciones, parestesias, algún tipo de alergia…
Además, puede provocar halitosis o mal aliento, una ingestión de forma accidental al soltarse -cuidado al practicar deportes-, mayor riesgo de cáncer oral, recesiones gingivales hasta incluso pueden llegar a modificar la mordida y transmitir enfermedades (factor de riesgo potencial de transmisión de herpes y hepatitis B y C), endocarditis; cicatrices queloideas y enfermedad periodontal…
En un 48,1% de los portadores el contacto continuo del metal del piercing oral puede causar el acúmulo de placa bacteriana y por tanto la formación de sarro, lo que favorece la aparición de gingivitis y, como consecuencia, de periodontitis.
Es cuestión de pensar un momento si vale la pena comprometer tu salud por un capricho estético...
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